A veces creemos que para crecer espiritualmente necesitamos una llave que está escondida en algún lugar de la Biblia. Si tan solo la encontráramos, podríamos abrir la puerta hacia una vida de espiritualidad profunda y comunión con Dios.

Pero no es así.

En realidad, Dios ha decidido que crezcamos a través de medios ordinarios. Si bien el cristianismo está lleno de eventos sobrenaturales (los relatos milagrosos en la Biblia, y por supuesto, la regeneración del creyente), el crecimiento cristiano sucede en la quietud de nuestro tiempo con el Señor, en la aplicación disciplinada de su Palabra, en la reunión con su pueblo, y en la participación de las ordenanzas.

DÓNDE BUSCAMOS EL CRECIMIENTO

De chico me encantaban los campamentos juveniles. Sentía que en ellos experimentaba un crecimiento espiritual fuera de lo ordinario. Regresaba animado, bendecido, listo para evangelizar el mundo y nunca más volver a pecar. El sentimiento duraba dos semanas, y luego todo regresaba a la normalidad. El pecado seguía haciéndome tropezar, y la casi euforia del campamento terminaba por esfumarse.

Lamentablemente, hemos creado una cultura cristiana donde buscamos el crecimiento express. Algunos se convierten en “cristianos de conferencia”, creyendo que es allí donde se experimenta el mayor crecimiento. Las conferencias pueden ser buenas, pero cuando suplantan a la iglesia local, se convierten en tóxicas.

Esperamos encontrar el poder de Dios en lo espectacular. Nos sorprende encontrarlo en lo ordinario.

Otros buscan el crecimiento en métodos místicos, en libros, sentimientos de euforia, la palabra profética de algún supuesto “apóstol”, y en otro sinnúmero de experiencias.

Esperamos encontrar el poder de Dios en lo espectacular. Nos sorprende encontrarlo en lo ordinario.

MEDIOS ORDINARIOS DE CRECIMIENTO

El crecimiento cristiano se lleva a cabo a través de medios ordinarios de gracia. ¿Quieres crecer espiritualmente? No hay una llave secreta. La llave está allí, a plena vista, enfrente de ti.

Resumiré los medios ordinarios de crecimiento en cuatro palabras: Biblia, oración, iglesia, ordenanzas.

  1. BIBLIA

El crecimiento espiritual comienza por conocer a Dios. Conocemos al Dios verdadero a través de su Palabra verdadera: la Biblia.

Los Salmos y Proverbios nos mandan guardar la Palabra (Sal. 19:11; 119:9; 11; Pr. 2:1), atesorarla (Sal. 19:10), buscarla (Pr. 2:4), y meditarla (Sal. 1:2; 119:15). Es imposible que crezcas espiritualmente si no lees y meditas la Palabra de Dios.

Algunos creyentes leen la Biblia incluso diariamente, pero no meditan en ella. La meditación bíblica no es especialmente complicada, pero vivimos en un mundo tan ajetreado y lleno de notificaciones que se nos dificulta hacer una pausa y meditar en algo.

La transformación sucede en la quietud de mi tiempo con Dios.

Meditar es darle vueltas en nuestra mente a lo que Dios ha dicho. Es pensar en lo que la Biblia dice, lo que implica, y las maneras en que puedo aplicar esas verdades a mi vida. Así que la transformación sucede en la quietud de mi tiempo con Dios.

Si quiero que la lectura y meditación transformen mi vida, tengo que aplicar lo leído. Encontré 38 versículos en donde Dios dice que sus estatutos y mandamientos deben ponerse por obra.[1] En otras palabras, debo hacer aquellas cosas que Dios quiere que haga.

Mi vida es transformada cuando, en el poder del Espíritu y por la gracia de Jesucristo, pongo por obra la Palabra de Dios.

  1. ORACIÓN

La única manera de crecer en nuestra vida de oración es orando. Orar es hablar con Dios. Algo tan sencillo pero que descuidamos demasiado.

Cuando le pregunto a mis estudiantes cómo está su vida de oración, casi siempre responden con una mirada aterrada, esperando que no les pregunte individualmente. La mayoría de nosotros no estamos satisfechos con nuestra vida de oración, y la razón es porque no nos damos el tiempo para orar.

Por supuesto que tenemos el tiempo. ¡Podemos orar a toda hora, en todo momento, en cualquier lugar! Olvidamos orar, en parte, porque olvidamos que la vida no es solamente física, sino también espiritual.

