¿Te has encontrado con un texto que da la impresión de prometerte prosperidad?

Josué 1:8 es uno de esos versículos:

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos. 1:8).

Sobre ese texto, Joel Osteen dice:

Si usted mantiene sus pensamientos fijos en lo que Dios dice, vencerá los obstáculos y alcanzará sus sueños. Josué 1:8 dice que, si medita en la Palabra de Dios día y noche, prosperará y tendrá éxito.[1]

Eso no tiene nada de malo ¿no? Dios quiere lo mejor para ti. Y parece lógico pensar que, si estás bien con Dios, Él te dará lo mejor.

El problema es que eso no es lo que Dios nos dice en Josué 1:8. ¿Qué es lo que Dios dice en ese texto? ¿Qué significa que tu camino será prosperado y todo te saldrá bien?

Para eso, contestemos algunas preguntas sobre su contexto.

¿Quién recibió esta promesa?

En Josué 1, Dios estaba hablando a Josué. Le estaba hablando sobre su comisión para guiar a Israel a poseer la tierra prometida (Jos. 1:2). Con el gran Moisés recientemente fallecido, se encontraba a punto de entrar a conquistar Canaán. Para Israel, esto era una prueba de fe. El pueblo estaba aterrorizado ya que tendría que enfrentar grandes ejércitos. Su preocupación se denota cuando Dios los anima tanto tres veces en tan solo cuatro versículos: “Esfuérzate y sé valiente […] Solamente esfuérzate y sé muy valiente […] Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente” (Jos. 1:6-9). Esta no era una prueba sencilla de quedarte sin internet por una semana o no poder salir de casa por un mes. Esta prueba se trataba de poner en peligro sus vidas al pasar por guerras difíciles.

¿Qué significaba esa promesa?

Josué 1:8 es un eco del Pacto Mosaico, un pacto que Dios estableció con Israel en Sinaí (Éx. 19:5-6). Era un acuerdo bilateral y condicional. Si Israel obedecía el libro de la ley, el Pentateuco, Dios lo bendeciría. Si Israel era desobediente, Dios lo maldeciría.[2] Por eso, la primera parte de Josué 1:8 es la condición del pacto:

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito… (Jos. 1:8a).

La segunda parte de este versículo les recordaba lo que ocurriría si ellos cumplían con su parte del pacto:

… porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos. 1:8b).

Así que, podemos decir con seguridad que esta es una promesa exclusiva para Israel, que estaba bajo el Pacto Mosaico. Dios sí le había prometido hacerla una nación especial exaltada por encima de las otras naciones. Así, el nombre de Dios sería dado a conocer en toda la tierra. Así que, tanto Josué como Israel debían estudiar y meditar constantemente el libro de la ley para ponerlo en obediencia. De esta manera, confiarían en la fidelidad de Dios a su promesa y prosperarían en conquistar la tierra que Dios les daba.

La iglesia no está bajo el Pacto Mosaico, sino bajo el Nuevo Pacto (Ro. 6:14; He. 8:8). Si todavía estuviéramos bajo el Pacto Mosaico, estaríamos expuestos no solamente a sus bendiciones sino también a sus maldiciones. Pero Cristo nos redimió de la maldición de la ley (Gá. 3:13) y se ofrece mediador de un mejor pacto que nos ofrece mejores promesas  (He. 7:22; 8:6). Estas son las promesas de salvación eterna (no nacional) y bendición espiritual (no física).

¿Qué significa esa promesa para nosotros?

Entonces, ¿Josué 1:8 no tiene nada que decirnos a los que no estamos bajo el Pacto Mosaico? ¿Será que no es un texto importante para los cristianos? Como toda la Escritura, este texto fue inspirado por Dios y fue escrito para madurarnos (2 Tim. 3:16-17). Aunque no nos promete prosperidad material como a Israel, también tiene aplicaciones prácticas para nuestra vida en nuestro contexto. Hay tres aplicaciones con base en lo que hemos visto.

1. Interpreta las promesas de Dios en su contexto.

No debemos tomar algo que Dios dijo y aplicarlo directamente a nosotros. Esa es una característica de los falsos profetas. Tal es el ejemplo de Hananías en Jeremías 28, donde prometió paz durante un tiempo donde Dios había prometido juicio. ¿Cuál fue su fin? Dios lo castigó con la muerte. Así que, no podemos darnos la libertad de interpretar los textos de la Biblia a la ligera, y ver en ellos lo que nosotros queremos que digan.

2. Recuerda las promesas de Dios en tu contexto.

Debemos recordar que no estamos bajo el Pacto Mosaico, sino bajo el Nuevo Pacto(Jer. 31:33-34). Hoy en día, Dios nos promete perdón por sus pecados y proveernos su justicia a través de la fe en Jesucristo (Ro. 3:21-24). Y nos ha dado como garantía su Santo Espíritu (2 Cor. 1:22). Así que, el antiguo pacto ya cumplió su función y fue sustituido (He. 8:13) porque “Jesús es hecho fiador de un mejor pacto” ¡con mejores promesas! (He. 7:22; 8:6). Ya no dependemos de nuestro rendimiento personal como Israel, ¡todo lo que necesitamos para la vida y la piedad se nos ha dado en Cristo (2 P. 1:3)!

3. Confía en las promesas de Dios en tu contexto.

En Josué 1, podemos ver que Dios es fiel a sus promesas. Él no cambia. Aunque no tenemos una promesa de prosperidad terrenal como Israel, sí tenemos al mismo Dios. El Dios que fue fiel a sus promesas con Israel es el mismo Dios fiel que hoy tenemos. Así que, si has interpretado correctamente una promesa de Dios, ¡no dudes en confiar en ella! Ten por seguro que Dios la cumplirá.

CONCLUSIÓN

Por tanto, nuestra prosperidad no se trata de cosas terrenales, sino que nuestra prosperidad es Cristo. Dios “nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Ef. 1:3). Si hemos de ser prosperados es para crecer en el conocimiento y semejanza de nuestra mayor riqueza: Jesucristo. Y solo seremos más como Cristo cuando hagamos lo que Dios nos manda en Josué 1:8.

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito.              


[1] Lecturas diarias tomadas de Piense mejor, viva mejor: 90 Devociones para una vida victoriosa.

[2] Estas bendiciones están escritas en Deuteronomio 28:1-14 y las maldiciones se encuentran en los siguientes 54 versículos.


Josafath Martínez nació en Monterrey, México. Es miembro de la Iglesia Bautista Genezareth. Actualmente cursa su último año de la licenciatura en Teología en la Universidad Cristiana de Las Americas. En su tiempo libre, le gusta practicar la programación.