Debería ser de ánimo para muchos pastores “anónimos”, aquellos que nunca han visto algún sermón volverse viral, nunca han sido el invitado principal en alguna conferencia, nunca han enseñado en otro país, nunca han visto a multitudes nacer de nuevo, o nunca han sido parte de una explosiva iglesia local, que los valores de Jesús son completamente opuestos a los del mundo. Las cosas mencionadas son grandes oportunidades para el avance del Evangelio, pero no son necesarias para la fidelidad.

Los requisitos de Jesús nunca han sido una oratoria brillante, una capacidad de contar historias conmovedoras, enumerar manos levantadas o contar cuántas personas han pasado al frente, el enseñar a grandes multitudes o ver crecimiento numérico espectacular. Todas estas cosas son buenas, pero simplemente no son esenciales.

  1. Jesús dijo que Él edificaría su iglesia, y lo hace a través de siervos, no celebridades. Muchas veces el vaso de barro quiere brillar como si fuera el tesoro (2 Co. 4:7).
  2. Jesús edifica su iglesia por el uso correcto de las Escrituras sin trucos ni manipulación. Muchas veces pensamos que la Palabra de Dios necesita un poco de ayuda, un poco más de ostentación o glamur, que le echemos la mano un poco. Algunos predicadores se avergüenzan de la predicación y enseñanza ordinaria pero poderosa de la Palabra de Dios (2 Co. 4:2).
  3. Jesús edifica su iglesia por medio de siervos imperfectos y humildes, no por medio de intérpretes virtuosos que pueden ejecutar impecablemente un culto de adoración y mover eficazmente a las multitudes. Tenemos que tener cuidado de que nuestros métodos no sean la mera manipulación de corazones pedregosos que reciben la Palabra con gozo pero que no han nacido de nuevo verdaderamente (Mt. 13:20-21).
  4. Jesús edifica su cuerpo, la iglesia, por medio de cada miembro sin importar si es un ojo o algún miembro escondido, pero necesario, del cuerpo (1 Co. 12:20-27).

El Apóstol Pablo escribió:

“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.  Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros” (Ro. 12:3-5).


Steve Hafler. Pastor de Highlands Baptist Church in Centennial, Colorado, Steve y su esposa Toni tienen seis hijos y fueron misioneros en África por 12 años. Su mayor deleite es predicar la Palabra de Dios, discipular a otros y verles crecer en la gracia y el conocimiento de Jesucristo.