“La exposición de tu Palabra alumbra; hace entender a los simples” (Sal. 119:130).

Tú y yo necesitamos escuchar la predicación de la Palabra de Dios. Yo aún soy simple en muchas áreas de mi vida. Hay en mí una falta de entendimiento acerca de Dios, de mí misma, y de este mundo, que solo la Palabra de Dios puede solucionar. Una de las maneras principales que Dios ha establecido para que tú y yo dejemos la simpleza y adquiramos sabiduría y crecimiento es la predicación de su Palabra. Debes exponerte cada semana, múltiples veces, a la predicación y enseñanza de la Biblia por medio de los líderes de una iglesia local. Si no estás asistiendo fielmente a una iglesia donde se predica la Palabra, empieza a buscar una con mucha oración. ¡Es un elemento esencial de tu crecimiento espiritual!

Para los que estamos siendo expuestos de forma regular a la predicación de la Palabra, ¿cómo podemos aprovechar al máximo ese privilegio? Te comparto varios consejos que han sido de ayuda en mi vida. Requieren esfuerzo, y yo a veces fallo, pero ¡valen la pena!

1. Cultiva un amor por la Palabra.

No podrás llegar a la iglesia el domingo con un deseo ferviente de escuchar la Palabra predicada si entre semana no estás desarrollando un amor por ella. El corazón que ama la Palabra predicada en la iglesia es el corazón que ama la Palabra leída y meditada en la casa. La práctica de leer, estudiar, y meditar entre semana es la mejor preparación para aprovechar la predicación del domingo.

2. Desarrolla el hábito de responder a la Palabra.

Santiago 1 habla de un hombre que ve su imagen en un espejo, pero, en lugar de hacer algo al respecto, se va y se olvida de lo que vio. El pasaje contrasta este hombre con el que mira atentamente en el espejo, que es la Palabra de Dios, y permanece en ella y llega a ser hacedor bendecido en lo que hace. Si permites que cambie tu forma de pensar y actuar cada vez que miras al espejo de la Palabra, entonces, cuando llegues a escuchar la predicación, responderás de esa misma manera. La Palabra hallará tierra fértil en ti. Y aprovecharás la exposición de la verdad.

3. Ora por el predicador y por tu propio corazón.

“Orar es aceptar que somos, y siempre seremos, enteramente dependiente de Dios para todo” (Tim Keller). El que predica es dependiente de Dios, y tú lo eres también. El predicador depende de Dios para poder exponer correcta y eficazmente la Palabra. Tú dependes de Dios para hacer la obra en tu corazón. Cuando oras por el predicador, ya no dependes de su habilidad y sabiduría humana. Cuando oras por tu propia necesidad espiritual, dependes de Dios para usar su Palabra predicada en tu corazón.

4. Lee el pasaje varias veces durante la semana, y vuelve a escuchar la predicación anterior.

Si en tu iglesia se practica la predicación expositiva sistemática, tienes la oportunidad de saber sobre qué pasaje se va a predicar la siguiente semana. Si tu pastor está predicando a través del libro de 1 Corintios, por ejemplo, puedes aprovechar mucho más la enseñanza semanal si estás leyendo de forma constante los pasajes en casa. De igual manera, si tu iglesia hace el esfuerzo de transmitir en vivo o grabar las predicaciones, puedes utilizar estos medios para repasar durante la semana. La repetición (leída o escuchada) ayuda mucho en el aprendizaje.

5. Espera ser convencido de pecado y animado en tu vida espiritual.

Cuando vayas camino a la iglesia, ve con la expectativa de que Dios va a descubrir algo pecaminoso en tu corazón, tus actitudes, tus hábitos, o tus acciones. Espéralo. No te sorprendas. Deséalo. Pero, también, sabe que Dios quiere consolarte y animarte por medio de la predicación de su Palabra. Algunos domingos habrá más convicción de pecado y menos consuelo. Otros saldrás muy animado. Dios conoce las necesidades de nuestro corazón y Él usa su Palabra predicada para suplir esa necesidad.

6. Evita distracciones.

Cuando llegue la hora de la predicación, haz todo lo que puedas para no pensar en otra cosa. Siéntate más adelante. No salgas al baño (¡ve antes de cada culto!). Toma apuntes. No te sientes con personas que no quieren poner atención, o sé de influencia sobre ellas para que desarrollen el hábito de prestar atención. No permitas que tu celular suene. De hecho, guárdalo y no lo saques durante el culto. Haz que la concentración mental sea tu prioridad durante el tiempo de la predicación. Esto quizá implica que debes acostarte más temprano el sábado en la noche para ir más descansado a la iglesia.

7. Conversa con otros hermanos en Cristo acerca de la predicación.

Si estuvieras en una comida tipo banquete con otras personas, ¿cómo no vas a conversar con ellas acerca de la carne tan sabrosa que comieron ese día y el postre exquisito que pudieron probar? De la misma manera, interactúa con tu familia en Cristo acerca de la sabrosa Palabra que escucharon. Esto promoverá tu propio crecimiento y el de ellos, y también producirá transparencia e intimidad espiritual en las relaciones que tienes con hermanos en Cristo. Son miembros del mismo cuerpo. Tienen que crecer juntos. La predicación es una de las maneras principales que Dios produce crecimiento en la iglesia.

Te digo la verdad… ¡podría mencionar otras 20 sugerencias más! Hay muchos obstáculos al aprovechamiento de la predicación porque Satanás no quiere que experimentemos la bendición que viene por ella. Pero, ningún obstáculo es más grande que el poder de Dios en la predicación de su Palabra. Lee las hermosas palabras de Isaías 55:10-11:

Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía sino que hará lo que yo quiero, y será prosperado en aquello para que la envíe.

¡Aprovecha al máximo la Palabra predicada en tu iglesia porque Dios ha prometido que no volverá vacía! Logrará su deseo y propósito.


Publicado originalmente en Aviva Nuestros Corazones. Este artículo ha sido usado con permiso.