En el teatro, puedes desearle suerte a alguien diciéndole “¡Rómpete una pierna!”. El origen de esta expresión es incierto. Algunos creen que se refiere al hecho de que, en el pasado, el público solía aventar monedas a los actores cuando le gustaba la obra. Entonces, los actores debían agacharse vez tras vez para recoger el dinero. Otros afirman que es desearles a los actores que el público aplauda tanto que deban hacer muchas reverencias.

Sea cual sea su origen, es una expresión que refiere algo bueno… pero suena muy mal. Es decir, no recuerdo la primera vez que la escuché. Pero seguro que me detuve a pedir una explicación. Nadie debería andarle deseando a los demás que se fracturen. Por supuesto, ahora que la entiendo, incluso podría decírsela a un amigo antes de actuar en un sketch.

¿Alguna vez has sentido que, por más que te esfuerces, todo va mal? Sientes que no vale la pena seguir. No logras entender qué está pasando ni por qué. Te sientes frustrado. Te enojas porque lo que estás sufriendo es injusto… Eso describe los últimos meses de mi vida. Pero un buen día, el Señor me recordó que los cristianos tenemos nuestro propio “¡Rómpete una pierna!”. Pedro nos dice:

“Alégrense de poder sufrir” (1 P. 4:13 TLA).

Muchas gracias, Pedro, pero… ¿qué dices? ¿Por qué alguien se alegraría por su sufrimiento?

Pedro escribió esto a los cristianos que sufrían la persecución romana. ¿Por qué? Porque fueron el chivo expiatorio de Nerón.[1] Los romanos estaban muy molestos porque su ciudad fue incendiada. Al comienzo, pensaban que Nerón la incendió (y así fue). Pero Nerón los convenció de que el incendio fue obra de los cristianos. Entonces, los cristianos se convirtieron en el objeto del odio romano. En resumen, los cristianos estaban sufriendo por el simple hecho de ser cristianos.

¿Te ha pasado? A mí sí. Y, lamentablemente, no soy masoquista. No me gusta sufrir. Pero la dura realidad es que el cristianismo es sinónimo de sufrimiento. Por eso Pedro dice que “Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas(1 P. 2:21). ¡Y no solo eso! Ser cristiano es sinónimo de sufrir sin pecar (1 P. 2:21). Ser cristiano es sufrir como Cristo, “el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca, quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba” (1 P. 2:22-23). Si quieres ser cristiano, vas a sufrir. Si quieres ser cristiano, sufrirás aunque no hayas hecho nada para merecerlo. No hay de otra.

Pero… ¿alegrarse por sufrir? ¡Eso es demasiado pedir! Sin embargo, es lo que la Biblia enseña, e incluso ¡es lo que la Biblia manda! Dios nos ordena gozarnos en el sufrimiento. Pero así como alguna vez me explicaron qué significa “¡Rómpete una pierna!”, Pedro nos dice por qué podemos gozarnos a través del sufrimiento:

“… gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría(1 P. 4:13).

El cristiano sufre con gran alegría por la gloriosa venida de Cristo. Hoy en día, mientras sufrimos, Él “está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades” (1 P. 3:22). A Él “pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos” (1 P. 4:11). Los cristianos somos sufrientes gozosos porque “el fin de todas las cosas se acerca” (1 P. 4:7). Y cuando Él regrese, los inconversos “darán cuenta” ante su presencia (1 P. 4:5). Mientras que, nosotros, gozaremos de la “gloria eterna (…) después que [hayamos] padecido un poco de tiempo” (1 P. 5:10).

Así que, debemos sufrir como cristianos: gozosos. Cuando alguien me menosprecia, debo gozarme con gran alegría. Si alguien habla mal de mí, debo callar mientras lleno mi corazón con agradecimiento a Dios por ello. Cuando no valoran lo que hago, no debo sorprenderme sino mirar hacia la eternidad, recordando que habitaré por siempre con mi Cristo. En cualquier tipo de sufrimiento, debo gozarme al pensar que estoy siguiendo los pasos de mi Maestro, el único “experimentado en quebranto” (Is. 53:3). Él sí sabe lo que es sufrir. Yo solo estoy pasando por una “breve tribulación momentánea” que produce en mí “un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Co. 4:17).

CONCLUSIÓN

Si sigues los pasos de Cristo, eventualmente muchos a tu alrededor te traicionarán y lastimarán. Pero ¡gózate! En Cristo, cada doloroso momento es una oportunidad para ser feliz. No dejes que el momento te ciegue. Mira más allá. Recuerda el Evangelio y alégrate de poder sufrir. Gózate al pensar que “en otro tiempo no habías alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia” (1 P. 2:10). Cristo está sentado a la diestra de Dios (1 P. 3:22) ¡y tú estás allí con Él (Ef. 1:3)!

¡Rómpete una pierna! ¡Alégrate de poder sufrir!


[1] John MacArthur, Biblia de estudio MacArthur (Nashville, Tennessee: Grupo Nelson, 2011), 1790.


Andrés Constantino nació en la ciudad de Xalapa, Veracruz. Actualmente, reside en el estado de Nuevo León, y estudia la licenciatura en Teología Pastoral en la Universidad Cristiana de las Américas. Disfruta servir en el ministerio de Palabra y Gracia.