Si nos negamos a orar en el noviazgo, nos negamos a recibir los preciosos recursos que más necesitamos en el noviazgo.

Muchos de nosotros tenemos problemas en nuestras relaciones sentimentales —para entender nuestros corazones, para comunicarnos el uno con el otro, para organizar nuestras prioridades y responsabilidades, para rechazar la tentación sexual— sin siquiera pedirle a Dios sabiduría, fuerza y ayuda. Nos preguntamos por qué cometemos los mismos errores y caemos en pecado una y otra vez, cuando dejamos al Rey sentado en la banca. Podemos hablar sobre la oración, pero rara vez hablamos con Dios. Leemos artículos, les escribimos a nuestros amigos, escuchamos meditaciones, incluso pedimos consejo, pero no nos hincamos a los pies de nuestro Padre celestial. Si queremos tener una buena relación de noviazgo, necesitamos orar más.

La invitación a orar en el noviazgo no es solo otra carga en los hombros de todos los que siguen solteros. Es el camino a recorrer para que Dios pruebe, confirme y cumpla nuestros sentimientos y deseos. No es otro curso de cultura general por el que tenemos que pasar antes de que Dios nos dé un esposo o una esposa. Como un Boeing 747, la oración es lo suficientemente grande, fuerte y segura para llevarnos a través de nuestros años de soltería, y si Dios quiere, a la tierra del matrimonio.

No comiences un noviazgo sin orar, y no dejes de orar al esperar. Si no sabes cómo orar, aquí hay siete oraciones para cualquier relación aún-no-casada.

1. LIBÉRANOS PARA TENER UN NOVIAZGO DIFERENTE

“Si, pues, coméis o bebéis” —o tenéis un noviazgo u os casáis— “o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Co. 10:31).

Padre nuestro que estás en lo cielos, mucho del noviazgo moderno está tan roto —ambigüedad innecesaria, comunicación dañina, miedo al compromiso, límites traspasados, rupturas desastrosas—. Porque somos tuyos, queremos con desesperación que nuestro noviazgo sea diferente. Resguarda nuestra relación de todos los malos ejemplos que nos rodean. Permite que nuestro amor y respeto mutuo diga algo profundo y hermoso sobre tu Hijo, incluso cuando nos equivocamos o pecamos el uno contra el otro.

2. DANOS PASIÓN POR LA FE Y EL GOZO EN TI DE NUESTRA PAREJA

“Y confiado en esto, sé que quedaré, que aún permaneceré con todos vosotros, para vuestro provecho y gozo de la fe, para que abunde vuestra gloria de mí en Cristo Jesús” (Fil. 1:25-26).

Sería muy fácil enfocar nuestra atención y energías en el otro —la condición de nuestra relación, la naturaleza de nuestros conflictos, la trayectoria de nuestros sentimientos— pero la dinámica más importante en nuestra relación será cómo influye en nuestra relación contigo. Por naturaleza, estoy más preocupado por lo que mi novia (o novio) piensa o siente por mí, cuando debería preocuparme más por lo que ella (o él) piensa y siente por ti. Dios, inspira en nosotros una pasión por la fe y el gozo en ti del otro.

3. EVITA QUE NUESTRO AFECTO POR EL OTRO NOS CIEGUE AL PECADO

“Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo. Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Co. 11:2-3).

La línea entre afecto e infatuación se puede difuminar con rapidez en una relación, cegándonos de verte a ti y vernos a nosotros mismos. Estando “enamorados” perdemos de vista nuestra condición caída. Satanás nos encamina hacia la euforia y nos engaña para que ignoremos, pasemos por alto o excusemos el pecado. Por nuestras relaciones, cedemos en maneras que nunca lo haríamos de otra manera. Dios, desplaza la niebla de cualquier infatuación, y llena nuestros ojos con tu verdad y belleza. Cuando toda fibra de cada músculo de nuestros cuerpos quiera ceder ante la tentación, enciende nuestros corazones para rechazar las sucias promesas del pecado y preferirte a ti y a tu justicia.

