Recientemente, un amigo me preguntó: “¿Qué opinas sobre la inteligencia emocional? ¿Crees que los creyentes deberíamos utilizarla como una herramienta en nuestras vidas?”. En los últimos años se ha hablado sobre este tema en el área educativa bajo el concepto de “educación socioemocional” y ha cobrado un fuerte valor al prometer el happy learning [aprendizaje feliz]. En el área laboral, ha sido una de las herramientas para buscar empleados capaces y productivos. En el área personal, se supone que te ayuda a ser un ser humano feliz y completo.

Debo ser honesta, de entrada suena muy bien. Su objetivo son seres humanos maduros y capaces de manejar cualquier situación. Pero ¿qué dice la Palabra de Dios? “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Col. 2:8). Todo creyente debería evaluar cada nueva teoría y filosofía bajo la luz de la Palabra para estar “siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 P. 3:15).

¿QUÉ ES LA INTELIGENCIA EMOCIONAL?

Un estudio sobre la inteligencia emocional la define diciendo:

“Es una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la agilidad mental, etc. Ellas configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo que resultan indispensables para una buena y creativa adaptación social”.[1]

Según la misma fuente, la inteligencia emocional abarca cinco competencias principales: el autoconocimiento, la autorregulación, la automotivación, la empatía, y las habilidades sociales.

¿ES ANTIBÍBLICA LA INTELIGENCIA EMOCIONAL?

“Esto no suena nada antibíblico”, pudiéramos pensar, pero ¿notaste la sutileza del “auto”? Autoconciencia, autodisciplina, autoconocimiento, autorregulación, automotivación… Este prefijo, según la RAE, significa “de o por sí mismo”.[2] En el momento en que nos sentimos autosuficientes para lograr todo lo que nos proponemos, nos remontamos al primer engaño en el Edén. Allí, la serpiente le prometió a Eva que sería como Dios (Gn. 3:5). Sí, cuando luchamos por lograr el “auto” en nuestras vidas, le estamos diciendo a Dios: “Yo quiero ser mi propio dios”. Cuando utilizamos todas las estrategias para controlar nuestras vidas y hacer las cosas como nosotros queremos, estamos erigiéndonos como nuestros propios dioses. Así que, la inteligencia emocional sí es antibíblica.

Aunque esto debiera ser suficiente para no interesarnos en la inteligencia emocional, quisiera observar en breve las cinco competencias de la inteligencia emocional.

Las analizaré desde dos perspectivas: el carácter del hombre y el carácter de Dios.

el Autoconocimiento

“El conocimiento de uno mismo […] constituye la piedra angular de la inteligencia emocional […] la capacidad de seguir momento a momento nuestros sentimientos resultan crucial para la intromisión psicológica y la comprensión de uno mismo […] las personas que tienen una mayor certeza de sus emociones suelen dirigir mejor sus vidas”.[3]

Hombre: Es imposible que tengamos una percepción clara de lo que somos porque el pecado nos engañará y nos hará tener una percepción distorsionada de nosotros mismos (Jer. 17:9).

Dios: Él es omnisciente. Él lo conoce todo. Job reconoce: “Yo conozco que todo lo puedes y que no hay pensamiento que se esconda de ti” (Job 42:2).

Cuando identificamos sentimientos o emociones buenas, como amor o esperanza, en ningún momento nos hacen una buena persona. Somos pecadores que necesitan ir a la Palabra de Dios para examinar su corazón diariamente. Solo Dios nos muestra cualquier nuevo ídolo que se está formando en nuestro corazón y solo Él puede ayudarnos (Sal. 139:23-24).

la Autorregulación

“La conciencia de uno mismo es una habilidad básica que nos permite controlar nuestros sentimientos y adecuarlos al momento […] las personas que carecen de esta habilidad tienen que batallar constantemente con las tensiones desagradables mientras que, por el contrario, quienes destacan en el ejercicio de esta capacidad se recuperan mucho más rápidamente de los reveses y contratiempos de la vida”.[4]

Hombre: El hombre no puede controlar nada. Aunque lo intente, no podrá controlar sus emociones en momentos de crisis o estrés.

Dios: Él es soberano. Él controla todo. Dios controla cada evento para su propia gloria (Sal. 103:19; Pr. 16:33).

Cada circunstancia en nuestras vidas es controlada por un Dios soberano, justo y amoroso. La seguridad de que todas las cosas nos ayudan a bien es la verdad que nos permite responder con sentimientos correctos a las dificultades de la vida (Ro. 8:28). Dios no quiere que tengamos vidas “autorreguladas”, sino reguladas por su Espíritu Santo a través de una dependencia continua de Él.

