Sin importar los meses o años de casados que un matrimonio haya pasado, hay una gran realidad que cada pareja enfrenta en su matrimonio (casi siempre la descubren en la luna de miel). Esta realidad es que cada uno se casó con un pecador, y que la pecaminosidad de la otra persona es mayor de lo que uno había imaginado.

La reacción típica al pecado de otro es comenzar a juzgarlo y condenarlo, y luego intentar cambiarlo. Cuando Dios tuvo la misericordia de mostrarme que estaba cometiendo estos pecados en contra de mi esposo, me quedé con algunas dudas: ¿Cuál es la respuesta correcta de una esposa al hecho de que su esposo no sea perfecto? ¿Cómo puede una esposa ayudar a su esposo sin tomar una actitud incorrecta de querer forzar un cambio en él? Aunque la respuesta es amplia y variada, hay una parte de ella que es indiscutible…

Sin importar la condición espiritual de su esposo, una esposa siempre puede y debe orar por él.

¿Hay otras cosas que puedo y debo hacer? Probablemente, sí. Esas cosas varían mucho de un matrimonio a otro, pero la necesidad de orar por nuestro esposo existe en todos los matrimonios. ¿Por qué? Porque, cuando oro, me dirijo al Creador y Diseñador de mi esposo, al Único que puede obrar una verdadera transformación en él. También oro porque la oración produce dependencia en mi propio corazón. La dependencia en Dios es necesaria para que yo deje de pensar que puedo cambiar a mi esposo por mi cuenta, o que yo conozca la mejor forma de cambiarlo.

Ahora, sigue la pregunta obvia: ¿qué orar? Si no tengo cuidado, puedo usar la oración como otro medio para seguir buscando mi propia voluntad. ¿Qué debo querer para mi esposo? ¿Qué debo pedir por él? Dios nos ha revelado su voluntad en su Palabra, y ahí podemos encontrar muchos motivos infalibles de oración. Por esa razón, te comparto algunas peticiones basadas en textos bíblicos. Oremos por nuestros esposos con la confianza de que estamos pidiendo por él lo que Dios mismo desea para él.

  1. Que sea fortalecido con poder en su hombre interior por el Espíritu Santo (Ef. 3:16).
  2. Que habite Cristo por la fe en su corazón, que su fe sea exclusiva en Cristo, y que abunde cada vez más (Ef. 3:17).
  3. Que viva principalmente para avanzar el reino de Dios sobre la Tierra, empezando en su hogar y extendiéndose a su trabajo e iglesia (Mt. 28:19-20).
  4. Que ame la Palabra de Dios, priorizándola en su vida personal y familiar, y que esa Palabra haga una obra transformadora en su propio corazón y vida (Sal. 119:97; 2 Ti. 3:16-17).
  5. Que busque preparar a su familia para la eternidad, y no solo para ser exitosa aquí sobre la tierra (Mt. 6:19-21; Ef. 5:15-16).
  6. Que tenga éxito en sus esfuerzos, según la voluntad de Dios, dándole a Él la gloria cuando así sea (Gá. 1:10).
  7. Que le proteja de tentación, y de su propia carne y deseos; que Satanás no tenga victoria en su vida (Mt. 6:13; Tit. 2:12).
  8. Que te ame como Cristo ama a la iglesia, no necesariamente como tú quieres ser amada. Que busque tu santificación con paciencia y amor (Ef. 5:25-30).
  9. Que busque criar a sus hijos en la disciplina y amonestación del Señor, no buscando conformarlos a su propia imagen, sino a la imagen de Jesucristo (Ef. 6:4; Ro. 12:2).
  10. Que tenga un testimonio de buenas obras, atrayendo a otros al Evangelio y ejerciendo influencia piadosa en las personas que le rodean (Tit. 2:7-11).

Esta lista es solo una pequeña probadita de todas las peticiones que podemos encontrar en los tesoros de las Escrituras. (Si realmente quieres aprender a orar la Biblia como un ejercicio espiritual, te recomiendo el libro escrito por Donald Whitney llamado “Orando la Biblia”, publicado por B&H Español).

¡Llevemos a nuestros esposos ante el trono de la gracia, entregándolos a la obra de Dios, reconociendo nuestra propia falta de sabiduría y creciendo en dependencia absoluta de nuestro soberano Mediador Jesucristo!