4. RECUÉRDANOS QUE NUESTROS CUERPOS FUERON COMPRADOS CON UN PRECIOSO E INFINITO PRECIO

“Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo” (1 Co. 6:18–20).

Triste y trágicamente, la inmoralidad sexual parece ser la norma —incluso, en algunos casos, entre parejas que dicen ser cristianas—. Pero, cuando todos están cediendo, nos negamos a rendirnos. Cuando seamos tentados a cruzar límites que tú hayas amorosamente establecido para nosotros, lleva nuestras mentes a la cruz, donde Jesús murió para liberarnos de toda pizca de pecado sexual. Será una de las hazañas más radicales, contraculturales, y espirituales de nuestras vidas: escoger decir no a los impulsos de experimentar o expresar nuestra sexualidad en el noviazgo porque confiamos en ti y atesoramos a Jesús.

5. ENVUELVE NUESTRO NOVIAZGO CON OTRAS RELACIONES SIGNIFICATIVAS

“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado” (He. 3:12-13).

Padre, guárdanos de aislarnos a nosotros mismos y a nuestra relación de otros creyentes. Cuanto más tiempo pasamos a solas, menos tiempo pasamos con otras personas importantes en nuestras vidas. Esa distancia es uno de los más grandes peligros en el noviazgo. Incluye en nuestros sentimientos, nuestra comunicación, y nuestra toma de decisiones a los hombres y a las mujeres que necesitamos. Acerca a otros cristianos que nos amen lo suficiente como para hacernos preguntas difíciles. Cuando la tentación sea aislarnos en un rincón, envuelve nuestra relación en una comunidad real, consistente y arraigada.

6. EN TU TIEMPO PERFECTO, DANOS CLARIDAD SOBRE SI DEBEMOS CASARNOS

“Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él y él hará (…) Guarda silencio ante Jehová, y espera en él” (Sal. 37:5, 7).

“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Stg. 1:5).

Sentimos cuán vulnerables somos en nuestro noviazgo —la incertidumbre, la fragilidad, la volatilidad—. No es un amor seguro todavía, porque aún no ha sido sellado con nuestras promesas. Si vamos a amarnos verdadera, profunda, exclusiva, libre y apasionadamente el uno al otro, debe ser como esposo y esposa. Debe ser dentro de la hermosa y misteriosa unión del matrimonio. Entonces, danos claridad, Dios. Estamos esperando que nos aclares si debemos casarnos. No queremos ser novios un día más de lo que tú tengas para nosotros. Rogamos por sabiduría en nuestro noviazgo porque sabemos cuánto te deleitas en darla a aquellos que la piden.

7. EN CADA PASO, RECUÉRDANOS NUESTRO PRIMER Y MÁS GRANDE AMOR

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente” (Lc. 10:27).

“Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor” (Ap. 2:4).

Sobre todo, prohíbe que cualquier amor comience a opacar o reemplazar nuestro amor por ti. Si cualquiera de nosotros consistentemente nos aleja de ti, danos suficiente fe y amor para dejarlo. Guárdanos de cualquiera que quiera tu lugar en nuestro corazón, y guíanos a un esposo o esposa que te haya entregado todo su corazón, alma, mente y fuerzas. Si nos casamos alguna vez o no, nos comprometemos a amarte por siempre a ti —de este día en adelante, para bien, para mal, en riqueza, en pobreza, en enfermedad y en salud— hasta que la muerte de una vez por todas nos case contigo.


Marshall Segal es un escritor y el editor en jefe en desiringGod.org. Él es el autor de Soltero por ahora: La búsqueda del gozo en la soltería y el noviazgo. Graduó de Bethlehem College & Seminary. Él y su esposa, Faye, tienen un hijo y viven en Minneapolis.


Publicado originalmente en www.desiringgod.org. Este artículo ha sido traducido y usado con permiso.