Hace unos días, mi esposo me enseñó un video de un foro donde varios profesores y especialistas, uno con doctorado en biología, hablaban sobre la diversidad de género. Cuando empezaron a hablar sobre las diferencias biológicas que el cuerpo femenino tiene con respecto al masculino, una parte del público explotó en ira. Tanto así que rompieron el sistema de sonido, intentando detener la conversación.

Déjame aclarar: este no era un panel cristiano. No estaban hablando de un diseño divino para la mujer, ni de su obligación de tener hijos. Solo enumeraban las características físicas indiscutibles del cuerpo de una mujer a diferencia del cuerpo del hombre: órganos reproductores, glándulas mamarias, masa corporal, etc. Con tan solo mencionar estas realidades, las personas se enojaron.

Nos puede parecer exagerada esta reacción, pero es la realidad del mundo moderno. Y no solo está sucediendo entre grupos extremos. Está permeando las escuelas, hogares, e incluso iglesias de nuestras comunidades.

Una pregunta para ti: ¿te chocó el título de esta publicación? ¿Algo dentro de ti se encogió, o levantó su puño al pensar que tu cuerpo fue diseñado para dar vida? Si es así, estás siendo afectada por la corriente de este mundo. Sí, puedo afirmar eso con bastante confianza porque Dios es muy claro en su Palabra. Él diseñó el cuerpo de la mujer con un propósito físico primordial: dar vida.

Considera las realidades biológicas

Cuando una niña llega a la pubertad, y su cuerpo se empieza a desarrollar, ¿hay alguna parte de ese desarrollo que no tenga que ver con el poder embarazarse o alimentar a un bebé? (¡La única que se me ocurre son las espinillas que cubren su cara!).

Cada mes, mujeres entre la edad aproximadamente de 12 y 50 años, experimentan un desagradable recordatorio de su habilidad de cargar a un bebé en su vientre.

Las camisas para mujeres tienen una forma diferente a las de los hombres porque el torso de la mujer tiene diferente forma. La mayor diferencia es debido a la habilidad que Dios da a las mujeres de producir leche para su bebé recién nacido.

Contempla el diseño original

¿Regresarías conmigo al Huerto de Edén un momento? Cuando aún no existe nada, Dios crea la tierra, el firmamento, la luz, los mares y la tierra seca, las plantas, los cuerpos celestes, y los animales. Declara que todo esto es bueno. Su última y especial creación es el hombre y la mujer, y lo primero que les dice después de crearlos es: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla” (Gn. 1:28b). En el diseño original de Dios, ¡no existían humanos sin la posibilidad de reproducirse! De hecho, al parecer, ¡reproducirse para extender el reino de Dios en la tierra debió ser su primordial objetivo! Esto es sumamente contracultural. Pero sumamente bíblico.

Sigamos un poco más adelante a Génesis 3:20: “Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes”. Cuando Adán miró a su esposa, y quiso darle un nombre que reflejara su identidad y valor, le puso Eva (“Madre”). La propia identidad de la primera mujer se envolvía en su papel como dadora de vida. Sin ella, Adán no podía hacer lo que Dios le encomendó.

Cambia tu perspectiva

¿Qué significa todo esto para una joven cristiana que aún no se ha casado? Podrías pensar que no importa mucho lo que piensas acerca de tu cuerpo, tu sistema reproductivo, y la maternidad en general. Pero no es así. La vida diaria de la mujer es impactada por el diseño divino de su cuerpo. Si su perspectiva no es correcta, tampoco sus actitudes y decisiones.

  1. El diseño de tu cuerpo glorifica a Dios y avanza su reino. 

Los creyentes formamos parte del reino de Dios, y cada área de nuestra vida debe conformarse a ese reino. Tú eres parte de una historia mucho más grande que tú misma. Y puedes ser un eslabón en una cadena larguísima de generaciones que buscan el avance de su reino. ¡Qué privilegio ser parte del cumplimiento del mandato que Dios dio a Adán y Eva! Las mujeres tenemos un privilegio único de ayudar a poblar el reino de Dios —literalmente— siendo portadoras de vida. Aunque sigas soltera toda tu vida, o infértil, puedes regocijarte en los recordatorios que tu cuerpo te da del diseño maravilloso de Dios para la mujer. Y puedes participar en el avance del reino de Dios como madre espiritual.

  1. El diseño de tu cuerpo te enseña que no eres tu propia dueña. 

Tienes a un Diseñador todo-sabio que te hizo exactamente como Él quiso, para cumplir las funciones que Él desea. Ese Creador también envió a su Hijo a redimirte de tu pecado y darte vida eterna. Tu habilidad física de dar y sostener una vida te recuerda que ya has sido comprada por Otro, y tu cuerpo le pertenece a Él. Tú no defines ni decides tu función o propósito. Dios ya lo ha hecho. Eres templo del Espíritu Santo. ¡Cuán contracultural es este mensaje!

  1. El diseño de tu cuerpo te mantiene dependiente de Dios.

Tu ciclo de menstruación, tus altibajos hormonales, y tus deseos sexuales fluctuantes, entre otras cosas, te recuerdan tu gran necesidad de correr a Cristo en busca de dirección y ayuda. Él sabe mejor que nadie cómo funcionas y qué necesitas. Tus metas en la vida, tus prioridades, tu interacción con otras personas, tu actitud hacia los niños, todo debe estar sujeto a Dios como tu única fuente de dirección y sabiduría.

Solo hemos tocado la superficie de este tema amplio. Te pido que consideres tu perspectiva sobre tu cuerpo y el diseño de Dios para ti. El mundo te seguirá gritando mentiras, pero Dios puede sostenerte y enseñarte a pensar como Él. En su creación original y buena, antes del pecado, Él compartió con la mujer un aspecto de su propia habilidad de concebir y sostener nueva vida. ¡Regocíjate en tu diseño como mujer!


Una versión de este artículo fue publicado en Aviva Nuestros Corazones.