Además, un seguidor de Cristo tiene la garantía de la presencia del Espíritu Santo en él, para recordarle la verdad de su Palabra en medio de la dificultad. Y el poder del Espíritu Santo le capacita para controlar sus deseos y sentimientos pecaminosos. Las Escrituras lo afirman constantemente (2 Ti. 1:7; Ro. 8:26; Gál. 3:18-24).

la Automotivación

“El control de la vida emocional y su subordinación a un objetivo resulta esencial para espolear y mantener la atención, motivación y la creatividad […] las personas que tienen esta habilidad suelen ser más productivas y eficaces en todas las empresas que acometen”.[5]

Hombre: Es egoísta. Solo se preocupa por él mismo y sus metas. No buscará agradar a Dios. Entonces, los resultados de sus esfuerzos serán pecaminosos.

Dios: Él es el que produce el querer como el hacer por su buena voluntad (Fil. 2:13). Solo Él nos hace verdaderamente productivos.

El meollo del asunto —de nuevo— es el yo. ¿Mis razones para “automotivarme” son las motivaciones que Dios me daría? ¿Pienso que puedo hacer todo? ¿Cómo encaja mi “automotivación” con los planes de Dios para el progreso del Evangelio? 

La Empatía y las habilidades sociales

“Otra capacidad que se asienta en la capacidad emocional de uno mismo constituye la habilidad popular fundamental y se basa en buena medida, en la habilidad para relacionarnos adecuadamente con las emociones ajenas… las personas que sobresalen en este tipo de habilidades suelen ser auténticas estrellas que tienen éxito en todas las actividades vinculadas a las relaciones interpersonales”.[6]

Hombre: No ama a los demás, busca su propio bien (Fil. 2:21).

Dios: Ama sacrificialmente. Nos dio el mayor ejemplo de amor al darnos a su Hijo por nosotros.

Cuando una persona busca mostrar “empatía”, lo hará para verse bien y tener éxito en su vida. Para producir una verdadera “empatía” (amor), el hombre necesita a Dios. El amor al prójimo es algo que solo el Espíritu puede producir(1 Co. 13: 4-7).

CONCLUSIÓN

La sutileza de la inteligencia emocional está en la recompensa ofrecida: sentirte bien contigo mismo, tener buenas relaciones interpersonales y motivarte a ser cada vez mejor. Tú empiezas a tener el control de tu vida —o al menos eso crees—. No te dejas herir por nadie. Controlas tus acciones y actitudes. Te conviertes en tu propio dios.

Querido hermano, te suplico que tengas cuidado de no convertirte en tu propio dios. 

Fitzpatrick lo dice así:

“Cuando nos pasamos nuestra vida buscando el control pecaminoso de nuestro mundo, descubrimos que nuestro mundo hace algo asombroso, ¡se encoge! En vez de fortalecernos y volvernos personas con grandes corazones y grandes capacidades para la obediencia amorosa nuestros corazones empequeñecen […] Cuando así buscamos ser como un dios, estamos actuando justo como nuestro enemigo, el diablo. Él quiso tener el control; quiso usurpar la autoridad Dios”.

Por último, quisiera dar dos advertencias:

  1. Padres: Estos términos están cada vez más fuertes en el ámbito educativo. Platica con tus hijos sobre esto. Ayúdales a pensar en la verdad de la Palabra de Dios. Aprovecha esto para guiar a tus hijos hacia Cristo. ¡Tu hijo no puede ser feliz por sí solo! ¡Necesita a Cristo!
  2. Trabajadores: Tú ya conoces este tema y quizás ya aceptaste alguna de estas mentiras. Derríbalas y pon tu fundamento en Cristo. Cree que solo Él brinda la productividad que buscas. Dispón tu corazón a entender que Él te ha puesto mejores metas de las que tú puedes imaginar.

Estamos llamados a vivir el Evangelio. Tenemos que ser intencionales en aplicar la verdad en todas las áreas de nuestra vida. Esto nos permite conocer nuestro corazón pecaminoso y reconocer que necesitamos depender de Cristo, de su Palabra y su Espíritu Santo para que controle o «regule» nuestras emociones, comportamiento y relaciones interpersonales.


[1] Barreiros, Miriam, et al. INTELIGENCIA EMOCIONAL: BENEFICIOS EDUCATIVOS DE SU ESTIMULACIÓN Y DESARROLLO. Universidade Da Coruña. http://www.educacion.udc.es/grupos/gipdae/documentos/congreso/Xcongreso/pdfs/t9/t9c332.pdf.

[2] Real Academia Española. http://lema.rae.es/dpd/srv/search?id=mcfVullDKD6tVIDKqz.

[3] Coleman (1995).


Marisol Rojo es originaria de Nayarit. Está casada con Daniel López, anciano de la Iglesia Bautista La Gracia en Juárez, N.L., México, y tienen una hija, Zara. Es graduada de la Universidad Cristiana de Las Américas, donde ahora colabora en el ministerio de educación. Le encanta enseñar materias seculares, mostrando cómo la Palabra de Dios es superior a cualquier filosofía humana.