Si alguien te pidiera resumir la Biblia entera en una sola palabra, ¿qué dirías? Entre la multitud de buenas respuestas, yo contestaría reino. Muchos teólogos creen que el reino es el centro de la historia.[1] ¿Por qué el reino? Porque Dios siempre ha reinado, pero la forma en la que Él administra su reino en el mundo ha cambiado a través de los siglos.[2]

EL REINO DE DIOS

Dios muestra que Él es el Rey cuando, en la semana de la creación, todo lo que Él dice se hace. Su Palabra es poderosa y eficaz, y su potestad es absoluta. Cada día se marca con el patrón: “y Dios dijo… y fue así”. Además, Dios muestra que es Rey de todo al llamar a la luz, día, y a las tinieblas, noche (Gn. 1:5), a la expansión, cielos (Gn. 1:8) y a lo seco, tierra (Gn. 1:10). En mi casa, mi hija es la única con el derecho de ponerle nombre a sus peluches. Ningún otro niño tiene derecho de ponerle nombre a los peluches de mi hija – sin su consentimiento. Ponerle nombre a algo presupone posesión. Dios es Dueño y Señor de todo porque Él es Rey.

Una vez mostrado su señorío sobre su creación, Dios revela que su plan es reinar por medio de un agente, un virrey. Dios crea al hombre para que señoree sobre los demás habitantes de la creación. Pero, aun cuando Dios le encarga al hombre el señorear, Dios mantiene su preeminencia en la creación porque es Él quien delega la autoridad, y el hombre solo puede señorear porque fue creado a la imagen y semejanza del Rey ( Gn. 1:26). El reino del hombre está sujeto al reino divino desde su comienzo.

Ahora bien, podemos observar tres aspectos del reino de Dios desde los primeros capítulos de Génesis.

El reino terrenal de Dios

La tarea de señorear sobre la Tierra y sus habitantes hizo de Adán el agente divino para el reino terrenal. Con el tiempo y más descendencia, Adán hubiera sido el rey de todos los hombres, además de ser señor sobre la naturaleza. El reino de Dios, por Adán, iba a ser un reino terrenal.

El reino espiritual de Dios

El aspecto más importante del reino divino era el espiritual: la comunión que el hombre podía tener con Dios. Dios se comunicaba directamente con Adán (Gn. 1 y 2), y Génesis 3:8 implica que “al aire del día” (traducción literal – tal vez en la tarde) Dios daba un paseo diario con el hombre. Éste es el aspecto espiritual del reino de Dios. Disfrutar de comunión y estar bien con Él requiere sometimiento: ser un súbdito sumiso del reino espiritual. La comisión de “fructificar, multiplicar y llenar la tierra” no se trataba solo de multiplicar seres humanos sino de multiplicar adoradores. Somos creados para Él (Ro. 11:36).

El reino universal de Dios

La comisión de sojuzgar toda la Tierra habla del reino universal (Gn. 1:28). Adán no solo tenía que trabajar y guardar el santuario (Edén; Gn 2:15), sino que debía extender los límites del santuario al mundo entero. Obviamente, el mandamiento de la subyugación de la tierra conllevaba la multiplicación de personas que pudieran extender las condiciones especiales del santuario a nivel global.

La Biblia es la historia de cómo Dios, por medio de su Hijo, restaura su dominio sobre una creación rebelde.Entender el reino de Dios en sus aspectos espirituales, terrenales y universales ayuda a ver el pecado de Adán como una rebelión contra el gobierno de Dios. Desde que Satanás pecó, han existido dos reinos espirituales (Col. 1:13). El pecado de Adán es más que comer una “manzana” prohibida, es traición. Es ponerse del lado del usurpador celestial, Satanás. Es rebelarse. Es cambiar el gobierno divino por el satánico. La Biblia es la historia de cómo Dios, por medio de su Hijo, restaura su dominio sobre una creación rebelde.[3]

En los siguientes artículos veremos el desarrollo de este tema en las Escrituras, pero hacemos bien en tomar una pausa y adorar, en maravillarnos con David, quien exclama: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies” (Sal. 8:3-6). Al hombre, que es inferior a los ángeles, ¿le hizo señor de todo? ¿Hizo un universo tan grande para seres tan pequeños? ¡Qué gran amor para el hombre! Y qué preparación para Cristo: el verdadero agente de Dios. El que establecerá el reino terrenal, espiritual y universal será verdaderamente un hombre. Será el hombre divino. Será el Dios humanado, Jesús.

También hacemos bien en aplicar estas verdades a nuestras vidas. En su clase “Familia cristiana”, mi compañero Mateo Bixby da un buen resumen de la comisión del hombre. Lo expresa así: “Llenar la tierra de personas que representan a Dios, sojuzgando la tierra, andando en comunión con Él y reflejando su imagen, dándole así la gloria”.[4] El papel de la familia en el reino de Dios es patente. ¿Refleja mi vida sumisión voluntaria al Rey Jesús? ¿Me someto a su autoridad (2 Co. 5:17)? ¿Busco extender su reino espiritual a las vidas de los demás (Mt. 6:10)? ¿Mi familia tiene la visión de ser agentes del Rey, embajadores de las condiciones de paz (reconciliación) que Él ofrece ahora por su Hijo (2 Co. 5:18-20)? ¿Mis acciones y actitudes muestran fe en el reino eterno de Dios por su Hijo (Sal. 45:6; Lc. 1:33)?


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[1] Centro es una palabra técnica en este contexto. Se refiere al resumen de todo. Según ellos, con este tema lo has dicho todo. Yo prefiero ver un conjunto de temas principales en vez de un centro único.
El concepto del reino hace referencia a cómo Dios ha gobernado el mundo en un momento específico.

[2] Esta expresión refleja una perspectiva dispensacional moderada.

[3] Este es un elemento central, no el único elemento central en la historia. En cada estudio de la teología bíblica que abordaré, incluiré una frase paralela a esta oración que resumirá el tema entero.

[4] Mateo Bixby, Familia Cristiana (Oremundo: Curso de Videos) 2017.