Es común pensar que el pastor es el cristiano más espiritual de la iglesia. Pero si tú eres pastor, podrás afirmar que muchas veces no haces lo más espiritual. Creo que la vida de Jonás ilustra nuestro principal problema.

JONÁS: SIERVO DESOBEDIENTE

El libro de Jonás nos presenta la vida de un profeta que, habiendo recibido una orden de Dios, la ignora e intenta huir de su presencia. Pero ¿por qué huye? Por su orgullo. Jonás no quiere someter a Dios sus prejuicios contra los ninivitas. Incluso, ¡usa el conocimiento que tiene de Dios como excusa para desobedecer a Dios (Jon. 4:1-2)! La historia de Jonás es la de un siervo orgulloso que no quiere obedecer a Dios. Esa también es mi historia.

Como pastor, tengo prejuicios contra los demás. Me enojo cuando el Señor no está de acuerdo con mi opinión. Y uso mi conocimiento de Dios como excusa para hacer lo que yo quiero. Me doy cuenta de que lo mismo que me debería llevar a Dios puede ser mi propia excusa para mantenerme al margen. Eso le pasó a Jonás y me pasa a mí muchas veces.

GUSANO: SIERVO OBEDIENTE

Pero es increíble lo que este libro presenta a la par de la desobediencia de Jonás. Mientras Jonás se enoja, pone excusas y huye, todos los demás están haciendo lo que Dios quiere. La tormenta hace lo que Dios dice (Jon. 1:4), el gran pez preparado por Dios se traga a Jonás (Jon. 1:17) y luego lo vomita en donde Dios le dice (Jon. 2:10), los marineros temieron a Jehová e hicieron votos (Jon. 1:16), y los ninivitas llegaron al arrepentimiento y pusieron su confianza en Dios (Jon. 3:7-9).

¡El Señor dispone todas esas situaciones para llegar al corazón de Jonás! Sin embargo, el profeta responde con orgullo, enojándose porque cree que Dios no debía perdonar a Nínive (Jon. 4:1-3). Así que, Dios prepara un último siervo: un gusano.

Jonás se alegra grandemente por la calabacera que Dios prepara para él (Jon. 4:6). Le ofrece sombra y alivio de su malestar. No obstante, al otro día ya no está. Y aquí es donde llega el gusano. Me encanta la manera en que la Nueva Traducción Viviente lo expresa:

¡Pero Dios también proveyó un gusano! Al amanecer del día siguiente, el gusano se comió el tallo de la planta, de modo que se marchitó(Jon. 4:7 NTV).

Dios usa gusanos en su obra… literalmente. Este gusano cumple con su función a la perfección: comerse la calabacera. Lo hace en el tiempo preciso para que se secara. La comió de tal forma que no quedó ninguna sombra ni alivio para el profeta. Es increíble que un gusano pueda ser más obediente que un profeta.

PASTOR: ¿JONÁS O GUSANO?

Tal vez, a la par de Jonás, tú sueles desatar tu ira porque los proyectos que programaste para tu iglesia no están saliendo como pensabas. Quizá, altercas con Dios porque, de entre todas las personas, tu esposa, ¡la esposa del pastor!, es a la que han diagnosticado con cáncer. Puede que argumentes con una gran cantidad de versículos por qué no quieres apoyar la propuesta de uno de los diáconos. Pero esto solo demuestra tu orgullo y tu falta de sumisión a Dios.

Necesitamos recordar que, como pastores, deberíamos ser simples gusanos obedeciendo a Dios. No somos más espirituales solo por ser pastores. Lo somos cuando sometemos nuestra voluntad a Dios. Necesitamos doblegar nuestro orgullo y rendir nuestra voluntad a Dios y a sus propósitos.

Eso representa una lucha más tenaz. Requiere un carácter más íntegro. Requiere una humildad que, cada vez que escucha la palabra “pastor”, no se considera más que un gusano en las manos de Dios. En verdad, deseo que Dios tenga tanta paciencia conmigo como la que tuvo con Jonás. Porque yo soy así de orgulloso. Y, si eres franco contigo mismo, tú también.