Las noticias van de mal en peor, ¿no crees? En México, basta con ver la progresión de las imágenes sobre el Dr. Hugo López-Gatell Ramírez, nuestro Subsecretario de prevención y promoción de la salud. Hace algunas semanas, había muchos memes sobre lo que decía. Ahora, la mayoría de las imágenes se enfocan simplemente en su rostro. ¡Se ve demacrado! El texto que acompaña estas imágenes suele decir algo como “Esta es la cara de alguien que ha luchado día y noche por detener la propagación del virus”.

¿Sabes por qué ese rostro? Porque, para Gatell, todo el día nuestra situación ha sido su meditación. Sus días han consistido en ver más noticias, gestionar el personal a su mando, preparar conferencias a nivel nacional, etc. ¡Se la ha pasado pensando en nuestra terrible situación! Y podríamos ir en el mismo camino que Gatell, si todo el día nuestra situación es nuestra meditación.

Probablemente, te diste cuenta a cuál versículo hice referencia con el título de este artículo:

“¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación” (Sal. 119:97).

El salmista afirma en qué medita todo el día: la Palabra de Dios. ¿Qué resultados tiene esto para él? Su alegría es evidente (Sal. 119:2); disfruta más la Palabra que el sustento económico (Sal. 119:14, 72, 127); se deleita en que Dios le dirija (Sal. 119:24); pone su esperanza en Dios (Sal. 119:28-31); anhela obedecer a Dios (Sal. 119:33-37); se siente libre (Sal. 119:45); halla consuelo en la aflicción (Sal. 119:50); alaba a Dios espontáneamente (Sal. 119:62); valora las dificultades (Sal. 119:67); su fe permanece en medio de la dificultad (Sal. 119:81-83); disfruta más la Palabra que las delicias culinarias (Sal. 119:103).

El mismo gozo y la misma fe inquebrantable están disponibles para ti.

Pero todo depende de esto: ¿en qué meditas? Los medios y las redes sociales nos están llenando con noticias sobre nuestra situación. Y ver video tras video, noticia tras noticia, estadística tras estadística… es meditar en nuestra situación. ¡Y ya sabes cómo termina esto! Acabarás tan demacrado como el Subsecretario López-Gatell. Eso nos provoca el meditar en nuestra situación.

¡Necesitamos con urgencia meditar en la Palabra! Así que, quisiera darte tres breves sugerencias para llenarte de la Palabra en estos tiempos difíciles (y no dejar que nuestra situación te consuma).

1. Escucha más la Palabra que las noticias.

Estando en casa, es fácil pasar mucho tiempo en redes sociales. ¿De qué están llenas ahora mismo? De nuestra situación. Malas noticias. Números de contagios. Muertes. Quejas. Dudas sobre las cifras oficiales. Incluso los memes, en el fondo, están alimentando nuestra ansiedad. ¿Cuántas semanas más estaremos así? ¿Y mi graduación? ¿Y el sustento económico de mi hogar? ¡Las preguntas seguirán surgiendo si todo el día las noticias son nuestra meditación!

Haz tus devocionales. Escucha buenas predicaciones. Lee un buen libro cristiano. ¡Medita en la ley de Dios con lo que escuchas!

2. Habla más la Palabra que las noticias.

No solemos prestar mucha atención a nuestras pláticas con otros. ¡Pero estas sí tienen gran impacto en nosotros! Hablar es otra forma de meditar. Por eso, al pueblo de Israel se le pide que “hable” la ley de Dios todo el día (Dt. 6:6-9). Hablar la Palabra de Dios es tenerla en su corazón (Dt. 6:5-6). No dejes que tus pláticas con otros sean principalmente sobre nuestra pésima situación.

Habla sobre lo que aprendes en tus devocionales. Habla sobre algo que aprendiste de Dios. Habla sobre las luchas que tienes, pero siempre llega a la verdad bíblica que te sostiene. ¡Medita en la ley de Dios con lo que hablas!

3. Piensa más la Palabra que las noticias.

Somos seres pensantes, lo queramos o no. Nuestra mente vuela continuamente, pero debemos tener control sobre ella. Cristo nos ha dado poder para llevar “cautivo todo pensamiento a la obediencia a [Él]” (2 Co. 10:5). Aunque sea natural para ti pensar en la situación económica, en cuánto extrañas a tus amistades, en el tiempo que estaremos en casa, en si te vas a contagiar… ¡Lleva cautivos tus pensamientos a Cristo y deja de pensar en eso!

Piensa en lo que leíste en la Palabra. Piensa en un atributo de Dios que te brinda confianza en medio de esta situación. Piensa en cómo Cristo sufrió en la tierra para compadecerse de nuestro sufrimiento. Piensa en la segura esperanza que tienes. ¡Medita en la ley de Dios con lo que piensas!

CONCLUSIÓN

Como creyentes, podemos tener paz en medio de esta situación, pero la clave está en lo que meditamos. Medita en la Palabra con lo que escuchas, con lo que hablas y con lo que piensas. No dejes que tu corazón se llene de tinieblas (Lc. 11:34-35). Cuida lo que dejas entrar a tu corazón, que la luz de tu vida sea la Palabra (Lc. 11:36).

En estos tiempos de aflicción, que nuestra oración sea la misma que el salmista:

“Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra” (Sal. 119:28).


Andrés Constantino nació en la ciudad de Xalapa, Veracruz. Actualmente, reside en el estado de Nuevo León, donde graduó con la licenciatura en Teología Pastoral. Disfruta servir en la Universidad Cristiana de Las Américas y en el ministerio de Palabra y Gracia.