Levantarse, salir a trabajar, comer, seguir trabajando, dormir. Así son mis días cuando me dejo llevar por la corriente… y quizás también los tuyos. Vivimos en un mundo atareado. Todo era para ayer y siempre hay algo más que hacer. Vivimos preocupados y nuestra solución es estar muy ocupados. Más trabajo, más resultados; más resultados, ¿más satisfacción? Quizás por un momento, pero estamos demasiado ocupados para disfrutarlo. Trabajamos para vivir y eso fácilmente se convierte en vivir trabajando (o, peor, vivir para trabajar).

Esa es mi tendencia y, si es también la tuya, quiero recordarte esto: terminar todo, sin Jesús, es terminar contigo. ¿Por qué? Esta es una de las enseñanzas de un pasaje que ya conoces: Juan 15.

NADA PODÉIS HACER

Recuerdas el pasaje, ¿verdad? Jesús usa la metáfora de una vid y sus ramas para describir su relación con nosotros:

“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5).

La frase “separados de mí nada podéis hacer” no significa que no puedas hacer absolutamente nada. En cierto sentido, sin Jesús, puedes “cumplir” en cada área de tu vida. Puedes sacar buenas calificaciones en tu escuela, aunque no hayas leído tu Biblia. Puedes llevar comida a tu hogar, aunque no hayas pasado tiempo en oración. Puedes tener un hogar impecable, aunque hayas decidido faltar a la iglesia. Puedes hacer mucho sin Jesús.

NADA PODÉIS PRODUCIR

Entonces, ¿qué significa “separados de mí nada podéis hacer? En contexto, significa: “separados de mí nada podéis producir”. En Juan 15, el enfoque es la presencia o ausencia del “fruto” en cada rama:

“Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto” (15:2).

El conocido versículo 4, donde Jesús dice “permaneced en mí”, es la respuesta a cómo llevar fruto. Al leer el pasaje, tú quieres ser de los pámpanos que llevan fruto. Tú no quieres ser quitado de la vid. Quieres ser una rama fructífera. Lo que Jesús dice aquí es que eso es imposible si no permaneces en Él. Es imposible dar un fruto agradable a Dios estando lejos de Jesús. Separado de Jesús, no puedes producir ningún buen fruto. Absolutamente nada.

Sin Jesús, puedes “cumplir” en tu vida, pero sin ningún buen fruto. Puedes sacar buenas calificaciones en tu escuela, pero vivirás estresado como secuela. Puedes llevar comida a tu hogar, pero generarás un mal sabor de boca al llegar. Puedes tener un hogar impecable, pero tendrás un corazón impenetrable. Cuando haces mucho sin Jesús, Él no hace mucho en ti. Y se nota.

NADA PODÉIS VIVIR

La advertencia de Jesús para los hacen mucho, sin Él, es clara:

“El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen y los echan al fuego, y arden” (15:6).

Los que “separados de Él nada pueden hacer” también “separados de Él nada pueden vivir”. No dar fruto es terminar siendo cortado y echado al fuego. Puedes ser alguien que “cumplió con todo” y terminar en el infierno. Tu relación con Cristo no es opcional. Es vital (¡literalmente!). No importa que hayas hecho una oración hace mucho. Jesús dice que, si eres un creyente de verdad, permaneces en Él y como consecuencia también das fruto. Pero si no permaneces en Él, la ausencia de fruto debería preocuparte y mucho. Querido lector, no pasa nada si no terminas todos tus quehaceres, pero si terminas todo, sin Jesús, terminarás contigo.

NADA MÁS IMPORTA

Levantarse, salir a trabajar, comer, seguir trabajando, dormir. Levantarse, ir a la escuela, comer, hacer tarea, dormir. Levantarse, limpiar el hogar, comer, atender a los hijos, dormir… Todo esto, sin Jesús, no es vida. Si solo has estado “haciendo cosas” sin dar fruto, escucha a Jesús: “Permaneced en mí, y yo en vosotros” (15:4). Acércate a Él, porque tu fruto y vida dependen de ello. Permanece en Él por medio de la Palabra. Permanece en Él cada mañana al no solo levantar tu cuerpo, sino también oraciones a tu Dios. Permanece en Él amando a los que te rodean, recordando la manera en que Él te amó al dar su vida por ti (15:12-13).

¿Notaste la hermosa promesa en el versículo 4? Si tú permaneces en Él, tienes el fruto asegurado porque Él estará en ti. El Padre se encargará de limpiarte (15:1-2). Jesús te promete que el Padre escuchará tus ruegos para que puedas amar a los demás (15:7, 16-17). Escucha esto: si permaneces en Jesús, Él se encargará de que el Padre te ame y nunca termine contigo (15:9-10).


Andrés Constantino nació en la ciudad de Xalapa, Veracruz. Actualmente, reside en el estado de Nuevo León, donde graduó con la licenciatura en Teología Pastoral y la maestría en Predicación Expositiva. Disfruta servir en la Universidad Cristiana de Las Américas y en el ministerio de Palabra y Gracia.