Cada vez es más común escuchar noticias como “Operación mochila descubre arma en alumno de secundaria”, “Tiroteo en Walmart” o “Mujer muere a mano armada”. Se siente la tensión al ver una patrulla pasar con la sirena encendida o al saber que tus padres viven en la ciudad donde están ocurriendo balaceras.

En medio de esto, existe un gran debate acerca del uso y venta de armas. ¿Es culpa de los medios de comunicación y el entretenimiento? ¿Son las leyes que tenemos? Al final del día, la preocupación sigue allí: ¿Puedo salir de casa sin temer que pase algo malo?

Por eso, necesitamos una perspectiva bíblica acerca las armas. Entremos en materia.

¿Qué piensa Dios de ellas?

Un arma es un “instrumento, medio o máquina destinados a atacar o a defenderse”.[1] Entonces, no solo se trata una pistola o metralleta sino de cualquier cosa que coaccione contra otra persona (sea de manera física, biológica y psicológica). Aun las amenazas o discursos que atacan la libertad de las personas deben ser considerados como armas, tanto como un picahielo o una roca en la mano del agresor.

Las armas no son un tema ajeno a las Escrituras. La palabra hebrea “keli”se traduce como “arma” 39 veces (RV60). También aparece 273 veces traducida como “vasija”, “alhaja”, “enseres”, “vasos”, “instrumento”, “joya”, “utensilio” e, incluso, “cosa”. La traducción depende del propósito. Un objeto se convierte en arma cuando su propósito es “atacar o defenderse”. No es lo mismo un arma enfundada en el cinturón de un policía que la de una persona que se nos acerca en la calle.

Entonces, ¿las armas son malas?

Déjame decirte esto: Dios permite el uso de armas. Jehová pide a Israel que tome su espada y acabe con sus enemigos (Dt. 13:15). De hecho, la primera referencia a una espada en la Biblia es la espada encendida de los querubines en la puerta del Edén (Gn. 3.24) y la última referencia es Jesús con una espada aguda que sale de su boca en Armagedón (Ap. 19.21). Esto no solo nos enseña su aprobación de las armas, sino que a veces lo ordena y ¡aun las usa él mismo!

Entonces, ¿cuándo un arma es algo bueno y cuándo es algo malo? Tres consideraciones importantes nos guían para responder esta pregunta:

1. Un arma es un medio de defensa del bien

Combatir fuego con fuego no es una idea nueva. De hecho, el apóstol Pablo dice que Dios dio la espada al gobierno para vengar el mal del criminal (Ro. 13:4). El uso de las armas, entonces, debe ser para proteger al indefenso, castigar el mal y promover la justicia. Cuando un representante divino (como lo son las autoridades) usa las armas para estos fines, el uso es legítimo. Dios mismo demostraba el poder de su brazo con guerra y armas a favor de su pueblo (Sal. 44:3).

 Una de las frases más llamativas del famoso libro El arte de la guerra nos demuestra que los antiguos ejércitos entendían la propósito de las armas: “Las armas son instrumentos fatales que solamente deben ser utilizados cuando no hay otra alternativa”. Por el contrario, hoy las armas se han vuelto un instrumento que cualquiera puede conseguir y usar para sus intereses personales.

2. El uso de las armas será juzgado por Dios

En última instancia, Dios es quien definirá cuándo fue un uso legítimo y cuándo no. Nosotros podemos argumentar, pero Él es quien tiene la última palabra. La ley de Jehová disponía de estatutos en casos del asesinato culposo (Éx. 20.13; Nm. 35:10-34). La ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia y aun de los que detienen la verdad (Ro. 1:18; Ef. 2.1-3).  Job testifica: “Si dicen: ‘¿Cómo lo perseguiremos?’ Y: ‘¿Qué pretexto hallaremos contra él?’ Teman la espada ustedes mismos, Porque el furor trae el castigo de la espada para que sepan que hay juicio”(Job 19:28–29 NBLH). Aquellos que usan armas deben temer al Señor. Algún día darán cuentas de ello.

3. Las armas —o la ausencia de ellas— nunca serán la solución a los problemas

La Biblia exige que nuestra confianza sea Dios. Suya es la venganza (Ro. 12:19) y también las armas (Sal. 7:12; 17:13). Es por eso que el Señor nos demanda que amemos a nuestros enemigos (Mt. 5:48) y que les hagamos bien para que venza el bien (Ro. 12.20-21). Así, el que pone su confianza en sus armas es descrito como un impío (Sal. 37.14). Pero el justo pone su confianza en Dios y no en las armas (Sal. 44:6).

Un día, por fin se logrará el desarme mundial. No solo las bombas nucleares y las armas biológicas se acabarán, sino también los puñales y los picahielos dejarán de ser usados para el mal. En último análisis, el problema no son las armas, sino el corazón malvado del hombre que usa las armas contra sus semejantes o las acciones malvadas de los hombres que requieren que se practique la justicia contra ellos. Poco después de la caída, Caleb asesinó a su hermano y Lamec celebró la violencia con un canto. Estamos esperando el día futuro en que Dios juzgará a los pecadores y transformará los corazones de los redimidos para que nunca más hagan falta las armas.

Jesús es la solución al uso incorrecto de las armas. Apocalipsis 20 entonces nos muestra que Jesús establecerá su reino en la tierra. Él es quien vence la injusticia de este mundo con su espada.

Miqueas nos describe cómo su reino acabará con el problema:

“El Señor mediará entre los pueblos y resolverá conflictos entre naciones poderosas y lejanas. Ellos forjarán sus espadas para convertirlas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No peleará más nación contra nación, ni seguirán entrenándose para la guerra” (Miq. 4.3 NTV).

Esto nos devuelve al punto anterior: Pon tu confianza en Dios.

¿Vivimos en un mundo inseguro? Sí. ¿Habrá alguna solución? No por ahora; ni el gobierno, ni la educación, ni las leyes podrán eliminar la violencia. Podemos acabar con el flujo de armas de fuego, pero la maldad seguirá y el hombre hallará armas para su injusticia. De hecho, los conflictos familiares, las guerras y los rumores de guerra serán señal del fin (Mt. 24:6-7; 10:34-39). Solo Cristo es la solución. Confía en Él y permite que su Espíritu acabe con la maldad en tu corazón, aun cuando crezca a tu alrededor. Ese es el Evangelio que debe ser predicado mientras las armas sean usadas para el mal. Jesús traerá esto a su fin cuando regrese (Mt. 24.14).


[1] https://dle.rae.es/arma