Llegamos a esa época del año otra vez.

Un nuevo grupo de estudiantes de seminario inician el arduo proceso de aprender griego. Y, como muchos estudiantes de seminario antes de ellos, se empezarán a preguntar si el aprender estos idiomas arcaicos si quiera importa. Después de todo, unos años después de graduar, se habrán olvidado de todo. En medio de una ocupada vida pastoral, ¿quién puede mantener su habilidad en los idiomas?

Debido a estas dudas, algunos estudiantes deciden (algunos muy pronto) que los idiomas bíblicos son algo que simplemente tienen que aguantar. Son como la novatada al entrar a la universidad. A nadie le gusta, pero todos tienen que atravesarla para poder ser “parte del club”. Y, entonces, se acabó.

Detrás de esta perspectiva de “aguántate” ante los idiomas bíblicos hay un par de suposiciones que deben ser cuestionadas. Primero, la idea de que el ministerio pastoral es de alguna manera incompatible con los idiomas bíblicos (por las ocupaciones u otras razones) es un desafortunado malentendido sobre de qué trata el pastorado.

Sin duda, los pastores deberían estar ocupados pastoreando su rebaño, reuniéndose con los líderes del ministerio, y dirigiendo la iglesia. Pero el núcleo del llamado pastoral es ser un “ministro de la Palabra”.

Y si el llamado pastoral es a ministrar la Palabra, entonces un componente significativo de la vida pastoral debería ser dedicarse al estudio serio del texto bíblico —incluso más allá de la preparación del sermón semanal—.

Dicho de otra manera, los pastores deberían continuar siendo alumnos. Deben ser lectores, pensadores y teólogos.

Desafortunadamente, muchos pastores modernos no se ven a sí mismos de esta manera. Esto es evidente por la terminología que se usa para describir el lugar donde el pastor trabaja. Generaciones anteriores llamaban este lugar el “estudio” (¡porque era la actividad que el pastor desempeñaba allí!). Ahora, lo llamamos “oficina” (porque los pastores se ven más como administradores de empresas).

Una de mis decepciones más grandes es cuando entro a la oficina de un pastor y veo que no hay libros o hay muy pocos. Es como entrar al taller de carpintería y no ver herramientas. Quisiera recordar a los pastores las palabras de Cicerón: “Un cuarto sin libros es como un cuerpo sin alma”.

Pero existe una segunda suposición detrás de la perspectiva de “aguántate” ante los idiomas bíblicos. Muchos estudiantes suponen que el estudio de los idiomas es inútil porque los detalles específicos se les olvidarán más adelante. De hecho, esta es la suposición más grande entre los estudiantes de seminario hoy.

Sin embargo, esta suposición está terriblemente errada. Aun si un estudiante se olvidara de todo el vocabulario y cada paradigma verbal, el estudio intensivo de los idiomas durante el seminario juega un papel muy significativo. En resumidas cuentas: le ayuda al alumno a pensar textualmente.

Antes de aprender los idiomas, la mayoría de nosotros simplemente no sabemos pensar a un nivel textual cuando estudiamos las Escrituras. Pero aprender griego y hebreo (aun si luego se nos olvidan) nos permite entender la gramática, la sintaxis, el flujo lógico y la estructura de una oración. Además, entendemos cómo interactúan las palabras, cómo —y cómo no— se determina su significado, la importancia del contexto y cómo evitar ciertas falacias exegéticas.

Estos factores son increíblemente importantes para la interpretación correcta del texto y la preparación de un sermón. Y estos conceptos se arraigan en nuestras mentes cuando estudiamos los idiomas bíblicos —aun si se nos olvida más adelante—.

Entonces, estudiantes y pastores deberían sentirse motivados. Hay muy buenas razones para pensar que puedes retener tu conocimiento de los idiomas, si entiendes tu rol como “ministro de Palabra”. Y, aun si no lo retienes, muchos de los beneficios seguirán contigo.


Michael Kruger es el presidente de Reformed Theological Seminary en Charlotte, Carolina del Norte donde también es profesor de Nuevo Testamento y Cristianismo Temprano. Además, es un ministro ordenado en Presbyterian Church in America, y sirve como pastor asociado (de medio tiempo) en su iglesia local.


Publicado originalmente en www.michaeljkruger.com. Este artículo ha sido traducido y usado con permiso.