Yo soy esposa de pastor. Mi esposo plantó la Iglesia Bautista La Gracia en Juárez, Nuevo León, México, y la ha pastoreado por ocho años (seis años como su único pastor, y los últimos dos años junto a dos otros pastores). Ser parte de esta iglesia y recibir el amor de los hermanos (¡y las hermanas!) ha sido una de las más grandes bendiciones de mi vida.

Tristemente, al parecer, mi experiencia positiva no es tan común. Me cuesta creer algunas de las historias que me cuentan esposas de pastores sobre el trato que reciben de algunos hermanos de su iglesia. Demandas de tiempo y recursos, exigencias de roles, críticas sobre la crianza, acusaciones en cuanto al dinero, y una total falta de consideración y amor. Todo esto caracteriza el trato de ciertos miembros hacia el pastor y su esposa.

Seré la primera en admitir que las esposas de pastor no somos perfectas. Pero ¿se puede justificar un trato como el que acabo de describir? En algunas iglesias es mera tradición. Una actitud crítica y exigente hacia el pastor y su esposa se considera algo normal. En otros casos es un asunto de comparación. Un pastor muy amado se va o se jubila, y la familia que toma su lugar jamás logra llenar el hueco que dejó. En muchas ocasiones, simplemente existe una creencia deficiente o errónea acerca de la familia del pastor. Sin duda alguna, la esposa del pastor tiene la responsabilidad ante Dios de ser santa, de amar a su marido, y de exhibir a Cristo en su vida. Pero ¿hasta qué punto le exige la Biblia a la esposa de un pastor?

Quisiera compartirte varias verdades que pudieran aclarar este asunto:

1. La esposa del pastor es un miembro de la iglesia sin ningún oficio bíblico.

Pudiera parecer absurdo tener que decirlo, pero existe un movimiento grande de iglesias que tienen a la esposa del pastor como una co-líder de la iglesia junto a su esposo. En muchas iglesias se le da el título de “pastora”, mientras que en otras solo existen las exigencias. Si haces un estudio de todo el Nuevo Testamento, encontrarás estas responsabilidades específicas de la esposa del pastor en la iglesia:

Ninguna.

La enseñanza bíblica sobre el liderazgo, la autoridad, y la predicación en la iglesia claramente niega que la mujer participe en estos roles. Esto es un tema para otra publicación, pero es necesario aclararlo para apoyar este punto. La esposa del pastor no tiene ninguna posición de liderazgo ni autoridad en la estructura de la iglesia bíblica. Si el liderazgo masculino de la iglesia, incluyendo a su esposo, le pide participar en algún ministerio, ella funcionará como cualquier otro miembro en esa posición, bajo la autoridad de los líderes.

2. La esposa del pastor es la ayuda idónea de su esposo, no de la iglesia.

La esposa del pastor dijo: “Sí, acepto” a su esposo y solamente a su esposo. Solo con él tiene una relación de pacto en la que ella se compromete a ayudarle y someterse a él. Una esposa de pastor piadosa hará esto con todo su corazón, pero, al hacerlo, no se está comprometiendo a funcionar como ayuda idónea de toda la iglesia.

Es ayuda idónea del pastor de la iglesia, y esto se verá muy diferente según las necesidades y deseos de él. Algunos pastores desearán una esposa muy activa en la iglesia que participa en muchas áreas. Otros pastores necesitarán que ella pase más tiempo en casa cuidando a sus hijos, ayudando en tareas domésticas, o incluso ayudando con los ingresos si la iglesia no es capaz de suplirle un sueldo adecuado.

Por ejemplo, conozco a pastores que se sienten más “ayudados” cuando su esposa los acompaña a todas partes y participa en todo, y no les afecta que la casa esté en desorden y no haya comida casera a diario. En cambio, hay otros que necesitan el descanso y tranquilidad de un hogar ordenado y comida calientita al llegar el final del día. Cada esposa de pastor es llamada a someterse y respetar a su propio marido, y a ayudarle de la manera en que él más lo requiera. Ni los miembros de la iglesia, ni el liderazgo de la iglesia —como los diáconos y ancianos— tienen el derecho a exigir ayuda o participación de la esposa del pastor que su propio esposo no le haya pedido.

