Hay pocos pasajes tan debatidos y aterradores como 1 Juan 5:16-17. El apóstol Juan menciona el famoso “pecado de muerte”. Este pasaje genera cierta angustia en el corazón de algunos, llevándolos a dudar de su propia salvación. El pasaje dice:

“Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida. Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte” (1 Jn. 5:16-17).

¿Cuál es el pecado de muerte y cómo podemos evitarlo? La correcta interpretación del pasaje gira en torno a tres debates. Debemos decidir si Juan habla de muerte física o espiritual. También tenemos que decidir si el hermano que menciona es salvo o no. Finalmente, debemos descifrar qué es el pecado de muerte. Veamos… 

1. ¿Es muerte física o espiritual?

Algunos entienden que Juan está hablando de la muerte física de un creyente que es juzgado por algún pecado grave. Sin embargo, en los escritos de Juan, vida y muerte casi siempre describen vida y muerte espiritual. Juan usa la palabra muerte en dos ocasiones en 1 Juan 3:14 donde habla de muerte espiritual. Además, usa la palabra vida 14 veces (además de este versículo) y solamente en 2 ocasiones habla de vida física. Estos dos pasajes (1 Juan 2:16 y 3:16) contienen claros indicadores contextuales que señalan que está hablando de vida física. Las otras 12 ocasiones habla de vida eterna. 1 Juan 3:14 ejemplifica la manera que Juan usa estas palabras:

“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte”.

A pesar de que no especifica que está hablando de vida espiritual, es muy obvio que es así. Por tanto, para que 1 Juan 5:16 hable de vida física, tendríamos que encontrar claros indicadores contextuales que lo sugieran. ¿Los encontramos en este pasaje? No. Encontramos todo lo contrario. Los versículos del contexto (1 Juan 5:11-13 y 20 hablan de vida espiritual). El uso normal de Juan y el contexto de este pasaje indican que el apóstol está hablando de vida y muerte espiritual.

Esto nos lleva a la segunda pregunta:

2. ¿Quién es el “hermano”?

Podría parecer una pregunta absurda, porque cuando nosotros usamos la palabra “hermano” hablamos de una persona salva o que al menos suponemos que es salva. Sin embargo, esto nos metería en un problema. Si nuestra primera respuesta es acertada y Juan habla de muerte espiritual, el versículo indicaría que este hermano salvo pierde su salvación. Pero debemos notar algo: Juan usa la palabra hermano para describir a cualquier persona que está dentro de la comunidad de la iglesia, sin afirmar algo de su verdadera condición espiritual.

Otra vez, 1 Juan 3:14 nos sirve de ejemplo. Este pasaje dice que “el que no ama a su hermano permanece en muerte”. Además, el versículo siguiente afirma que “todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él” (1 Juan 3:15). Por la manera en que nosotros usamos esta palabra, diríamos que no es su hermano, porque no es salvo; pero Juan usa esta palabra en un sentido general para hablar de cualquier persona que está en el contexto de la iglesia. Por ello, puede usar la palabra “hermano” y no enseñar que un verdadero creyente pueda perder la salvación.

Entonces, las palabras muerte y vida hablan de muerte y vida espiritual. Además, el “hermano” mencionado no es necesariamente salvo sino alguien dentro del contexto de la iglesia. La tercera pregunta es:

3. ¿Qué es el pecado de muerte?

Esta es la pregunta más difícil. En realidad, no estoy seguro, y pocos teólogos afirman saber con certeza lo que es. Juan no especifica cuál pecado es. Parece que sus lectores sabían cuál era por haber sido instruidos anteriormente. Otra opción es que Juan no explica cuál es para que los verdaderos cristianos vigilen su manera de vivir. Sea como sea, él no lo especifica y nos vemos obligados a sacar deducciones del contexto y de otros pasajes bíblicos.

¿Qué opciones existen? Algunos creen que es un pecado especialmente grave que causa la muerte física (algo que ya descartamos). Otros creen que es un pecado grave que conlleva la pérdida de la salvación, pero la Biblia enseña que un verdadero hijo de Dios no puede perder la salvación. Los católicos creen que es un pecado mortal que causa que el pecador “caiga de la gracia”. Otros lo relacionan con la apostasía o la blasfemia del Espíritu Santo. Seguramente podríamos encontrar más opciones.

