Muchas veces he pensado que las personas que no son cristianas tienen una ventaja laboral y social de productividad sobre los cristianos. ¿Por qué? Porque un cristiano siempre va a “tener que” separar un tiempo para leer la Biblia y orar. Entonces, mientras que mis compañeros de trabajo tienen 24 horas en al día para trabajar, dormir, comer y hacer sus cosas, yo tengo solo unas 23 horas.

Con esto en mente, ¿por qué separar un tiempo cada día para leer la Biblia? En este artículo, te compartiré 12 razones para leer tu Biblia todos los días.

1. Jesús, mi ejemplo, así lo hizo.

Difícilmente vamos a tener un horario o carga de trabajo más pesado que el de Jesús; jamás. La gente, literalmente, le perseguía para solicitarle cosas. Sin embargo, tenía la costumbre de separarse, dejar atrás a sus “fans”, su equipo y a los necesitados para estar con su Padre. De hecho, cuando fue tentado por Satanás en el desierto, lo vemos responder solo con citas de Deuteronomio. Es legítimo asumir que se fue al desierto a estudiar Deuteronomio por un tiempo, teniéndolo “a la mano” en la tentación. Si Él necesitaba esto, yo más.

2. Es un mandamiento de las Escrituras.

Es cierto que la Biblia no dice en ninguna parte “léeme todos los días”. Pero esto no significa que no sea un mandamiento. De hecho, el mandamiento nos llama a más que un simple tiempo establecido todos los días; nos llama a meditar en ella día y noche (Jos. 1:8, Sal. 1:2, 1 Ti. 4:13-15). ¿Cómo voy a meditar en algo que ni siquiera he leído? Todos los días leo un pasaje y lo “rumio” durante el día. Es un mandamiento del soberano Dios.

3. El Espíritu Santo dentro de mí me conduce a las Escrituras.

Si crees en las enseñanzas de la Biblia, crees que el Espíritu Santo vive en ti, creando impulsos y deseos que no podrías crear por ti mismo. Si verdaderamente el autor de la Biblia vive en ti, Él te llevará a ella sin dudarlo; no perfectamente, no sin fallar, pero rutinariamente (Jn. 14:26).

4. Es un privilegio por el cual se pagó un muy alto precio.

Yo crecí en una familia cristiana. En toda mi vida, no creo que haya faltado a la iglesia más que un puñado de domingos. Eso hace que estar con Dios en su Palabra se vuelva un momento muy ordinario para mí. Sin embargo, el Hijo de Dios tuvo que morir en una cruz para que mis papilas gustativas espirituales se deleiten en el sabor de las Escrituras. Por su sangre, el Espíritu ha regenerado este corazón para poder creer en la Biblia y disfrutar de estos momentos (2 Co. 3:18-4:6). ¡No lo menospreciemos!

5. En este mundo de dolor y sufrimiento, me recuerda que hay esperanza.

Siempre me han llamado mucho la atención las palabras de Jesús “baste a cada día su propio mal” (Mt. 6:34). Está diciendo que todos los días en este mundo caído van a tener algo de malo, simplemente por naturaleza. Necesito la Biblia para recordarme que este mundo es así, y yo debo ser valiente hasta que el Rey regrese a poner todo en orden. En ese nuevo orden, yo estoy exento del juicio, gracias a su amor y misericordia.

6. Solo Dios puede satisfacer mi corazón.

Este es uno de los puntos más importantes. Probablemente, para mí, la motivación más importante. La Biblia afirma tácitamente que el ser humano no puede ser feliz sin una relación con Dios. Hay una insatisfacción en el ser humano muy profunda que todos tratamos de saciar. Dinero, amor, lujos, vacaciones, familia, amistad, entretenimiento son algunas de las herramientas que los humanos usan para llenar este vacío. ¿No te parecen curiosos los suicidios de las personas que aparentemente lo tenían todo? Actores, músicos y deportistas de élite, teniendo todo, ¿por qué se suicidan? Reducida a lo más básico, la razón es que no son felices. Solo Dios puede satisfacernos plenamente y así lo promete en sus Escrituras. Por eso leo. Quiero ser feliz, y para eso necesito conocer más a Dios y estar más tiempo con él, y eso solo se puede hacer en la Biblia (Sal. 19:7-10).

7. Me recuerda que yo no soy el actor principal de mi vida.

Es muy desesperante pensar en oportunidades desaprovechadas, momentos en los que no saqué el máximo provecho. Leer la Biblia me recuerda que yo no soy el soberano de mi vida. Aunque yo falle, mi Dios está cumpliendo su propósito en mí, al igual que lo cumplió en muchos otros antes que yo. Leer la Biblia me recuerda que la frase del poeta William Ernest Henley, llevada a la fama por Nelson Mandela, “soy el dueño de mi destino, el capitán de mi alma”, afortunadamente, no es cierta.

