A veces, importantes temas teológicos pueden surgir en los lugares más sorprendentes.

El Financial Times reina como uno de los periódicos más influyentes del mundo. Es la lectura asignada de la clase “Davos”, y se asemeja en influencia al New York Times y el Washington Post. El Financial Times está a la vanguardia del mundo periodístico con su análisis perspicaz, crítica cultural, y desglose económico de los asuntos más urgentes que enfrentan el mundo. No es un periódico para los cobardes.

Este mismo periódico recientemente publicó el sorprendente encabezado: “Un predicador para el América de Trump: Joel Osteen y el evangelio de la prosperidad”.

Edward Luce, editor americano del Financial Times, compuso este artículo, que narra su visita a Lakewood Church, el más influyente templo del evangelio de la prosperidad en América. Luce se arma de toda su elocuencia y capacidad analítica para elaborar este artículo perspicaz —una historia que explora la fricción entre el evangelio de la prosperidad de Joel Osteen y la fe cristiana histórica y ortodoxa—.

El reporte de Luce no solamente detalla lo que está presente en la teología de la prosperidad, sino lo que está ausente. Asistió a un grupo de apoyo varonil y escribió: “El optimismo, la esperanza, el destino, la siega, la abundancia —estas son las palabras de moda de Lakewood. La prosperidad también—”. Luego, revela la ausencia abismal de importantes temas teológicos: “Palabras que rara vez escucharías incluyen culpa, vergüenza, pecado, arrepentimiento e infierno. Lakewood no es el tipo de iglesia que va a inquietar tu conciencia”.  El encargado del grupo de apoyo varonil le dijo a Luce: “Si quieres sentirte mal, Lakewook no es para ti. La mayoría de las personas quieren salir de la iglesia sintiéndose mejor que cuando llegaron”.

Esta afirmación sintetiza el mensaje esencial de la teología de la prosperidad —una teología que no se centra en Dios y su gloria, sino un mensaje psicológico antropocéntrico destinado a hacer que las personas simplemente se sientan mejor acerca de sí mismas—.

De hecho, la autopromoción fundamenta el éxito del evangelio de la prosperidad. Todo el significado y el sentido del universo gira alrededor del “yo”. Entonces, el significado y la identidad se han alejado del Dios autoexistente y autorevelador y hacia el individuo autoimportante y autoadorador a quien Dios ama.

Indudablemente Dios nos ama. De hecho, la Biblia dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito”. Pero el evangelio de la prosperidad ha cambiado el ímpetu de ese amor, alejándolo de la alabanza y gloria del Creador hacia la alabanza y gloria de la criatura. Luce expresa perfectamente este sentimiento en su artículo, notando que Osteen dice: “Si Dios tuviera un refrigerador, tu foto estaría pegada en él. Si tuviera una computadora, tu foto sería el fondo”.

Osteen ha invertido el orden completo del cristianismo bíblico —un orden que comienza con la suprema prioridad, gloria y santidad de Dios—. Dios, y solamente Dios, recibe la gloria. La manifestación de su amor en Jesucristo demuestra que es el justo y el que justifica al que tiene fe en Cristo. Osteen, sin embargo, invierte la polaridad y hace que Dios sea el gran admirador del individuo.

Luce tuvo la oportunidad de reunirse con Osteen y entrevistarlo en privado. Durante la entrevista, Osteen francamente explicó su anémica teología bíblica que para nada se parece a las enseñanzas de Cristo. Luce le preguntó a Osteen cómo evitaba hablar del pecado y de la redención en su mensaje supuestamente cristiano. Osteen le contestó: “Mira, soy hijo de predicador, entonces soy un optimista. La vida ya nos hace sentirnos culpables todos los días. Si quieres cargarle con culpa a las personas, entonces se disgustan”.

El reportero secular del Financial Times parece tener una mejor comprensión de las enseñanzas del cristianismo ortodoxo que el mismo Osteen. Luce acertadamente le pregunta cómo un mensaje puede presentarse como cristiano cuando evita la idea del pecado y la redención. Osteen le responde, no con teología, sino con psicología.

Sostiene que ningún individuo debería sentir culpa o vergüenza —ni por su pecado en contra de un Dios santo y justo—. Luce le pregunta a Osteen: “¿Cómo embonas decirle a la gente que ignoren sus conciencias con el Nuevo Testamento?” Osteen le replicó: “Yo predico el evangelio, pero somos no-denominacionales. No es mi intención enfocarme en los tecnicismos. Quiero ayudar a que las personas duerman por las noches”.

Osteen intercambia las consecuencias eternas del poder redentor del evangelio a través de Jesucristo por una pobremente encubierta papilla de psicoterapia moderna y pensamiento positivo. Sus enseñanzas son psicología popular que se asemeja más a los mantras de Oprah Winfrey que al evangelio de Jesucristo.