En lo personal, creo que el pecado de muerte es una incredulidad insistente y una rebeldía reiterada que brota de una conciencia cauterizada y un corazón irremediablemente endurecido. La persona que comete este pecado ha estado en el ambiente de la iglesia y ha escuchado la enseñanza bíblica. Aun así, rehúsa creer verdaderamente en Jesucristo. Su vida no da evidencias de fe, amor y santidad (los tres exámenes en 1 Juan para saber que somos hijos de Dios). Por su incredulidad insistente y su rebeldía reiterada, llega un punto donde ya no hay remedio para esta persona. Dios deja de obrar en su vida para traerla al arrepentimiento. Porque su condenación eterna está sellada, Juan dice que ya no es necesario orar por esta persona.

Otros pasajes bíblicos contienen algo similar:

  • En Jeremías 7:16, Dios le prohíbe a Jeremías que ore por la salvación de Judá: “Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegues; porque no te oiré” (ver también Jr. 14:11-12; 15:1; 18:20). ¿Qué pecado provocó que Dios diera esta prohibición? La incredulidad insistente y la rebeldía reiterada de Judá: “Ahora, pues, por cuanto vosotros habéis hecho todas estas obras, dice Jehová, y aunque os hablé desde temprano y sin cesar, no oísteis, y os llamé, y no respondisteis” (Jr. 7:13). Los judíos habían sido tan obstinados a pesar de todo lo que Dios había hecho por ellos que Dios había determinado la caída de la nación. Ya no había marcha atrás.
  • En Hebreos 6:4-6 y 10:26-29 encontramos conceptos similares. Estos pasajes hablan de personas que estuvieron dentro del contexto de la iglesia, gustaron de la Palabra, recibieron el conocimiento de la verdad, pero terminaron rechazándola. Según estos pasajes, la incredulidad insistente de estas personas los llevó al punto sin retorno. Ya no hay arrepentimiento para ellos sino solo una horrenda expectación de juicio. Más adelante, Hebreos nos presenta a Esaú como un ejemplo de esta clase de incredulidad. Cuando parecía que la bendición era para él, la despreció a tal grado que ya no tuvo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la buscó con lágrimas (He. 12:17).

Otro argumento que favorece esta interpretación es que concuerda con el contexto histórico del libro. Los herejes gnósticos estuvieron dentro de la iglesia, escucharon la enseñanza bíblica, pero rehusaron aceptarla. Además, infectaron a otras personas con sus enseñanzas y finalmente abandonaron la iglesia (1 Jn. 2:19). Por su incredulidad insistente y rebeldía reiterada, pasaron el punto sin retorno. Cometieron el pecado de muerte por lo que Juan dice que no es necesario orar por ellos (aunque no lo prohíbe tampoco).

Entonces, si este pecado representa una amenaza para personas hoy, ¿cómo debemos responder a este pasaje y evitar cometer el pecado de muerte?

1. Examina tu vida.

Este pasaje nos presenta una severa advertencia para los que estamos en el contexto de una iglesia. Podríamos cometer este pecado a pesar de asistir a la iglesia por años. ¿Qué caracteriza a estas personas? No creen en las doctrinas de la fe cristiana, no aman a los demás cristianos, y no andan en santidad. La fe, el amor, y la santidad son las tres cualidades que, según 1 Juan, confirman la autenticidad de nuestra fe. Si no están en tu vida, debes correr a Cristo en arrepentimiento y fe.

2. Confía en Cristo.

A pesar de la advertencia, el pasaje termina en una nota positiva. Los versículos siguientes afirman que el verdadero hijo de Dios no puede cometer este pecado porque Cristo —Aquel que fue engendrado por Dios— le guarda y el maligno no le toca (1 Jn. 5:18). Nuestra fe finalmente no depende de nosotros, sino de la soberana obra de Dios que perfeccionará la obra que comenzó en nosotros (Fil. 1:6) que somos guardados por el poder de Dios (1 P. 1:4-5). El mismo apóstol Juan afirmó la seguridad de la oveja que pertenece al redil de Cristo, cuando afirmó que nadie nos puede arrebatar de la mano del Padre (Jn. 10:29). Por ello, podemos tener una firme seguridad.

3. Ora por tus hermanos.

El pecado de muerte se encuentra en un pasaje que enseña el tipo de oraciones que Dios contesta porque son de acuerdo con su voluntad (1 Jn. 5:14-15). Cuando oramos por una persona de nuestra iglesia que caen en pecado (un pecado que no sea de muerte), tenemos la promesa de que Dios oirá nuestra oración y restaurará a esta persona. Esto debería motivarnos a orar por las vidas espirituales de nuestros hermanos, sabiendo que Dios nos oye. ¡No dejes de orar por los hermanos de tu iglesia! Quizá tus oraciones sean el medio que Dios ordenó para su restauración.