“Predicar aburrido es un pecado”, he oído decir a R.C. Sproul varias veces. “La Biblia no es aburrida”, continúa, “si la estás predicando de manera aburrida, estás predicando mal”. Ese es el punto. Vivimos en una sociedad tan interesada en el lanzamiento de la próxima película de superhéroes, que Dios hablando a través de sus predicadores desde incontables púlpitos alrededor del mundo es… aburrido.

Una de nuestras responsabilidades como expositores es hacer la labor del kerusso —el pregonero— y hacerlo de una manera que honre a Dios. Debemos luchar en contra de ser aburridos porque la Biblia no lo es. Una manera de ser un comunicador poderoso de las Escrituras es usando las ilustraciones efectivamente.

Sin embargo, ¿tiene el uso de las ilustraciones un precedente bíblico? ¿O es simplemente una técnica de retórica?

Las ilustraciones en el Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento está lleno de ilustraciones. Más del 40% del Antiguo Testamento es narrativa. Es interesante que Dios decidió enseñarnos mucho acerca de quién es Él —su soberanía, su gracia, su poder, su majestad, su misericordia— a través de historias reales que ilustran sus atributos.

Pudiéramos citar muchos ejemplos de ilustraciones en el Pentateuco y los Históricos, pero me centraré en los predicadores de aquel tiempo: los profetas. Analicemos algunos ejemplos.

Para hablar del juicio de Dios sobre su pueblo, Isaías escribe: “Por tanto, como la lengua del fuego consume el rastrojo, y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre, y su flor se desvanecerá como polvo; porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel.” (Is. 5:24). En otro pasaje, Dios usa a Ezequiel para describirse a sí mismo como uno que tiene la espada afilada fuera de su vaina, lista para traer juicio (Ez. 21). ¡Poderosas imágenes!

El profeta Amós usa una analogía impactante, igualmente hablando del juicio: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo? ¿Rugirá el león en la selva sin haber presa? ¿Dará el leoncillo su rugido desde su guarida, si no apresare? ¿Caerá el ave en lazo sobre la tierra, sin haber cazador? ¿Se levantará el lazo de la tierra, si no ha atrapado algo? ¿Se tocará la trompeta en la ciudad, y no se alborotará el pueblo? ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho?” (Am. 3:3-6). El mismo profeta usa el símil en 3:12; 4:11; y 5:24, y en el 4:1 se refiere a aquellos que habitaban en Samaria, quienes vivían en opulencia y abundancia de comida pero oprimían a los necesitados, como “vacas de Basán”.

Los profetas no solo utilizaron las ilustraciones al hablar, sino que también su vida entera es una ilustración (“porque por señal te he dado a la casa de Israel” [Ez. 12:6]). Dios usa el todo del profeta para proclamar sus oráculos de una manera gráfica. Dios ilustra sus juicios y su gracia, por ejemplo, pidiéndole a Jeremías que compre un cinto el cual se pudre (Jer. 13:1-11), dejando a Ezequiel mudo (Ez. 3:26), mandándole hacer una maqueta de Jerusalén (Ez. 4:1-2), pidiendo que corte su barba (Ez. 5:1-2), u ordenando que salga como un cautivo delante de los Israelitas (Ez. 12). A Oseas le pide casarse con una mujer fornicaria y le da instrucciones específicas de cómo nombrar a sus hijos (Os. 1).

Una de las imágenes más impactantes y poderosas se encuentra en Ezequiel 24, donde Dios decide quitarle la vida a la esposa del profeta para ilustrar la caída del Santuario. Siempre que leo ese pasaje me quebranto. “Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos; no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas. Reprime el suspirar, no hagas luto de mortuorios; ata tu turbante sobre ti, y pon tus zapatos en tus pies, y no te cubras con rebozo, ni comas pan de enlutados. Hablé al pueblo por la mañana, y a la tarde murió mi mujer; y a la mañana hice como me fue mandado” (Ez. 24:16-18). Estos son tan sólo unos cuantos ejemplos del uso de las ilustraciones en el Antiguo Testamento. ¿Y qué del Nuevo?

Las ilustraciones en el Nuevo Testamento

El Maestro de maestros es nuestro Señor Jesucristo. Una de las técnicas más comunes en la  enseñanza de Jesucristo era la parábola. “Parábola” viene de parabolé, e indica “una narrativa o dicho de longitud variable, diseñado para ilustrar una verdad especialmente a través de una comparación o símil”.[1] En otras palabras, en la Biblia una parábola es una historia que ilustra una verdad espiritual.

Cristo, para hablarnos de las verdades acerca del Reino, no usó largas disertaciones teológicas con lenguaje complejo, sino que contó historias. ¡Y qué historias! Para enseñarnos la ley del prójimo, Cristo nos remontó a las veredas que llevaban a Jericó, en donde un judío golpeado recibió ayuda de un samaritano (Lc. 10:25-37). Para ilustrar el incomparable valor del Reino, nos mostró un tesoro escondido y una perla de gran precio (Mt. 13:44-46). ¿Cómo no imaginarnos la alegría del pastor que regresa con esa oveja perdida (Mt. 18:10-14)? ¿Cómo no sentir la angustia de la mujer que busca la moneda perdida (Lc. 15:8-10)? ¡Y la indignación con el siervo que ahogaba a su consiervo por los cien denarios (Mt. 18:23-35)! Para Jesús, las verdades espirituales no son abstractas; más bien deben manifestarse de manera práctica en la vida de sus discípulos.

Pablo también usa el poder de las ilustraciones en sus epístolas. El apóstol emplea el lenguaje de los deportes olímpicos para ilustrar la vida cristiana. Nos enseña que debemos correr para alcanzar el premio (1 Co. 9:24; He. 12:1), y tener dominio propio y disciplina para recibir la corona incorruptible, así como los luchadores recibían una corruptible (1 Co. 9:25-27).[2]

Aplicando a nuestra predicación

En mi experiencia, la mayoría de las veces que escucho una predicación tediosa o aburrida es porque no se usaron ilustraciones, símiles, o metáforas. Debemos seguir el patrón que Dios nos ha dejado en su Palabra. Así como los profetas ilustraron el mensaje de juicio y gracia de Dios, nosotros debemos hacer lo mismo. Así como nuestro Señor Jesucristo ilustraba las verdades del Reino con historias que cualquier persona podía comprender, nosotros debemos llegar al corazón haciendo uso de la imaginación a través de ilustraciones que verdaderamente ilustren.

Es verdad que las ilustraciones han sido mal usadas, y continúan siéndolo en incontables púlpitos alrededor del mundo. Sin embargo, un uso correcto y balanceado traerá impacto a la vida de los oyentes, y les enseñará que las verdades cristianas contenidas en la Biblia tienen implicaciones prácticas en la vida cotidiana.


[1] BDAG, parabolé (mi traducción).

[2] Interesantemente, la palabra pukteo traducida como “peleo”, es una usada para hablar de boxeo, o una pelea con puños (BDAG, Louw & Nida, Thayer).


Publicado originalmente en www.coalicionporelevangelio.org.