Hace un tiempo, le pregunté a una amiga cómo le había ido con la visita de su mamá en casa. Esta fue su respuesta:
“¡Muy bien! Disfrutamos mucho tenerla aquí, ni se diga los niños con su abuelita consentidora. Lloraron mucho cuando se fue. Pero bueno, ahora a recuperar la disciplina y obediencia en el hogar; porque cuando está mi mamá, no nos deja corregirlos, disciplinarlos, ni rehusarles nada. He tratado de hablar con ella, pero me dice que no aguanta verlos llorar o sufrir ni por un momento”.
Otra amiga me comentó esto:
“Mi suegra se está quedando un mes con nosotros en casa. Siempre la disfrutamos, y es muy servicial. Solo que no sé cómo hacerle con los niños porque ella quiere que los dejemos hacer lo que quieran. Quiere cargar todo el día al bebé, aunque ya lo tengo acostumbrado a no estar siempre en brazos. Les prepara cualquier comida que quieran y no nos permite obligarlos a comer lo que les servimos. La amamos, y ella sabe de la instrucción bíblica de la crianza, pero simplemente no aguanta que sus nietos estén tristes”.
¿Te suena? ¿Acaso pudieras ser tú, querida lectora, esta abuelita que se enorgullece de ser la abuelita consentidora de sus nietos?
“Corona de los viejos son los nietos” (Pr. 17:6). Pocas cosas en la vida se comparan con el privilegio de ser abuela, de cargar en los brazos a un bebé nacido de tu propia hija o hijo. ¡Se siente como ganarse una corona de verdad! Todos los demás intereses se hacen a un lado para poder pasar tiempo con él o con ella. Ser abuela es un verdadero privilegio.
Pero ¿alguna vez te habías puesto a pensar, abuela cristiana, en la gran responsabilidad que conlleva este privilegio? Te comparto algunas de estas responsabilidades:
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Acepta que tus nietos no existen para hacerte feliz
“Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mt. 6:21).
Si las mamás luchamos con la tentación de centrar nuestra felicidad en nuestros hijos, las abuelitas parecen sufrir de una sobredosis de esta tendencia. Es fácil perderse en esa pequeña vida que lleva tu sangre en sus venas, que se parece a ti, y que te provee una bendita distracción de los dolores y preocupaciones de la vejez. Querida abuelita, ningún ser humano (¡o pequeño angelito caído!), puede hacerte feliz. Escuchar la hermosa palabra “abuela” de pequeños labios puede llenarte de sentimientos bonitos temporales, pero tu verdadera identidad tiene que estar centrada en Cristo. No pongas la pesada carga de “hacer feliz a la abuela” sobre los pequeños hombros de tus nietos. No podrán soportarla.
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Adopta metas bíblicas para tus nietos
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Ro. 8:29).
Si analizamos la conducta de la gran mayoría de los abuelos hoy en día, tendríamos que llegar a la conclusión de que tienen una meta de vida para sus nietos: “Que sean felices”. Los abuelos cristianos deben reconocer que esta es una meta deficiente que puede perjudicar la vida espiritual de sus nietos. Las metas bíblicas que las Escrituras presentan son la salvación y la santificación, el ser transformado a la imagen de Cristo. ¿Deseas esto para tus nietos? Más que su felicidad pasajera, debes desear su bienestar eterno. Al idolatrar la felicidad temporal de tus nietos, estarás alejándolos de la vida eterna.
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Reconoce que tus nietos son pecadores
“Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Ro. 3:23).
“Éramos por naturaleza hijos de ira” (Ef. 2:3).
Es difícil para los abuelos aceptar realidades bíblicas como estas. Si no confiamos en el diagnóstico divino de la condición verdadera de sus corazones, no buscaremos la verdadera solución para el problema más grande que tienen nuestros nietos. Ese llanto por no conseguir lo que quiere es rebelión contra Dios. Esas mentiras que te cuenta para que tomes su lado en contra de su mamá son el resultado de su esclavitud al pecado. Si tu nieto fuera vendido en esclavitud, harías todo lo posible por rescatarlo. ¿Verdad? ¿Estás haciendo todo lo posible por rescatar a tus nietos de su esclavitud al pecado? ¿O te haces la ciega para poder consentirlos?
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Permite que los padres de tus nietos los críen
“Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, (…) Y vosotros, padres, (…) criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Ef. 5:31, 6:4).
Las abuelas pueden ser una preciosa fuente de sabiduría para sus hijos, yernos y nueras, especialmente cuando reconocen y respetan el lugar de cada uno. Dios ha encomendado claramente la tarea de la crianza a los padres. Efesios nos indica que esta crianza se practica dentro de la unidad familiar independiente de los abuelos. Cada vez que intervienes entre tu nieto y sus padres, estás enseñándole a retar la autoridad de sus padres, y estás estorbando la obra de Dios en ese hogar. Aunque el esfuerzo de crianza de tus hijos sea imperfecto, y aunque no estés de acuerdo con su filosofía de crianza, lo mejor para tus nietos es aprender a someterse a sus padres. Dios les promete bendición (Ef. 6:1-3). Gracias a Dios por las abuelas que contribuyen a la crianza de sus nietos por medio de consejos sabios, compasivos, y, sobre todo, privados.
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Participa activamente en la vida espiritual de tus nietos
“Las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos” (Dt. 4:9).
“La oración eficaz del justo puede mucho” (Stg. 5:16).
La Biblia indica que los abuelos sí pueden tener parte en instruir a sus nietos en los caminos del Señor. Muchos abuelos cristianos han enriquecido las vidas espirituales de sus nietos al compartirles historias de la obra de Dios en sus vidas, citarles pasajes de la Biblia, escucharlos contar sus problemas y preocupaciones, proveerles de consejos sabios, y orar con y por ellos. ¡Qué privilegio contar a las siguientes generaciones las maravillas del Señor! Qué gran responsabilidad llevar ante el trono de la gracia diariamente las almas de los nietos. Esta es la mejor obra que puedes hacer por tus nietos, querida abuela.
CONCLUSIÓN
¿Te has creído la mentira de que las abuelas tienen que consentir a sus nietos? ¿Crees que esa perspectiva concuerde con la de Dios? Evalúa las inclinaciones de tu propio corazón, y entrega al Señor la idolatría que hay en él. Así llegarás a ser un instrumento útil en la vida de tus nietos.
Si eres hija o nuera, atrévete a compartir esto con tu mamá o tu suegra. Abuela, no te ofendas si te comparten un escrito así, o buenos libros sobre la crianza. Es todo por el bien de tus nietos. ¡Humillémonos y trabajemos en equipo para que la siguiente generación experimente la obra de Dios en sus vidas!
Recomiendo que abuelos cristianos lean libros como los siguientes:
Cómo pastorear el corazón de tu hijo, por Tedd Tripp.
La crianza de los hijos, por Paul Tripp.