Hasta hace unos 200 años, el estudio de la filosofía era principalmente una búsqueda de la unidad en la diversidad de nuestras experiencias. Los filósofos querían explicar nuestra realidad de manera que hiciera sentido con la totalidad de los datos de nuestra existencia.

Francis Schaeffer, el gran apologeta de finales del siglo XX, en su libro “The God Who Is There” [“El Dios que está allí”], explica cómo es que todo cambió con la llegada de los filósofos Hegel y Kierkegaard.  Schaeffer dice que Hegel se dio por vencido en la búsqueda de una unidad de conocimiento, una filosofía que explicase la verdadera realidad. Kierkegaard fue aún más allá, afirmando que no se puede llegar a una síntesis de conocimiento por medio de la razón. Por lo tanto, propuso el concepto del «salto de fe».  Para Kierkegaard, ya que no se puede descubrir la realidad por medios racionales, se debe dar un «salto de fe». Es decir, creer en las realidades divinas a pesar de la falta de una explicación racional para ellas.

Lo interesante es que, hoy en día, la mayoría de las personas entienden su fe religiosa de esta manera. Aquí en el Perú, muchos celebran “el Señor de los Milagros” en el mes de octubre. Se visten de color púrpura durante todo el mes, y finalizan con un gran desfile en Lima. Sin embargo, si le preguntáramos a una peruana que está vestida de púrpura en el mes de octubre: «¿Cree usted que la tradición del ‘Señor de los Milagros’ es existencial y universalmente cierta?», ni siquiera estoy seguro de que entendería la pregunta.

Viajando en el Perú por más de 10 años, he observado que la mayoría de los pueblos pequeños tienen algún tipo de leyenda o tradición religiosa que forma parte de su identidad como pueblo (normalmente tiene que ver con algún milagro que supuestamente ocurrió). No obstante, a pesar de que es una parte importante de su identidad, la gente del pueblo no lo ve necesariamente como una verdad universal. Es decir, sus tradiciones “religiosas”, aun para ellos, no son nada más que tradiciones que dan identidad al pueblo.

Soy cristiano porque, al examinar la evidencia del mundo a mi alrededor, veo que el registro bíblico explica de manera completa y convincente la realidad de mi existencia.Ahora bien, como cristianos evangélicos, ¿cómo entendemos nuestra fe? Es clave entender que llegamos a una confianza con respecto a la realidad de Dios por la fe en relación con la razón. En gran parte, soy cristiano porque, al examinar la evidencia del mundo a mi alrededor, veo que el registro bíblico explica de manera completa y convincente la realidad de mi existencia. En otras palabras, no he dado un «salto de fe». En lugar de ello, busco hacer lo que Pedro nos manda: busco estar preparado para dar respuesta a cualquiera que me demande razón de la esperanza que hay en mí (1 P. 3:15).


Tim Chapman creció en Carolina del Norte, USA. A los 15 años, su familia se mudó a Santiago de Chile, donde aprendió a hablar español. Cursó una licenciatura en educación y una maestría en Teología. Tim está casado con su esposa, Cheryl, y tiene tres hijos, Lauren, Micah y Abigail. Han trabajado como misioneros en el Perú desde el año 2006. Fundaron la Iglesia Bautista Gracia en Lima.