¿Alguna vez le has tenido miedo a Dios? Yo sí. Sobre todo, me da miedo entregar por completo mi futuro en las manos de Dios. Tengo miedo de lo que pudiera enviar a mi vida.

Este año, tengo dos peticiones delante de Dios. Primero, pido que Dios me ayude a deleitarme en Él cada día en mi lectura bíblica. Segundo, pido que Dios me permita verlo obrar de maneras sorprendentes. Que sucedan cosas que solamente tienen una explicación: Dios. Quiero verlo hacer lo imposible.

Y es allí donde me topo con mi temor. Porque para verlo hacer lo imposible, tengo que estar en situaciones que son imposibles para mí. Situaciones que están fuera de mi control y más allá de mi habilidad de solucionar.

Y eso… ¡me aterra!

Hace unos días, mientras buscaba deleitarme en Dios en mi lectura personal, leí el siguiente versículo.

“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mt. 7:11).

¡Qué alivio llena mi corazón al leer este versículo! Si yo intento ser bueno con mis hijos, ¡Él lo es mucho más! Dios sabe dar cosas buenas a sus hijos. Es más misericordioso y más sabio que yo. ¡Puedo confiar en Él!

Cuando reflexiono sobre esta verdad, recuerdo otros pasajes que enseñan la misma verdad.

“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Stg. 1:17).

Jacobo no solamente nos enseña que Dios nos regala buenas dádivas, sino que también nos recuerda que TODO don perfecto viene de Él. No viene de mi astucia, ni mi poder, ni el trabajo, ni la familia. Viene del Padre de las luces.

Los hijos de Coré dicen lo siguiente:

“Porque sol y escudo es Jehová Dios; Gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad” (Sal. 84:11).

La Biblia de las Américas lo traduce así: “nada bueno niega a los que andan en integridad”. Mi buen Padre celestial no me negará nada que sea bueno.

Este pasaje me recuerda Romanos 8:

“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Ro. 8:32).

Cuando dudo de Dios, estoy siendo irracional. Piénsalo. Dios dio a su Hijo Unigénito por mí. Si Dios me ama tanto que estuvo dispuesto a entregar a su Hijo, es imposible que ahora me deje solo ante el peligro, enviando tentación y aflicción innecesaria a mi vida. ¡Es ilógico dudar de Él!

Estando en Romanos 8, no puedo evitar leer el famoso versículo 28:

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Ro. 8:28).

Sin duda, hemos abusado mucho de este versículo. Este versículo no promete que todo me irá bonito. Algunas cosas serán difíciles. En el mismo pasaje menciona cosas como hambre, desnudez, peligro, espada, tribulación o angustia (Ro. 8:35). Pero, cuando me lleguen esas cosas, puedo confiar que Él controla los resultados. Todo será para mi bien y su gloria. Todo será un regalo de mi buen Padre de las luces.

Estas promesas silencian los traicioneros temores que susurran en mi oído llenándome de dudas.

  • Mi Padre me dará buenas cosas.
  • Toda dádiva buena desciende de mi Padre.
  • No me negará ningún bien.
  • Con Cristo me entrega todas las cosas.
  • Todas las cosas me ayudan a bien.

¡Así es mi buen Padre!

No solamente la Biblia me asegura de su amor y cuidado. Al reflexionar sobre los últimos años, meses y semanas, he visto a Dios haciendo cosas imposibles. Me llenan de tranquilidad y confianza.

Te menciono algunas:

  • Un matrimonio de nuestra iglesia ahora tiene una hija, después de siete años de matrimonio sin poder concebir. Lo intentaron por muchos medios. Y, cuando ya habían dejado de buscar algún recurso médico, ¡llegó! ¡Qué dádiva tan buena!
  • Seis doctores le dijeron a un joven de nuestra iglesia que sus riñones solo estaban funcionando a un 40% y que no había posibilidad de revertir esa situación. Pero, ahora, sus riñones están funcionando al 100%. Esta situación impactó grandemente la vida de su padre inconverso, y seguimos orando que Dios le salve. ¡Todas las cosas ayudan a bien!
  • Sirvo en una universidad cristiana donde las finanzas siempre son precarias (¡como en todo ministerio!). Con todo, hemos visto la provisión milagrosa de Dios, sosteniendo la universidad. ¡No nos niega cosas buenas!
  • Unos amigos, misioneros en Zambia, que no habían podido concebir y habían adoptado un hijo africano, recientemente se enteraron de que están esperando un bebé. ¡Contra todo pronóstico!

Si eres como yo, te puede dar miedo entregarte por completo en las manos de Dios.

Cuando dudes de la bondad de Dios, recuerda sus promesas para que silencien los traicioneros temores que susurran a tu oído y te llenan el corazón de dudas.

Él es Jehová. Es bueno. Te ama. Te dio a Cristo. Te dará todas las cosas. Y todas las cosas ayudarán a tu bien.

No temas.

Si quieres, puedes orar la oración que escribí ese día.

“Padre, tú eres infinitamente bueno. Tu bondad y amor superan todas mis expectativas. Perdona mis temores, pues reflejan mis dudas sobre tu bondad. Lléname de fe, y permíteme verte obrar en maneras poderosas, haciendo lo imposible. Permite que vea tu poder, bondad y gloria. Quiero cantar de tu poder, bondad y gloria. ¡Gracias por ser tan bueno! En el nombre de Jesús, Amén”.