¡Otra vez hablando de este tema!… ¡Suspire!

Mientras estaba en el supermercado, vi la portada de una revista para adolescentes. Se veía un joven y en el titulo decía: “¡Es adorable, magnifica y creativa!”. Pero era un hombre, y no solo por sus características sexuales, sino también su apariencia física era de hombre.

En la misma semana, habíamos preguntado a los jóvenes de nuestra iglesia sobre cuáles YouTubers ven. Las chicas mencionaron a “Badabum”, un canal donde sale el programa “Infieles”. Algunos chicos contestaron sobre “Luisito” y otros sobre una pareja de chicas. Así que, nos dimos a la tarea de buscarlas y en uno de sus videos decía: “¡De mejores amigas a novias!”.

Y sí, si tú eres papá y estas leyendo esto, muchos de los jóvenes, incluyendo tus hijos, están viendo a la comunidad lesbiana, gay, bisexual, transgénero, transexual, travesti, intersexual y queer (LGBTTTIQ) e informándose sobre ella en internet o redes sociales.

Entonces, ¿qué deberíamos hacer?

Lo primero que viene a nuestra mente es: “No lo voy a dejar usar internet, ni redes sociales, ni comprar revistas”. Pero no caigas en pánico. Las Escrituras nos dicen que Dios nos ha dado todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad (2 P. 1:2-3). Por lo tanto, explicaré dos aspectos que nos permiten entender mejor a los adolescentes.

Primero, tener una perspectiva neurológica de tu hijo.

¿Has notado que tu hijo empieza a tener sus propias opiniones? ¿Que ya no le gusta lo que le compras? Tiene días de buen humor y otros de mal humor. Desde el punto de vista de la neurociencia, tu hijo está cambiando, su cerebro está haciendo nuevas conexiones influenciado directamente por sus hormonas. En el caso de las mujeres, se vuelven muy importantes cosas como las relaciones, los amigos, la aceptación, la apariencia y si es bonita o fea. En el caso de los hombres, la hormona de la testosterona cobra su función y se interesan en el deporte, el sexo y la competitividad.

Actualmente existen muchos artículos y videos que te ayudan a entender este proceso. No dudes en investigar. Tampoco debes pensar: “¡En verdad es la etapa en la que nadie los entiende!”. Entre mejor estés informado, mejores respuestas podrás dar a tus hijos.

Segundo, cómo ayudar a nuestros adolescentes a entender los cambios por los que están pasando.

