El 1 de julio son las elecciones presidenciales en la República Mexicana. Estamos ante un panorama completamente distinto al del sexenio anterior. Y, aunque puede que votes por diputados o alcalde de tu localidad, estoy seguro de que pensar en quién será el siguiente presidente de México puede ser muy abrumador.

Ante un sinfín de opiniones, una de las que más me preocupa es la siguiente: “Vamos a votar por el menos malo”.

Después de ver los 3 debates, me es interesante que tan pocos hablen de las propuestas. Aun en el tercer debate, es increíble cómo Andrés Manuel sigue contestando las preguntas con exactamente la misma respuesta (“acabar con la corrupción”); cómo Anaya se dedica a descalificar a Andrés Manuel; o cómo las propuestas de Meade o “El Bronco” son opacadas por el contexto de su partido o las acusaciones en su contra.

Pero, como cristiano, ¿deben importarme las elecciones? ¿Hay una perspectiva bíblica que pueda ayudarme a saber cómo tomar una decisión este 1 de julio?

Antes que nada, debemos de comprender que la Biblia no presenta algún sistema político democrático. En la Biblia, abundan las monarquías regidas por personas que provenían de cierto linaje, casta o región (tales como los grandes imperios babilónico, medo-persa, griego y romano). Sin embargo, también nos señala que no hay nada nuevo debajo del sol.

Así que, considero que las Escrituras sí nos ofrecen algunas consideraciones para este 1 de julio.

EL PAPEL DE DIOS EN LAS ELECCIONES

El libro de Daniel nos enseña que Dios domina sobre las naciones, acto que los proverbios confiesan (Pr. 21:1). Habla del reloj escatológico de Dios con las 70 semanas y demuestra que los cuatro imperios no durarán ante el reino sempiterno de Dios. Este libro testifica cómo Dios es quien humilla y luego exalta a Nabucodonosor, el rey más poderoso de la tierra, convirtiéndolo en una bestia, hasta que reconoce al Dios Altísimo (Dn. 4:34-37). Quita el reino al deficiente Belsasar cuando desprecia a Jehová (Dn. 5:26-31). Darío también reconoce el dominio del Dios de Daniel cuando le salva de sus leones (Dn. 6:26-27).

Queda evidente que Dios no solo conoce lo que sucederá, sino que Él lo está orquestando. Sea el resultado que sea, Dios sigue dominando sobre las naciones, y usa a cualquiera para cumplir sus propósitos. Llámese Ciro, Asuero, Artajerjes, Andrés Manuel, Anaya, Meade —o, incluso, a “el Bronco”— Dios puede usarlo para cumplir sus planes. Con el salmista, podemos decir: “¡Jehová reina!” (Sal. 97:1; 99:1).

Ahora bien, ¿eso significa que no importa por quién vote? Por supuesto que no.

MI PAPEL EN LAS ELECCIONES

En estas mismas historias vemos cómo el pueblo de Dios jugó un papel muy importante (¡y eso que no había democracia!). Zorobabel y Jesúa comenzaron a reedificar el templo a pesar de la oposición, incluso yendo en contra del decreto persa (Esd. 4:20-22). Ester se enfrentó al sistema de su día, arriesgando su vida al entrar ante el rey Asuero sin ser llamada por el rey (Est. 4:11; cp. 5:2). Nehemías hizo una petición bastante arriesgada al rey Artajerjes, a pesar de que lo podrían matar incluso por estar triste en presencia del rey (Neh. 2:1-5). Pero todos actuaron de esta manera porque confiaban en Dios y finalmente obtuvieron gracia ante los gobernantes.

Nuestra confianza en Dios nos debe llevar a hacer todo con justicia y rectitud.

A Dios le importa nuestra vida con respecto a la política. Él espera que oremos y roguemos por nuestros gobernantes (1 Ti. 2:1-2). También, la sumisión a la autoridad va ligada al plan de Dios (Ro. 13:1).

De la misma manera, este 1 de julio, tienes ciertas responsabilidades delante de Dios:

  1. Vota: ¡Tienes que votar! ¡Y debes tomar en serio tu voto! El voto nulo y el voto de castigo no son medidas responsables porque técnicamente no emiten un voto por alguien. Solo son maneras de evitar votar acudiendo a la casilla. Por lo tanto, espero que te hayas preparado y tengas tu credencial para votar lista. ¡Organiza tu tiempo y asiste a tu casilla correspondiente!
  2. Infórmate: Esto exige que sepas quién es cada candidato. No solamente su cara, nombre (o apodo) o partido, sino también sus propuestas. Es triste notar que, muchas veces, es de lo que menos estamos informados. Estamos tan distraídos con los memes y las confrontaciones que no conocemos las iniciativas de los candidatos. Como creyentes, nos deben interesar sus propuestas porque debemos buscar aquellas que reflejen más el carácter de Dios, aquellas que puedan permitir que los hijos de Dios vivan quieta y reposadamente (1 Ti. 2:2).
  3. Confía: Lutero decía que orar por el pan nuestro de cada día exigía que rogáramos a Dios que existieran las condiciones para tenerlo: una sociedad justa, una economía floreciente, y buenos empleos. Nosotros confiamos en que lo que ocurra será la voluntad de Dios. A la vez, ejercemos nuestro derecho al voto entendiendo que también es parte del plan de Dios para nosotros obtener esas condiciones. Si Dios quiere que gane el candidato más corrupto o más estrafalario, eso será lo mejor porque eso es lo que nuestro sabio y bondadoso Dios desea. Aun una situación deplorable y crítica puede ser usada por Dios para que haya corazones sensibles al Evangelio.

Así que infórmate, escucha las propuestas, conoce a los candidatos, ten criterio histórico y ora para que Dios te dé sabiduría. Este 1 de julio, vota confiando en que Dios siempre elige lo mejor para llevar a cabo su plan de redención en este mundo.