La historia de Cara Brookins se ha hecho una sensación en las redes sociales. Los videos y publicaciones cuentan cómo ella logró escaparse de un matrimonio abusivo. Sintiendo la necesidad de que sus hijos tuvieran una casa propia para seguir adelante, consiguió un préstamo, compró materiales, y, con la ayuda de YouTube, construyó una casa. Desde el fundamento hasta el techo, incluyendo la plomería y la tablaroca, lo hizo todo con sus hijos [Vea la foto]. Es una historia fascinante y conmovedora que se narra en el libro Rise: how a house built a family [“Levántate: cómo una casa construyó una familia”]. Es la historia de una mujer que, humanamente hablando, llevó a su familia de la ruina emocional a la estabilidad familiar.
¿Te recuerda algún famoso versículo de la Biblia? A mí, sí. Al leer sobre una mujer que construyó una casa con sus propias manos, no puedo evitar pensar en Proverbios 14:1:
“La mujer sabia edifica su casa; más la necia con sus manos la derriba”.
¿Será Cara la mujer sabia de la que habla este versículo? ¿Qué quiere decir la madre de Lemuel cuando dice que la mujer sabia edifica su casa?
Primero, recordemos que Proverbios es un libro poético, y debe ser interpretado como tal. No es un libro lleno de mandamientos o promesas, sino de principios que suelen enseñarse usando lenguaje figurativo. Se utilizan objetos físicos para enseñar realidades espirituales. Por lo tanto, creo que podemos interpretar este versículo en un sentido relacional y espiritual: “La mujer sabia edifica su hogar”.
Cuando leo un versículo así, mi instinto natural quiere ver una lista de las cosas que una mujer sabia sí hace y una lista de las que no hace. Pero la Biblia no es un libro de listas de quehaceres. Es un libro sobre una Persona que quiere conformarnos a su imagen. Entonces, ya que Jesús quiere que seamos como Él, este versículo tiene mucho más que ver con lo que la mujer sabia es en lugar de lo que ella hace. Lo que yo soy produce lo que yo hago. Es más fácil cumplir con una lista, pero no deberíamos buscar cambiar lo que hacemos. Lo que deberíamos preguntarnos es cómo podemos ser una mujer sabia.
A Jesús también le gustaba usar objetos físicos para enseñar verdades espirituales. Una de las parábolas que Jesús contó tiene muchos paralelos con Proverbios 14:1. Toma un momento para leer esta parábola en Lucas (si tienes tiempo, léela también en Mateo 7:24-27):
“¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa” (Lc. 6:46-49).
Los paralelos entre estos pasajes son evidentes. ¡La ventaja que tenemos aquí es que Jesús mismo nos explica su enseñanza! Quisiera destacar tres aspectos de esta enseñanza:
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La casa no es el enfoque
Jesús no dice nada sobre las dos casas en sí. No nos dice si una era más grande que la otra, más bonita, o más útil. El problema de la casa del insensato no fue que las ventanas estaban muy pequeñas, o que faltaron cuartos, o que el techo quedó muy bajo. Jesús no le da importancia a la apariencia de la casa.
En esta parábola, la casa podría representar los hábitos visibles de una familia. Entonces, cuando leemos “la mujer sabia edifica su casa”, no deberíamos enfocarnos en una mujer que tiene su hogar muy organizado y bien cuidado, que siempre llega a tiempo con sus hijos a la iglesia (con los textos de la escuela dominical memorizados), o que es callada y sumisa. Y, cuando escuchamos “la mujer necia la derriba con sus manos”, tampoco deberíamos centrarnos en una mujer que a veces no llega a la reunión femenil, que se le olvida que le toca apoyar en cunas, que no plancha las camisas de su esposo, o que habla mucho.
Estos hábitos visibles son secundarios para Jesús. Dijimos que Jesús no se enfoca en la casa en sí. Dos hogares pueden verse diferentes en hábitos diarios, y aun así tener el mismo fundamento. De igual forma, dos hogares pueden verse casi idénticos en prácticas familiares, y estar fundados sobre fundamentos muy diferentes. No nos distraigamos con cosas secundarias que no representan la verdadera sabiduría.
¿Cómo es, entonces, una mujer sabia que edifica una casa que perdura?
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El fundamento es la clave
Jesús se enfoca en el fundamento: “Cavó, y ahondó, y puso el fundamento sobre la roca; y (…) estaba fundada sobre la roca”. Esto implica trabajo y esfuerzo en algo lento y difícil. El necio no se molestó con el fundamento porque era mucho compromiso, y no quiso invertir tanto tiempo en algo que quedaría completamente escondido de la vista. Nadie va a ver cuánto te costó poner el fundamento. Pero Jesús dice que el sabio es el que ve la importancia de cavar y ahondar, esforzándose en algo que nadie más va a ver. La mujer sabia que edifica su hogar tendrá que invertir mucho tiempo y esfuerzo en algo que nadie más ve. La sabiduría no se desarrolla en público. No es algo que sucede en Facebook o Instagram.
Pero esto nos deja con una pregunta: ¿sobre qué está fundada la vida de una mujer sabia? Esta es la pregunta que Jesús contesta para nosotras en su parábola. La vida de una mujer sabia está construida sobre la Palabra. La mujer sabia fundamenta su vida sobre el oír y el obedecer la Palabra de Dios.
Ambos elementos son importantes. Jesús empieza la parábola diciendo: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lc. 6:46). En otras palabras, ¿por qué asistes a la iglesia, dices “amén” y aparentas ser una buena cristiana, pero no me obedeces? Puedes tener tu “casa” bien arreglada, pero tener un fundamento débil. De hecho, mi casa puede verse más bonita que la de fulanita, y aun así estar a punto de caer. ¿Cómo es eso posible? Porque no basta con oír la Palabra. No es suficiente decir: “Señor, Señor”.
Se requiere cavar y ahondar, permitir que la Palabra oída, leída, meditada y memorizada permee las capas de pecado, llegando a tocar la “tierra negra” de la obediencia.
Sin embargo, ¿cómo puedo saber cuál es el verdadero fundamento de mi “casa”?
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Las dificultades revelan el fundamento
Si vemos una fila de casas bonitas y arregladas, ¿qué tendría que suceder para revelar la condición del fundamento? Un terremoto o una inundación, ¿no? Es exactamente lo que dice Jesús: “Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa” (Mt. 7:25). Puede ser tu pecado o el de tu esposo, un trabajo perdido, un accidente con tu auto, la pérdida de un bebé. Las dificultades revelan el verdadero fundamento de tu vida. En esta parábola, no existe persona sobre la que no vengan las aguas. Las pruebas vendrán. Ahí se verá si has construido sobre el fundamento sólido de la obediencia a la Palabra, o si estás derribando tu casa con tus propias manos.
¿Proverbios 14:1 y la parábola de Jesús nos dan alguna receta secreta para ser una mujer sabia? Realmente no. Nos enseñan el mismo mensaje que el resto de la Biblia. Para ser una esposa, madre, hija, abuela, o hermana sabia, necesito ser una verdadera discípula de Jesús. Si quieres tener una casa firme y ser una verdadera discípula de Jesús, oye su Palabra y obedécela. Cava y ahonda, invierte esfuerzo en caminar en obediencia a la Palabra. Descansa en la gracia de Cristo, y permite que te santifique diariamente.