Si tuviera que recomendar maneras de entender mejor la oración y cómo aplicarla a la vida, recomendaría primeramente estudiar el Padre Nuestro (Mt. 6:9-13; Lc. 11:2-4), y buscar en una concordancia aquellos textos que hablan sobre la oración, y estudiarlos también.

Algunos recursos históricos son la Carta 130 de Agustín sobre la oración, o el Método sencillo de oración de Martín Lutero. Un libro moderno que leí recientemente y disfruté bastante fue La oración, por Tim Keller.

Al final, la mejor manera de orar es orando bíblicamente.

  1. IGLESIA

Pudiéramos caer en el error de pensar que, puesto que parte del crecimiento espiritual sucede en lo individual, no necesito de otros para crecer. Ese pensamiento ha llevado a que algunos creyentes, quizá con buenas intenciones, hagan menos el mandato a reunirse con la iglesia (He. 10:25).

“No necesito asistir a una congregación”, dicen; “Yo tengo una relación personal con Cristo”.

Olvidamos que, con muy pocas excepciones, las cartas del Nuevo Testamento se dirigen a iglesias, a conjuntos de discípulos de Jesucristo bajo el gobierno bíblico de pastores.

La Biblia dice:

“… a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos” (Fil. 1:1).

“Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso” (He. 13:17).

Es claro que la iglesia primitiva estaba bien organizada bajo la dirección de pastores[2] asistidos por diáconos. Por lo tanto, un estudio bíblico no puede reemplazar a la iglesia. Escuchar sermones por internet no es lo mismo a reunirse con la iglesia y estar bajo el cuidado, exhortación, y disciplina de los pastores.

El crecimiento espiritual sucede en el contexto de la iglesia local.

Una verdadera iglesia es aquella que tiene un liderazgo bíblico, predicación bíblica, donde se busca la santidad, y se practican las ordenanzas.

El crecimiento espiritual sucede en el contexto de la iglesia local. Es en la iglesia donde somos exhortados por la Palabra, podemos poner en práctica nuestros dones, recibimos disciplina, aprendemos a amar a nuestros hermanos, y buscamos evangelizar a los perdidos.

Si quieres crecer espiritualmente, es imprescindible que seas miembro de una iglesia local. Dale la más grande prioridad. Recuerda: no es una reunión social, es la reunión del cuerpo de Jesucristo.

  1. ORDENANZAS

Dios nos ha dejado dos ordenanzas en su Palabra: el bautismo y la cena del Señor. A veces me parece que “ordenanza” no es la mejor palabra ya que, si bien Dios nos manda a participar en ellas, es mucho más que una simple orden.

El bautismo es mi identificación pública con Cristo. El cristiano obedece al bautizarse porque el bautismo es una señal y sello de lo que Dios ha hecho en la vida de una persona regenerada. Es un símbolo poderoso, una señal externa de lo que ha sucedido internamente.

Por otro lado, la cena del Señor nos recuerda su obra expiatoria (Lc. 22:19), pero incluso va más allá de eso, es “la participación [koinōnia] en la sangre [y] el cuerpo de Cristo” (1 Co. 10:16 LBLA). Es, por supuesto, una participación espiritual, pero es una participación real.

Si quieres crecer espiritualmente, debes identificarte con Cristo a través del bautismo, y recordar su obra redentora y participar de Él en la Comunión.

Por lo tanto, la belleza del crecimiento cristiano es que está disponible para todo creyente ya que sucede a través de medios ordinarios. La transformación espiritual no es para unos pocos súper cristianos, es para ti y para mí.

Mi oración y deseo es ser transformado más a la imagen de Jesucristo. ¿Qué de ti?


[1] Levítico 18:4; 19:37; 20:8, 22; 25:18; Números 15:39; Deuteronomio 4:6, 13; 5:1, 31; 6:1, 3, 25; 8:1; 12:1; 17:19; 19:9; 26:16; 28:1, 58; 29:9; 30:8; 2 Reyes 17:37; 1 Crónicas 22:13; 28:7; 2 Crónicas 34:31; Salmos 103:18; Jeremías 1:12; 11:6; 44:17, 25; Ezequiel 20:19, 21; 33:31–32; 36:27; 37:24; 43:11.

[2] Las palabras obispo, pastor, y anciano se refieren al mismo cargo del pastorado.