La blasfemia contra el Espíritu es tu boleto al infierno. Si blasfemas contra el Espíritu, Dios no te perdonará “ni en este siglo, ni en el venidero” (Mt. 12:31–32). Espeluznante, ¿verdad? ¡En el cielo no habrá nadie que haya caído en esta blasfemia! Pero ¿qué significa blasfemar contra el Espíritu? ¿Ser grosero con Él? ¿Tergiversar la doctrina del Espíritu? Por supuesto, la respuesta será importante para cualquiera que le importe su salvación.

Analicemos a qué se refería Jesús cuando dijo: “… la blasfemia contra el Espíritu no […] será perdonada” (Mt. 12:31).

El escenario

¿En qué contexto Jesús hizo esta aseveración? El texto dice que “fue traído a él un endemoniado […] y le sanó” (Mt. 12:22). En respuesta, las multitudes comenzaron a pensar que Él era el esperado Hijo de David, el Mesías (Mt. 12:23; véase 2 S. 7:8–16). Pero los fariseos decían: “Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios” (Mt. 12:24). ¡Estaban diciendo que el poder de Jesús tenía un origen satánico!

En respuesta, Jesús les hizo ver que estaban siendo ilógicos a través de dos preguntas: “¿por qué lucharía Satanás contra sí mismo?” (Mt. 12:25–26) y, hablando de los exorcistas judíos, “¿por el poder de quién echaban fuera a los demonios?” (Mt. 12:27).[1] Por supuesto, no tenía sentido que Satanás se atacase a sí mismo. Y, aunque los judíos se jactaban de sus exorcismos, de ninguna manera afirmarían que su poder tenía un origen demoniaco. Así que, había dos opciones: ser del reino de Dios o ser del reino de Satanás (Mt. 12:30). Era obvio que Jesús era parte del reino de Dios (Mt. 12:28–29).

En este contexto, Jesús dice que “la blasfemia contra el Espíritu no […] será perdonada” (Mt. 12:31).

La interpretación

Entonces, para saber qué significa la blasfemia contra el Espíritu, es necesario considerar lo que hicieron los judíos. Los judíos vieron a Jesús hacer un milagro. La multitud evidencia que lo más lógico era conectar eso con el Mesías prometido —el Hijo de David—. Los judíos “para no reconocer a Jesús como el Hijo de Dios, y sabiendo bien lo que estaban haciendo, con toda deliberación atribuyeron la obra de Dios a Satanás”.[2] No fue una declaración accidental. “Fue la culminación de un largo proceso de rechazar el testimonio en palabra y hecho de Jesús”.[3] El Espíritu Santo validó el ministerio de Jesús y los judíos lo rechazaron deliberadamente.[4] Esa es la blasfemia contra el Espíritu: rechazar deliberada y consistentemente el testimonio del Espíritu sobre la identidad mesiánica de Jesús.

La preocupación

¿Puede cometerse hoy la blasfemia contra el Espíritu? Aunque hay diferentes opiniones, la mayoría afirmaría que sí es posible blasfemar contra el Espíritu hoy.[5] Cuando cualquier persona “rechaza consciente y deliberadamente la operación del Espíritu que da testimonio de la realidad de Jesús como Salvador” ha cometido el pecado imperdonable.[6] Es decir, si una persona ha sido expuesta al Evangelio de Jesús, convencida por el Espíritu de que es verdad, y aun así decide endurecer su corazón, ha cometido la blasfemia contra el Espíritu. Y, cuando una persona se resiste a poner su fe en Jesús hasta este punto, no recibirá perdón jamás en su vida. Entonces, para alivio de los creyentes, “solo los incrédulos pueden cometer hoy este pecado, porque rechazan el ministerio del Espíritu Santo que los conduce a la salvación”.[7]

Conclusión

En resumen, los judíos cometieron la blasfemia porque atribuyeron a Jesús poder satánico, a sabiendas de que tenía el poder del Espíritu en Él. No es un pecado que se cometa por accidente. Es un pecado deliberado. Hoy en día, se puede cometer al rechazar el testimonio del Espíritu de que Jesús es el Salvador. Esto hace evidente que un cristiano no puede cometer la blasfemia contra el Espíritu. Los blasfemos contra el Espíritu son incrédulos que han sido endurecidos por su rechazo constante a Jesús. Por tanto, este pecado no debe preocupar al creyente. Un creyente jamás cometerá la blasfemia contra el Espíritu, puesto que ha aceptado el testimonio del Espíritu sobre Jesús.


[1] Warren W. Wiersbe. Leales en Cristo: Estudio Expositivo del Evangelio según Mateo (Sebring, Florida: Editorial Bautista Independiente, 2003), 96–97.

[2] Comentario bíblico Mundo Hispano, tomo 14: Mateo (El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano, 1993), 177.

[3] Ibíd., 178.

[4] Michael J. Wilkins, Comentario bíblico con aplicación NVI: Mateo (Nashville, Tennessee: Editorial Vida, 2016), 449.

[5] Comentario bíblico Mundo Hispano, tomo 14: Mateo, 177.

[6] Michael J. Wilkins, 450.

[7] Ibíd.


Andrés Constantino nació en la ciudad de Xalapa, Veracruz. Actualmente, reside en el estado de Nuevo León, donde graduó con la licenciatura en Teología Pastoral. Disfruta servir en la Universidad Cristiana de Las Américas y en el ministerio de Palabra y Gracia.