De toda la Biblia, quizás no exista un libro tan apreciado por el pueblo de Dios como los salmos. Sin embargo, a la misma vez que nos deleitan, los salmos también nos generan ciertos problemas. ¿Cómo podemos leer, interpretar y experimentar los salmos de manera provechosa?

1. Recuerda qué son los salmos

Los salmos no son epístolas llenas de argumentos lógicos e información doctrinal. Son cantos, no cátedras; oraciones, no sermones. Son las palabras del pueblo de Dios dirigidas a Dios (y a otros hijos de Dios) que expresan la gran variedad de emociones que el ser humano experimenta en este mundo caído. Sin duda, son enfáticamente emocionales y el buen lector será sensible a las emociones comunicadas en cada salmo. Al ser himnos, la forma de interpretar los salmos cambia en comparación con otros tipos de literatura bíblica. Por ejemplo, el contexto inmediato normalmente tiene poca influencia sobre su interpretación y, en muchas ocasiones, no es necesario considerar el contexto histórico, porque no sabemos nada de las circunstancias del autor cuando escribió el salmo.

2. Entiende cómo se expresan

Los salmos no se dirigen principalmente a la cabeza, sino al corazón. Buscan despertar emociones.[1] Cambian a los lectores llegando a su imaginación antes que a su intelecto. Para lograrlo, usan dos herramientas principales:

El paralelismo.[2] Es común que los salmos se expresen en pares, usando dos líneas o renglones para comunicar sus conceptos. Nunca es simple repetición, pues la segunda línea añade o aclara la información. Procura dar una mayor profundidad al concepto expresado por el salmista. Cuando observes el uso de paralelismo, busca la información adicional que otorga la segunda línea.

El lenguaje figurado. La poesía expresa sus ideas de formas creativas e inesperadas. En vez de escribir un ensayo teológico sobre la protección de Dios, el autor compara a Dios con un castillo, pintando un cuadro mental que despierta emociones en el oyente. El buen lector se esforzará por entender las emociones y verdades que expresa el lenguaje figurado.

3. Distingue sus múltiples formas

Hay muchos tipos diferentes de salmos y muchas maneras diferentes de clasificarlos.  Aquí les presento una manera de catalogarlos.

Lamento: expresa dolor, tristeza o decepción por circunstancias que parecen indicar el olvido, rechazo, o castigo de Dios. Es interesante notar que esta es la categoría más numerosa con aproximadamente 60 salmos.

Alabanza: alaba a Dios por la grandeza de su carácter o las bendiciones generales que ha derramado sobre la nación de Israel o sobre todo el mundo.

Acción de gracias: expresa gratitud a Dios por las bendiciones específicas que ha derramado sobre el salmista o sobre la nación de Israel.

Sabiduría: explica las virtudes de la sabiduría o la vida en el camino de Dios.

Confianza: expresa confianza en Dios a pesar de una situación desesperante.

Otros: reales (celebran al rey davídico, los cuales usualmente son mesiánicos), cantos de Sion (las virtudes de Jerusalén), renovación del pacto (una renovada consagración nacional), historia de salvación (recordando la manera en que Dios libró a Israel de Egipto), imprecatorios (piden el juicio sobre los enemigos de Israel), y confesión (expresan el sentir del pecador y se pide perdón). Algunos otros salmos no encajan en una categoría específica.

4. Identifica su fundamento

Aunque los salmos expresan emociones, no solo expresan emociones. Una y otra vez, los salmistas expresan verdades teológicas que llevan al salmista a expresar su confianza en la fidelidad de Dios. Estas verdades teológicas transforman sus emociones, aun cuando las circunstancias no cambien. Sirven como ejemplo para nosotros de cómo manejar nuestras emociones inestables. Sí, los salmos son enfáticamente emocionales, pero también son enfáticamente teológicos. Los salmistas vierten sus emociones inestables sobre el fundamento firme de la Palabra de Dios.

Identifica las verdades teológicas que fundamentan la esperanza del salmista.

5. Imita su sinceridad

Los salmos modelan la forma de manejar con la gran variedad de emociones que el hijo de Dios experimenta. A veces, minimizamos el aspecto emocional de nuestra relación con Dios. La Biblia nunca lo hace. Los salmos nos abastecen de palabras para orar en cada situación de la vida. Los salmistas son muy transparentes con Dios y se expresan con total franqueza. Esto es digno de imitar. Pero también debemos de recordar que expresar las emociones no es el objetivo final. Existe un fundamento teológico al cual siempre regresan para transformar sus emociones.

El buen lector de los salmos imitará la sinceridad de los salmistas en su vida de oración y adoración.

6. Incorpora los salmos a la historia de redención

Los salmos son parte de la gran historia de la Biblia que culmina en Cristo. En los salmos, Cristo es el protagonista y el tema principal. Algunos salmos son mesiánicos. Otros describen parte de esa gran historia: cantaremos de la maravillosa creación de Dios, lamentaremos la condición caída del hombre, nos regocijaremos en el plan de redención de Dios, y anhelaremos la restauración de todas las cosas. Recuerda que Cristo experimentó toda la gama de emociones humanas y salió triunfante. ¡Nosotros también podemos experimentar su triunfo!

El buen lector integrará el salmo en la historia de redención con sus ojos puestos en Jesús.

Los salmos se tienen que leer y analizar, pero sobre todo se tienen que sentir. Deja que los salmos te saquen de tu entumecimiento espiritual. Si, al contrario, tus emociones suelen desbordarse, no dudes en expresar tus sentimientos a Dios, pero permite que los salmos guíen tus emociones hacia las verdades teológicas que has perdido de vista en medio de tus circunstancias adversas. Medita profundamente en las emociones y verdades que expresan para pasar de la depresión a la adoración, de la desesperación al deleite en tu Dios, que es digno de suprema alabanza.


[1] Gama de algunas emociones en los salmos

Felicidad: contentamiento, orgullo, aceptación, poder, paz, confianza, optimismo.

Tristeza: dolor, depresión, culpa, desesperanza, vulnerabilidad, soledad.

Enojo: decepción, humillación, amargura, ira, agresividad, frustración, queja, alejamiento.

Temor: miedo, ansiedad, inseguridad, debilidad, rechazo, amenaza.

Sorpresa: sobresalto, confusión, asombro, entusiasmo.

[2] Tipos de paralelismo

Repetición: paralelismo sinónimo; la segunda línea repite y amplifica la primera.

Contraste: paralelismo antitético; la segunda línea presenta un contraste a la primera línea.

Comparación: la segunda línea da una metáfora que ilustra la primera línea.

Culminación: paralelismo sintético; la segunda línea completa y culmina la primera línea.