Después de detallar su conversación con Osteen, Luce analiza su tiempo con el predicador de la prosperidad, escribiendo: “Osteen conoce a su audiencia. Queremos que sacrifiquen becerros gordos por nosotros. En su mensaje, no existe ni rastro del fuego y azufre de un Billy Graham o de un Jerry Falwell, dos de los más célebres evangelistas americanos del siglo 20. Osteen se parece a una Oprah Winfrey en traje. No le está vendiendo opio a al pueblo. Es más como una terapia para la clase media disfuncional”.

El artículo de Luce lo deja en claro: el mensaje de Osteen es una mina de oro. En efecto, el falso evangelio de Osteen le ha salido bien económicamente. Como dice el artículo, Osteen recibió un avance de $13 millones de dólares por solamente un libro reciente. Luce explica: “Con una fortuna valorada en unos $60 millones de dólares y una mansión valorada en $10.7 millones de dólares en Zillow, Osteen no está viviendo como un fraile. Su casa suburbana en Houston tiene tres elevadores, una piscina y estacionamiento para 20 vehículos, incluyendo su Ferrari 458 Italia de $230,000 dólares”.

En su artículo, Luce también reproduce una cita de otra predicadora del evangelio de la prosperidad, Paula White: “Cualquiera que te diga que te niegues a ti mismo es un Satanás”. 

Alguien le debería a decir a Paula que Jesús mismo dijo que deberíamos negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz y seguirle. Si te confundes entre Jesús y Satanás, has cometido un error eternamente fatal.

Sin embargo, la superestructura completa del evangelio de la prosperidad mercadea teología falsa de pies a la cabeza. Cita a Osteen diciendo: “Si haces tu parte, Dios hará la suya. Él te promoverá. Él te dará el aumento”.

Esto es una inversión completa del Evangelio revelado en las Escrituras. Nunca las Escrituras le dicen a la humanidad que, si nosotros simplemente hacemos lo que nos toca, Dios hará lo que le toca a Él. De hecho, la Biblia revela que Dios ya realizó todo lo que necesitamos para nuestra salvación en el sacrificio de Jesucristo sobre su cruz.

Quizás la afirmación más horripilante del artículo del Financial Times trata con la exégesis de Osteen sobre las últimas palabras de Jesús sobre la cruz: “Consumado es”.  Osteen no cree que Jesús declaró estas palabras como una afirmación de su muerte inminente y la expiación que había logrado. Al contrario, Osteen predica que “es consumado” significa que “la culpa ha terminado. La depresión ha terminado. La baja autoestima ha terminado. La mediocridad ha terminado. Está totalmente terminado”.

Osteen ha reemplazado el mensaje completo de Cristo y lo que logró en Gólgota. Ha intercambiado la expiación sacrificial por el ensimismamiento. Cuando Cristo declaró, “Es consumado”, declaró mucho más que lo que afirma la diluida psicoterapia de Joel Osteen —de hecho, Cristo declaró que la salvación había sido lograda; que la muerte y el diablo habían sido derrotados—. El velo del templo había sido roto, declarando el final del sistema de sacrificios porque el sacrificio perfecto había sido realizado. A través de Jesucristo, ahora tenemos acceso directo al Padre.

Esas son las buenas noticias del Evangelio; eso es lo que los cristianos han entendido como el fundamento de nuestra esperanza como pueblo de Dios.

Osteen trágicamente intercambia la esperanza del Evangelio centrado en Cristo y su obra consumada por un insípido, ensimismado, egocéntrico mensaje de psicoterapia. No proclama el Evangelio sino una esperanza falsa. Aleja los ojos de sus oyentes de la gloria del Dios eterno a un dios que es un mayordomo cósmico, que cumple nuestros antojos y nos da salud y riquezas.

Cuando pensamos en la competencia del Evangelio de Jesucristo, inmediatamente pensamos en las principales religiones del mundo como el islam, el judaísmo, el hinduismo y el budismo. Incluso pudiéramos incluir el secularismo moderno en esa categoría de competencia teológica a las verdades afirmadas por el cristianismo.

Pero en muchas partes del mundo, la competencia más grande por los corazones y las mentes de las personas es entre el cristianismo bíblico y el evangelio de la prosperidad.

Y el problema central del evangelio de la prosperidad es no que te ofrece demasiado, sino que te ofrece muy poco. El Evangelio de Jesucristo trae salvación, el perdón de pecados, y la vida eterna. El evangelio de la prosperidad te promete un Ferrari. Por lo menos, para Joel Osteen así fue.


El Dr. Al Mohler es presidente del Southern Baptist Seminary en Louisville, KY, conocido por liderar el resurgimiento conservador en este seminario. Es un reconocido predicador, conferencista y apologeta.


Este artículo fue publicado en la página del Dr. Mohler. Usado y traducido con permiso.