  • Acepta que es normal que pasen por estos cambios. A veces menospreciamos a los jóvenes de esta edad. ¡No lo hagas! La repercusión que tiene esta etapa en el futuro de tus hijos es enorme, ya que determinan sus valores y convicciones. Los estudios recientes declaran que muchos jóvenes abandonan su fe cristiana precisamente en esta etapa.
  • Sé critico y ayuda a tus hijos a desarrollar el pensamiento crítico. Aprovecha todas las oportunidades de conversar profundamente con tu hijo. Solo decirle a tu hijo que es PECADO no es una respuesta suficiente. Ellos quieren respuestas a sus preguntas. “¿Por qué es pecado?” “¿Qué debería opinar un creyente?” “¿Qué respuestas hay a los argumentos que propone la sociedad?”. La próxima vez que lo veas interesado en una revista en el supermercado, hazle preguntas, como: “¿Qué opinas?”, “¿Qué dicen tus compañeros sobre el tema?”. Dedica tiempo en casa para hablar sobre esto, muéstrales pasajes como Romanos 1 para enseñarles sobre el pecado, la misericordia y la responsabilidad de compartir el Evangelio (Fil. 4:8).
  • No lo sermonees. Tu hijo no necesita un monólogo donde le cuentes la historia de uno de tus parientes o algún conocido que practicó esa maldad y las consecuencias que sufrió. Tampoco necesita que termines diciéndole que esas personas se van a ir al infierno. Así solo zanjas el tema. No, mejor conversa con él. Deja que te cuente algo que él vio o que alguien le invitó a ver; lo que sus compañeros están haciendo o diciendo en su escuela. Aprovecha ese momento para ir más profundo y ayudarle a entender su corazón (Pr. 25:15).
  • Pon atención, tu eres su autoridad. Los jóvenes de hoy están expuestos a muchísima información sobre esos temas. Pero, lamentablemente, proviene de personas que no les dan una perspectiva bíblica. Al ser su autoridad, tienes el derecho y responsabilidad de estar al tanto de cómo usan sus dispositivos electrónicos. Te animo a revisar el historial del navegador que usen. Pon filtros. Revisa sus conversaciones y explícales a tus hijos por qué lo haces. ES NUESTRA RESPONSABILIDAD. Si nunca lo has hecho, quizá no lo entiendan al principio, pero estarás librando a tus hijos de pecados, guardando su mente y corazón (Ef. 6:1).
  • Involucra a tus hijos en la iglesia. Necesitamos ayudarles a tener relaciones espirituales sanas y transparentes. Los jóvenes necesitan pertenecer a un grupo y sentirse aceptados. Si su iglesia no les ofrece esta comunidad amorosa, el mundo siempre les ofrecerá un lugar. Ayúdales a entender la importancia de ser parte del cuerpo de Cristo desde chicos y a vivir los principios de la vida cristiana como el servicio, amabilidad (Sal. 122:1).  Esto exigirá más constancia de tu parte, en asistir a cada culto y hacer de la iglesia una prioridad.
  • Acércate a los líderes de jóvenes y pastores. Habla con ellos sobre las luchas de tus hijos y para que te ayuden a enfrentar cosas que tú no entiendes sobre esta etapa. Este recurso nos puede ayudar a cuidar la vida espiritual de nuestros hijos.
  • Apunta hacia el Evangelio. Al estar expuestos a tantas tendencias en las redes sociales, los jóvenes no tienen claro cuál debería ser su identidad. Así que aprovecha cada oportunidad para definir su identidad con El Evangelio. Por ejemplo, resalta los siguientes temas a menudo al hablar con tus hijos:
  1. El Dios creador. TODO lo hizo perfecto. Puedes explicarle que en el principio Dios creó hombre y mujer para fructificar y multiplicarse en la tierra (Gn. 2). Ser hombre o mujer es parte del diseño perfecto de Dios.
  2. La caída. El pecado distorsionó la creación (Ro. 1). La caída explica las consecuencias que vinieron cuando hombre decidió darle rienda suelta sus deseos carnales. Explica por qué el mundo es cómo es. Explica sus luchas.
  3. Cristo. Él es el único medio de salvación (Ro. 3:23). Cristo es el único que puede rescatarnos de nuestro pecado y darnos una mente renovada. Él es la bella respuesta a nuestra condición pecadora.
  4. El valor de la eternidad. Las cosas de este mundo pasarán. Las cosas que parecen tan importantes –las amistades, los deseos sexuales, las posesiones, la aceptación— pasarán. Tenemos un propósito mayor y duradero: ser para alabanza de su gloria (Ef. 1). Eso nos ayuda a determinar lo que valoramos.
  • Da la perspectiva correcta sobre la comunidad LGBTTTIQ. La definición anterior sobre el Evangelio debería ser la misma respuesta que damos para este grupo de personas. Esta comunidad de personas son personas pecadoras que están alejadas de Dios y destinadas al infierno. Necesitan ser amadas, escuchar el glorioso Evangelio y ser rescatados de su pecado, igual que el borracho, el adúltero, el chismoso y el mentiroso. Los creyentes no deberíamos discriminar, ser homofóbicos, burlarnos o menospreciarlos. Al contrario, deberíamos ser las personas más misericordiosas. 

Si ofrecemos a nuestros hijos conceptos claros sobre el Evangelio, les daremos la base correcta para definir su identidad en Cristo. De esta manera, podrán enfrentarse a este mundo. Todos fuimos creados para la gloria de Dios, pero al vivir en un mundo caído todos somos imágenes distorsionadas. Especialmente en esta época, existe mucha confusión sobre la identidad que deberían tener, pero, el EVANGELIO es suficiente para enfrentar a las tentaciones de ceder ante deseos sexuales personales o de aceptar y aplaudir la vida LGBTTTIQ.

Cobremos ánimo para ser una generación de padres creyentes que respondemos con la Palabra de Dios a las luchas que están pasando nuestros hijos. No ignoremos sus dudas, dejando así que otros respondan sus preguntas. Nuestro deber es buscar el crecimiento espiritual y darles las herramientas necesarias para la vida y la piedad.


Marisol Rojo es originaria de Nayarit. Está casada con Daniel López, anciano de la Iglesia Bautista La Gracia en Juárez, N.L., México, y tienen una hija, Zara. Es graduada de la Universidad Cristiana de las Américas, donde ahora colabora en el ministerio de educación. Le encanta enseñar materias seculares, mostrando cómo la Palabra de Dios es superior a cualquier filosofía humana.