3. Las esposas de pastor no tienen todas los mismos dones.

La Biblia presenta un cuadro hermoso de la iglesia local como un cuerpo en el cual cada miembro cumple cierta función para el bien de todo el cuerpo y la gloria de Dios (1 Co. 12). Para este fin, Dios dota a cada creyente con diferentes dones para el beneficio de sus hermanos en Cristo, y para dar testimonio de Él. Si tienes algo de tiempo en una iglesia local saludable, seguramente has experimentado la bendición de ser ministrado por los dones de tus hermanos en Cristo.

Ser esposa de pastor no es un don espiritual. Con esto quiero decir que, por ser esposa de pastor, una hermana en Cristo no posee automáticamente ciertas habilidades o cierta personalidad. La esposa de pastor no tiene que ser una maestra dotada de la Palabra (aunque debe ser una estudiante de la Biblia, como cada miembro de su iglesia). Ella no tiene que ser una animada maestra de niños, ni una cocinera gourmet, ni una organizadora de eventos.

Dios la ha puesto con sus dones y habilidades en un cuerpo local de creyentes para que juntos se sirvan y se edifiquen. En lugar de exigirle algo extrabíblico a la esposa de tu pastor, agradécele por el servicio que sí brinda a la iglesia, y anímale a ejercer sus propios dones particulares. En vez de pensar que ella tiene que hacer todo, procura que cada hermana de la iglesia tenga espacio para ejercer sus dones.

4. La esposa del pastor es una pecadora necesitada de la gracia de Dios (y sus hijos también).

Muchas personas creen que el pastor y su familia deben ser “perfectamente espirituales”. Como el pastor es el que enseña la Palabra, se piensa que su familia seguramente la obedece a la perfección. Ciertamente, Dios llama a que el pastor sea “irreprensible” (1 Ti. 3:1), y que “gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad” (1 Ti. 3:4). La responsabilidad del pastor, al igual que la de cada hombre cabeza de hogar, es guiar a su familia y exigir obediencia de sus hijos. Pero estos pasajes no justifican una crítica exagerada, o una expectación de que la familia del pastor sea perfecta. Recuerda: ellos también son humanos imperfectos que necesitan de la gracia de Dios.

Todo lo que lees en tu Biblia acerca de ti mismo también es verdad de la esposa de tu pastor. Ella estaba muerta en sus delitos y pecados, y fue alcanzada por la gracia de Dios (Ef. 2:1-5). Ella tiene que esforzarse diariamente en despojarse del viejo hombre y vestirse del nuevo (Ef. 4:22-24). Su carne le tienta, y su corazón levanta ídolos (Gá. 5:17). Ella lucha con el orgullo y el egoísmo (Fil. 2:3), y se cansa de hacer el bien (Gá. 6:9). Pero no solo esto: ella observa cómo su esposo se desgasta diariamente por el bien de la iglesia, una iglesia que muchas veces no aprecia su sacrificio, y aun así los trata con amor y paciencia (Ef. 4:2). Lo más probable es que, aunque tú esperas que ella sea la mujer más espiritual de la iglesia, ella sienta lo opuesto. Se siente sola porque la ven diferente, y quizá no tenga amigas cercanas con quienes compartir sus luchas.

Pero no tiene que ser así. Yo soy testigo de que la esposa del pastor puede ser amada, aceptada, perdonada, y apreciada como hermana en Cristo, con los dones que tiene. Ella puede tener amigas en la iglesia que le ayuden espiritualmente, y le animen en su labor. Cuando los hermanos de la iglesia entienden que la esposa del pastor es un miembro más de la iglesia, la pueden aceptar y tratar como tal. Juntos pueden crecer en santificación, y mostrarle al mundo un testimonio de armonía y amor mutuo. Pueden contribuir al crecimiento de sus hijos al amarlos y mostrarles gracia y misericordia. De esta manera, la congregación y las esposas de pastores viven la realidad del evangelio.


Este artículo fue publicado en Coalición por el Evangelio. Usado con permiso.