¿Por qué nos gustan tanto las historias?

Pudiera ser por la acción, el suspenso, o el drama. Quizá porque nos gusta proyectarnos sobre una trama que no es nuestra realidad. Puede ser por el puro entretenimiento. Pero principalmente yo creo que nos gustan las historias porque cada uno de nosotros sabe que está viviendo su propia historia. Nos gustan las historias porque somos parte de una historia.

¿Conoces la historia de Rut en el Biblia? Si puedes, toma un momento para leer este breve libro ahora mismo. Esta historia tiene todos los elementos de un título de éxito de ventas: necesidad, viajes, muerte, romance, una suegra deprimida, supervivencia, suspenso, problemas, sorpresas, y un “felices para siempre” con un hombre rico. ¡Es la historia que cada mujer quisiera vivir!

¿O no?

Todas quisiéramos vivir el resultado final (ser rescatada por un hombre rico que te ama). Pero ¿vivir la historia que Rut vivió? Mmmm, quizá no tanto.

Rut quedó viuda desde muy joven. Dejó a su familia, su país, y todo lo que conocía para seguir a un Dios que apenas conocía, yéndose sola con una suegra que tenía problemas emocionales. Al llegar al país de su esposo fallecido, su nueva patria, no tenía hogar ni cómo ganarse la vida. Se hizo responsable de sostener a su suegra. Tuvo que ir al campo a trabajar y esperar que alguien tuviera piedad de ella. O sea, se tuvo que hacer una mendiga. Se humilló para rogarle a un hombre mayor que la rescatara, junto con su suegra y el nombre de la familia de su esposo. Y, sí, después de años de dificultad, llegó a ser amada, respetada, y se casó con un hombre rico y compasivo. Llegó a ser la bisabuela del rey David. La recordamos hasta el día de hoy como una mujer valiente y valerosa.

Cada buena historia tiene elementos difíciles. ¿Qué tal tu historia? ¿Has tenido momentos difíciles? ¿Ha habido sorpresas desagradables y pérdidas dolorosas? ¿Te han lastimado y abandonado? ¿Estás confundido?

¿Crees que podrías escribir mejor la historia de tu vida?

Consideremos algunas cosas claves en la vida de Rut que nos explican cómo llegó a su final “feliz”:

  1. Rut escogió el camino de obediencia sobre el camino de placer (Rut 1:14)

Su obligación moral en su cultura fue quedarse con su suegra. Lo más fácil, y el camino a encontrar otro hombre joven, hubiera sido quedarse en su país y abandonar a su suegra. Ella escogió cumplir con su obligación a pesar de lo incómodo que sería. Más tarde, cuando llegó a Belén, el camino fácil hubiera sido juntarse con otras mujeres de su edad y perder el tiempo. Pero tomó en serio su responsabilidad de cuidar de su suegra. Cuando escogemos el camino de obediencia, reconocemos que el Autor de la historia sabe lo que hace. Permitimos que el hilo de la historia siga según el designio del Autor. Cuando tomamos “atajos” y le sacamos la vuelta a los principios y diseños de Dios (como ser novia de un joven inconverso, por ejemplo), cortamos ese camino divino hacia la verdadera felicidad y satisfacción. El camino de la obediencia siempre es el más directo y gozoso, aunque parezca todo lo opuesto.

  1. Rut encontró su identidad en Dios más que en su parentela y patria (Rut 1:15-17)

De alguna forma, por medio de esta familia a la que entró por el matrimonio, ella conoció a Jehová. Ella reconoció que Él la conocía y dirigía su vida. Rut llegó a confiar plenamente en Dios y a entenderse a sí misma a la luz de ese conocimiento. Podemos ver varios resultados de esto en su vida. Rut pudo cambiar de hogar y pueblo porque ser hija de Dios la definía más que ser Moabita. Rut pudo servir a una suegra malhumorada porque ser seguidora de Jehová la definía más que su deseo de ser servida. Rut pudo aceptar su viudez sin resentimiento, y humillarse para buscar el favor de un hombre extraño, porque ser parte de la historia redentora que Jehová escribía para su familia la definía más que sentir las mariposas de un amor emocional y sentimental. La confianza completa que Rut tenía en el Autor de su historia le dio el conocimiento necesario para encontrar su identidad en su relación con Él y no con ningún hombre.

¿Conoces al Autor de tu vida? Él te creó, te diseñó, te salvó, te adoptó, te amó, te rescató, y ¡quiere seguir escribiendo tu historia de amor!

Dios tiene derechos de autor sobre tu historia.

Su soberano diseño le da control absoluto, y su gran amor y misericordia te aseguran que siempre cumplirá su promesa de Romanos 8:28: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito”.


Una versión de este artículo fue publicado en Aviva Nuestros Corazones.