¡Pum! Recuerdo ese vergonzoso momento.

Cuando era niño, una vez me invitaron a una fiesta de cumpleaños ¡en McDonald’s! Recuerdo que estaba muy emocionado. ¿Qué niño no quería una “cajita feliz”? ¡Y ni hablar del área de juegos! Cuando por fin llegó el día, mi mamá me llevó y entré corriendo al local… ¡Pum! El piso estaba mojado y me caí justo al entrar.

No recuerdo si había o no uno de esos letreros amarillos de “¡Cuidado! Piso mojado”. Pero creo que sencillamente no me importó. La emoción en mi corazón controlaba mis decisiones. No estaba pensando en nada. Solo me dejé llevar, entré corriendo… y recibí mi (húmeda) recompensa.

Pero eso no solo ocurría cuando éramos niños. Muchos nos dejamos controlar por nuestras emociones incluso hoy. Quizás no sales corriendo hacia McDonald’s. Pero sí permites que tu enojo, ansiedad o tristeza te dominen. Una persona a tu alrededor es injusta contigo, te estresas por tus infinitas labores, odias la situación en la que estás… y ¡pum! Estás en el suelo.

¿Cómo controlar tus emociones en lugar de que ellas te controlen a ti?

LA MENTE Y LAS EMOCIONES

Israel era como un niño a punto de entrar a su soñado McDonald’s: la tierra prometida. Llevaban mucho tiempo esperando este momento. Seguramente, sus emociones estarían a tope cuando por fin conquistaran y habitaran su nuevo hogar. Pero Jehová sabía que podían resbalarse con el piso mojado. Por eso, les advierte:

“Cuídate de no olvidarte de Jehová” (Dt. 6:12; 8:11).

Los pueblos que habitaban la tierra intentarían seducir a Israel con la “vida soñada” de su tiempo. Y los israelitas podrían dejarse llevar por sus emociones y ceder ante la tentación. ¿Cuál es el letrero amarillo de Dios? “¡Cuidado! ¡No te olvides de Jehová!”. La esperanza para que Israel no resbalara estaba en su mente: tenía que recordar a Jehová.

¿Qué tiene que ver esto con las emociones? Versículos antes, Dios ordena a Israel lo que se conoce como el Shemá:

“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón” (Dt. 6:4-6).

El corazón de Israel estaba íntimamente relacionado con lo que pensaba. Si Israel recordaba a Jehová, sus emociones no controlarían su actuar en la tierra prometida. De hecho, sus pensamientos controlarían sus emociones. Si Israel olvidaba a Jehová, su corazón se iría tras dioses ajenos y caerían en idolatría.

Nuestras emociones están íntimamente relacionadas con nuestros pensamientos.

LA MENTE Y LA MEDITACIÓN

¿Cómo debía Israel “recordar” a Jehová? La continuación del mandato nos da la respuesta:

“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” (Dt. 6:6-9).

En una sola palabra, Israel debía recordar a Jehová por medio de la meditación. Hoy, cuando escuchamos la palabra “meditación”, tal vez pensamos en un gurú calvo que está levitando. Eso está muy alejado del concepto bíblico de la meditación. En la Biblia, la meditación es el uso intenso de la mente para apropiarte de la verdad con tu corazón.[1]

Israel debía recordar a Jehová, no por accidente, sino por la práctica de repetir, hablar, escribir y observar que debía amar a Jehová con todo su corazón, alma y fuerza. La meditación era el ancla para sus emociones. Cuando las circunstancias cambiaran y sus emociones tambalearan, la verdad de Dios haría que no resbalaran.

Juan Calvino dijo que nuestro corazón es una fábrica de ídolos. Pero si nuestro corazón es la fábrica, nuestra mente es la materia prima. Tu mente es la fuente de recursos con los que tu corazón construye tu objeto de adoración. Si no eres intencional con tus pensamientos, construirás ídolos en tu corazón que, cuando las circunstancias cambien, se derrumbarán junto a tu vida emocional.

Nuestras emociones están íntimamente relacionadas con nuestra meditación.

LA MENTE Y LA PRÁCTICA

Quizás, después de todo, estás pensando: “¡Sé más directo! ¡Ya dime qué hago para controlar mis emociones!”. Bueno, en pocas palabras, la clave para controlar tus emociones es controlar tu mente. Permíteme mostrarte algunos otros versículos que apoyan esta idea:

Bienaventurado [dichoso o alegre] el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche” (Sal. 1:1-2).

“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Ro. 12:1-2).

“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Ef. 4:22-24).

Si quieres controlar tus emociones en cualquiera que sea tu situación, necesitas controlar tus pensamientos y recordar dónde debe estar tu lealtad. Necesitas repetir, hablar, escribir y observar a quién debes amar con todo tu corazón, alma y fuerza. Aquí te doy algunos consejos prácticos:

  • Repite un pasaje bíblico a diario. La memorización es una excelente manera de meditar. Toma algún pasaje que te recuerde la hermosura del Evangelio y repítelo al despertar, antes de comer o antes de acostarte (¡o en todas las ocasiones!).
  • Habla una verdad bíblica con otros. La Escritura afirma que crecemos como iglesia cuando seguimos “la verdad en amor” (Ef. 4:15). Y eso ocurre cuando unos a otros nos recordamos a quién le debe lealtad nuestro corazón. ¡Platicar con tus hermanos sobre lo que aprendes en la Biblia es meditación bíblica!
  • Escribe una reflexión bíblica. La mayoría nos sentimos tentados a leer nuestra Biblia de manera superficial. Escribir lo que aprendemos es una buena manera de obligarnos a usar nuestra mente hasta apropiarnos de la verdad bíblica. Medita en la verdad bíblica escribiendo la verdad bíblica.
  • Observa una verdad bíblica. ¿A qué me refiero con esto? Recuerda el Shemá: “… las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” (Dt. 6:9). El punto no era hacer una especie de grafiti o algo artístico. La idea era que constantemente se pudiera ver la verdad de Dios. Coloca versículos en tu casa, tu oficina o tu automóvil. Medita mientras observas.

CONCLUSIÓN

Las emociones no tienen que controlarte. En su Palabra, Dios te ha dado la estabilidad emocional que anhelas. Pero no ocurrirá por arte de magia. Necesitas esforzarte. Necesitas controlar tu mente. Cualquiera que sea tu situación, debes encontrar maneras prácticas de meditar en la verdad de Dios. Israel meditaba en el Shemá (Dt. 6:4-6). Jesús nos dio nuestra versión actualizada:

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mt. 22:37).

Así que, controlada-mente, ¡controla tus emociones y construye tu amor por Jehová!


[1] Timothy Keller, La oración: Experimentando asombro e intimidad con Dios (Nashville, TN: B&H Publishing Group, 2016), 158-160.


Andrés Constantino nació en Xalapa, Veracruz. Actualmente, reside en el estado de Nuevo León, donde graduó con la licenciatura en Teología Pastoral. Disfruta servir en la Universidad Cristiana de Las Américas y en el ministerio de Palabra y Gracia.