Cuando llegué a la universidad cristiana, me llamó mucho la atención que varios de mis compañeros realizaban viajes misioneros durante las vacaciones.[1] De hecho, recuerdo que fue muy extraño la primera vez que les pedí permiso a mis padres para no ir a casa en vacaciones. “¿Por qué gastar tus vacaciones en un viaje misionero, yendo a una iglesia que no conoces?”. Así que, quiero compartirte tres preguntas que pueden ayudarte si eres (1) un joven que ve a otros “malgastar” sus vacaciones, (2) un padre que duda si darle o no el permiso a su hijo de ir con otros muchachos a un lugar que no conoce, o (3) un pastor al que le piden consejo.

1. ¿Para qué es un viaje misionero?

A veces, los viajes misioneros son bastante atractivos por la oportunidad de viajar y conocer otros lugares. Pero, obviamente, ese no es el propósito del viaje. Todo viaje misionero es para servir. Jesús señaló que el servicio fue su tarea en su viaje misionero a la tierra (Mr. 10:45). Más adelante, el apóstol Pablo dijo que el Espíritu Santo repartió capacidades a la iglesia para servir al cuerpo de Cristo (1 Co. 12:4-7). Esta tarea se puede realizar a través de diversos ministerios y actividades. Un viaje misionero permite que uses las capacidades que Dios te dio para edificar su Cuerpo y evangelizar a los perdidos.

Donde veas una necesidad, ahí encontrarás un ministerio.

La perspectiva del servicio es muy importante para un viaje misionero. A veces, no existirán todas las comodidades que hay en tu hogar. Puede ser incómodo y algo tortuoso. Pero, si tienes una mentalidad de servicio, te ayudará. Por supuesto, ¡no siempre es así! En muchas ocasiones, los hermanos te hospedan muy bien y te tratan como rey. ¡También es parte de las bendiciones de Dios! Solamente recuerda: no debes esperarlo como una obligación. Al fin y al cabo, ¡vas para servir!

Eso nos lleva a considerar la siguiente pregunta.

2. ¿Quiénes deben ir a un viaje misionero?

No cualquier creyente o asistente a la iglesia debe ir a un viaje misionero. Jesús dijo: “Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza” (Lc. 9:58). Esto lo entendían los doce y estaban dispuestos a pasar por ello. Muchos otros querían seguir a Jesús hasta que se toparon con detalles como este. En un viaje misionero, todo el grupo debe tener la misma mentalidad: servicio humilde.

Pablo expresó así el sentir —la mentalidad— de Cristo:

Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.” (Fil. 2.3-4).

Por tanto, quienes quieran ser parte del equipo misionero deben saber que tienen una responsabilidad: reflejar a Cristo mientras sirven. Deben servir, pero no solo eso. Deben servir con la actitud correcta. Cualquier miembro, en cualquier tarea, debe tener esta mentalidad de servicio humilde.

3. ¿Cómo debo prepararme para un viaje misionero?

Si quieres ir a un viaje misionero, sé un siervo en tu propia iglesia. Dios no te dio tus capacidades solo para ser usadas ocasionalmente en algún viaje misionero. Debes estar sirviendo en tu iglesia local antes de apoyar a otras iglesias. Tristemente, muchos de los que quieren servir lejos de casa no mueven un dedo en su iglesia local. No podrás ver las necesidades de una iglesia a 2000 km si no puedes identificar las de un hermano a tu lado.

En el viaje misionero debes hacer lo que ya estás haciendo por tu iglesia local.

Eso fue lo que me impactó de los viajes misioneros de mis compañeros de universidad. No eran organizados por pastores o líderes, sino por jóvenes que querían transmitir a su propia iglesia lo que estaban aprendiendo y poniendo en práctica en la universidad. Quizás no eran los más capaces, pero esas son las personas que Dios escoge para avergonzar a este mundo (1 Co. 1:26-31). Así que, te animo a comenzar a servir en tu congregación antes de considerar un viaje misionero.

Además, recordemos que un viaje misionero no se prepara con una junta exprés. Debe ser el resultado de la preparación espiritual y material. Muchas veces, tomamos tiempo para revisar el presupuesto y planear las actividades, pero invertimos poco tiempo en la capacitación. Antes de salir a otra iglesia a ministrar, asegúrate de que los que van en el viaje puedan ofrecer no solamente una capacidad, sino también un corazón humilde y servicial (1 Co. 3:10; 2 Co. 3:4-5). Un viaje misionero requiere capacitación espiritual, guía y consejo pastoral. Si estás considerando asistir a un viaje misionero, asegúrate de que están recibiendo apoyo de sus padres y pastores, dado que ellos serán los que refuercen el servicio de Dios o lo obstaculicen.

CONSEJOS PARA PADRES Y PASTORES

¿Tu hijo o un joven de tu iglesia quiere ir a un viaje misionero?

  • Papá: Tú puedes ser un peldaño para el servicio o una piedra de tropiezo. Gastar en un boleto, sacrificar unas vacaciones en familia o sufrir un poquito la separación de tu retoño vale la pena si tu hijo está buscando servir al Señor. Sí, asegúrate que todo esté en orden y no vaya directo a una misión suicida por falta de planeación. Pero permítele servir a otros por causa de su Señor. Esa experiencia podría cambiar su vida.
  • Pastor: Si nosotros no animamos a nuestras ovejas al servicio, ¿quién lo hará? No seas egoísta, pensando que solo debe servir en tu iglesia. Apóyalo porque necesita de tu guía y consejo. Si tiene una oportunidad para servir, ayúdale a entender para qué es un viaje misionero y con qué mentalidad debería asistir. Ora por él y estate pendiente de su progreso. ¡El Señor puede hacer grandes cosas en su vida a través de esta aventura!

CONCLUSIÓN

Si aún no estás sirviendo, un viaje misionero puede ser una buena oportunidad, pero no es la única. No esperes a un viaje para comenzar a servir. Busca a Dios, ámalo y sírvelo de corazón estés donde estés. Ya sea en tu iglesia local o en una iglesia a kilómetros de distancia, sirve con humildad al Señor.

Si te están invitando a un viaje misionero, ¡tómalo en cuenta! Un viaje misionero puede encender tu corazón como pocas cosas pueden hacerlo. Que no te importen las condiciones en las que estarás sirviendo. Recuerda el servicio humilde de Jesús y ¡lleva ese mismo corazón a donde quiera que vayas!


[1] Un viaje misionero es un viaje a un lugar lejos de casa durante un corto periodo de tiempo para colaborar con otra iglesia o ministerio. Así que, no estoy considerando a hermanos que dedican sus vidas a las misiones. Me refiero a grupos como los de mi universidad que realizaban escuelitas bíblicas o campamentos de música durante las vacaciones.