8. Me ayuda a enfocar mis ojos en los demás.

Los humanos necesitamos recordatorios permanentes para enfocar nuestros ojos en los demás y no en nosotros mismos. La Biblia me ayuda a pensar en los demás. Por ejemplo: “no juzguéis para que no seáis juzgado”. Hoy me levanté de malas y juzgando a todo el mundo que hace mi vida más difícil. ¿Desearía yo ser juzgado con la vara de medir que estoy juzgando a otros?

9. La Biblia es el libro más excelso sobre el cual posaré mis ojos.

Me gusta mucho leer. Cuando leí la trilogía del Señor de los Anillos fue una experiencia inolvidable. La historia que se relata durante tres grandes libros —cuatro si cuentas el Hobbit— es increíble. Sin embargo, no es nada comparado con la gran historia que encontramos en la Biblia. Una promesa, en Génesis 3:15, acerca de un hombre que vendría y cuyo sufrimiento (“tú le herirás en el calcañar”) pondría fin a las obras de Satanás y sus resultados (“él te herirá en la cabeza”). Un pueblo establecido por Dios cuyos oficiales apuntan a este hombre (sacerdotes, reyes y profetas). Profecías cumplidas acerca de su venida. Su milagrosa vida aquí en la tierra. Su muerte en la cruz. Su victoria sobre la muerte y su ascensión de regreso al Padre. Es una historia fascinante como ninguna otra; y es real.

10. La Biblia es la verdad absoluta.

Poncio Pilato le preguntó a Jesús “¿Qué es la verdad?”. Muchos buscamos qué es verdad y que no lo es en este mundo. La Biblia nos comparte la verdad absoluta. Sé que muchos pudieran encontrar esta frase un poco orgullosa y pretenciosa. Pero, por ejemplo, la Biblia afirma que Jesús resucitó. Si hacemos un breve estudio histórico encontraremos que la evidencia tangible apunta a que esto fue así. La Biblia tiene la verdad. Y yo necesito esa verdad todos los días; sobre todo con el mar de mentiras que hay en este mundo  (Jn. 17:17).

11. Necesito saber lo que Dios me ha prometido.

Dios es fiel a sus promesas. Pero ¿qué es lo que Dios nos ha prometido? Para vivir una vida con valentía, sin miedo, es necesario saber que Dios está contigo, cumpliendo sus promesas. Solo puedes saber lo que Dios te ha prometido si lees su Palabra. 

12. Necesito saber lo que Dios no me ha prometido.

Una de las grandes mentiras que creen los cristianos —yo incluido— es que si obedecemos la ley de Dios todo nos va a salir bien. Por eso, cuando creemos que estamos obedeciendo perfectamente y nos pasa algo malo decimos: “¿Por qué me pasan a mí cosas malas, si yo creo en Jesús?”. Leo la Biblia para identificar mentiras como estas; para saber qué es lo que Dios no me ha prometido. Por ejemplo, no me ha prometido que todo me vaya a salir bien si creo en Él y le obedezco.

¿CÓMO RESPONDER A ESTAS RAZONES?

Una respuesta normal a este tipo de artículos sería decir “Ok, a partir de mañana, voy a leer más la Biblia”. Gloria a Dios por ese buen deseo. Pero ese ímpetu de fuerza de voluntad solo te puede transportar unos días, semanas o meses, dependiendo de tu disciplina personal. Pero el factor decisivo en nuestra santificación no es nuestra fuerza de voluntad, sino la gracia de Cristo y el poder del Espíritu Santo. Creo que una respuesta más adecuada sería la siguiente oración:

“Padre, mira cuántas buenas razones para leer tu Palabra y, aun así, mi corazón no va a querer leer. Ayúdame por la gracia de Jesús a meditar en estas razones y pon en mí el deseo y el gusto por leer tu Palabra. Estoy en tus manos.”

Deseo que este artículo te motive a tener esta oración presente en tu corazón.


Natán Abellán nació en España en una familia cristiana (una posibilidad muy pequeña en ese país). En 2004 se mudó a Monterrey para estudiar en la Universidad Cristiana de las Américas, en donde graduó de la licenciatura en Teología Pastoral en 2008. Luego estudió la Maestría en Divinidades en Detroit Baptist Theological Seminary, graduando en 2011. En los últimos 15 años ha servido como ministro de música, misionero y pastor. Lleva diez años casado con su amiga Keren, y desde hace seis años disfruta de ser padre de Aarón Xavier.