Hace poco, abrí el Facebook y vi a otra pareja anunciando su noviazgo, tal vez tú también lo viste. Sin embargo, cuánta ansiedad puede causar en ti un anuncio así cuando eres alguien que tal vez está orando por una pareja… y simplemente parece que no llega. Hoy quisiera dedicarte unas palabras de ánimo.

“Ya me quedé”

No sé a cuántos solteros con apenas 25 años he escuchado decir esta frase: “Ya me estoy quedando”. La idea de quedarse soltero se ha traducido como soledad para muchos creyentes que han escuchado del matrimonio cristiano y se les ha animado a llegar a esta etapa de la vida. Ven cómo otros consiguen pareja, oran porque Dios les dé un buen cónyuge, pero parece no llegar.

No obstante, ¿cómo esa actitud responde a lo que Dios dice en su Palabra sobre la soltería? En 1 Corintios 7, un capítulo que habla mucho sobre el matrimonio, Pablo dice lo siguiente: “Si no tienes esposa, no busques casarte” (1 Co. 7:27, NTV). No pretendo desanimarte acerca del matrimonio, pero sí quisiera que consideraras el propósito para tu tiempo de soltería.

Solteros para el Señor

El apóstol dice que el soltero se preocupa por las cosas del Señor y de cómo agradarlo (1 Co. 7:32). Si bien, señala que el hombre y la mujer no pecan si se casan y aun dice que el matrimonio es un don, el soltero tiene una ventaja a la que los anima a aprovechar: el servicio, el cual se da aún en formas que el casado no puede lograr (1 Co. 7:8 cf. 7:33). Si hoy estás soltero, bendice y sirve al Señor mientras Él trae a tu vida la persona con quien has de casarte.

Pero ¿por qué esto no nos resulta tan atractivo de la soltería?

Solteros por expectativas

Sea sobre el matrimonio o la soltería, el mundo nos ha dicho lo que piensa y tristemente nuestra cosmovisión ha sido distorsionada. Películas, libros y la experiencia de otros han impreso en nosotros expectativas equivocadas.

Estos son los dos extremos que nublan nuestra vista: el romanticismo del enamoramiento y la soltería de diversión sin límite. Ambas perspectivas nublan el cómo Dios presenta su gloria a través de matrimonios cristianos, así como de jóvenes y señoritas que aman al Señor. Buscar un novio que sea guapo y que me pueda dar los lujos que siempre he deseado es tan pecaminoso como rechazar a todos los que se me acercan porque no son tan santos como Jesucristo.

Para ti que estás anhelando el matrimonio quisiera recordarte que una pareja no cae del cielo. Requiere que en medio de la comunidad de creyentes en la que estás y con las que puedas convivir puedas encontrar a alguien que pueda ser de bendición para tu vida. Si te acercas a él o a ella solo por el interés sentimental o la atracción física, difícilmente podrán formar una amistad sincera donde ambos buscan al Señor más que el uno al otro.

Tu soltería y la búsqueda del matrimonio no son ajenas a la gloria del Señor (Is. 43:7). En pareja deben demostrar lo mismo que se demanda de cada creyente: un reflejo de Cristo a los que nos rodean. Por eso, debes estar atento a aquellos que buscan al Señor y pueden ser de bendición para tu vida. Crea amistades y lazos que van más allá de un interés romántico, que tienen una perspectiva eterna.

Desesperados por la presión

Creo que muchos de los jóvenes y señoritas de nuestra iglesia se sienten presionados e incluso hastiados del tema del matrimonio porque constantemente preguntamos “para cuándo el novio”. Esto aunado a que hacemos de la soltería un grado menor de santidad, pues consideramos con mayor entendimiento de la vida cristiana a los casados. Hemos elevado el pragmatismo y el empirismo al considerar que un soltero no puede hacer tan bien un ministerio como un casado, y desaprovechamos a miembros que el Señor ha regalado a su iglesia.

Querido hermano, no presiones a tus jóvenes a que se casen solo porque varios se casan saliendo de la universidad o porque tal joven ya pasó a los treintas. Anímalos a servir al Señor con todos los dones y el tiempo que Él les ha dado. Apóyalos y capacítalos para ser de bendición al cuerpo (Ef. 4:12, 1 P. 4:10). Tal vez incluso alguno de ellos tenga el don del celibato, pero seguramente muchos encontrarán al cónyuge que Él ha preparado para ellos.

Conclusión

¿Qué define que te cases o no? Seguramente cada circunstancia es distinta. Algunos seguramente buscan hacer mejor las cosas y lamentan que ahora parece no llegar la persona indicada. Otras con mucha vigilancia se han guardado puras para un solo hombre, pero parece que nadie se fija en ellas. Te animo a que tu meta no se centre en casarte o no, sino en seguir a Cristo, ser más como Él, amarle y servirle. En medio de ello, Dios puede proveer de esa persona que, en matrimonio, te pueda ayudar a seguir amándole más y seguir sirviéndole.