En los últimos años, se han publicado un sinfín de libros y artículos sobre el tema del desgaste [“burnout”, en inglés]. Pero a pesar de los millones de palabras que han sido usadas, las estadísticas siguen aumentando a un paso alarmante. Y detrás de las frías estadísticas está la conflagración de relaciones, familias, carreras, vidas y almas.

La razón porqué la gran mayoría de remedios y soluciones al desgaste no funcionan es porque se enfocan simplemente en una variedad de técnicas sobre cómo manejar el estrés o reducir la ansiedad. Algunos de estos remedios prácticos pueden ser útiles, pero no tratan con el corazón del asunto. Quizás puedan apagar los bordes del incendio, pero, al no extinguir la llamarada principal, el incendio vuelve a estallar y se siguen acumulando los restos incinerados.

¿No puedes dormir? 

Entonces, ¿qué nos lleva al desgaste? En último análisis, es una teología falsa. Detrás de cada persona desgastada hay creencias falsas que deben ser identificadas y extinguidas, siendo reemplazadas con buena teología. Empecemos apuntando el extintor a nuestra (falsa) teología del sueño.

Quizás el factor más grande en el desgaste es la privación de sueño (usualmente se define como dormir menos de 6-7 horas la noche).  Los investigadores del sueño han publicado numerosos estudios que destacan los horrendos daños físicos, emocionales, mentales, relacionales e incluso morales que vienen por dormir muy poco. Por esto existe la industria multimillonaria de colchones computarizados, almohadas de alta tecnología y variados inciensos exóticos. En Reset: Living a Grace-Paced Life in a Burnout Culture [Reinicio: Viviendo al ritmo de la gracia en una cultura de desgaste], sugiero algunos pasos prácticos que los científicos han encontrado que promueven un mejor sueño.

Pero, con frecuencia, el núcleo del problema detrás de nuestra falta de sueño es una perspectiva incorrecta acerca de Dios y de nosotros mismos.

Por ejemplo, ¿qué yace detrás de tu privación de sueño? ¿Qué creencias mueven tus decisiones en cuanto a la hora de acostarte y levantarte? Quizás son algunas de estas.

  • Yo soy indispensable. Claro, creo que Dios es soberano, pero necesita mi ayuda. Si yo no hago este trabajo, ¿quién lo hará? Aunque Cristo prometió que edificaría su iglesia, ¿quién está trabajando el turno de noche?
  • Yo soy indestructible. Yo soy lo suficientemente fuerte como para afrontar la vida sin hacer uso suficiente del don divino del sueño diario. Rehúso aceptar mis limitaciones como criatura y mis necesidades corporales. Me veo más como una máquina que como un ser humano.
  • Yo soy infinito. Puedo descuidar mi cuerpo, y mi alma no será afectada. Puedo debilitar mi cuerpo sin debilitar mi mente, mi conciencia, o mi voluntad.
  • Yo soy idólatra. Lo que hago en vez de dormir pone los reflectores sobre mis ídolos, ya sea el fútbol nocturno, cultivar mi imagen en línea, navegar el internet, buscar el éxito ministerial o una promoción en el trabajo. ¿Para qué dormir si no contribuye a sacarle brillo a mi reputación o avanzar mi gloria?

Verdades que arrullan

La única manera de apagar las destructivas llamas es con verdades curativas. Verdades como:

  • Dios es mi Padre celestial. Porque Dios cuida más de mí que de las aves, yo puedo confiar en Él para proveer todo lo que necesito y puedo echar todas mis ansiedades sobre Él, incluyendo mi carrera y mis hijos (Mt. 6:25-27).
  • Dios es bueno. Su mandato a dormir no es una sugerencia opcional para los débiles, sino un mandato amoroso que debo recibir con gratitud (Sal. 3:5).
  • Dios es verdadero. Entonces, cuando Él dice que es vano —completamente inútil— que me levante de madrugada y me vaya tarde a reposar (Sal. 127:1-2), me está diciendo la verdad. Debo creerlo aún cuando estoy convencido de que dormir menos y trabajar más sería de mayor beneficio para mi persona o para la iglesia.
  • Dios es mi protector. “Padre, a veces siento temor por mi trabajo, mi iglesia, o mi país, pero creeré lo que dice Salmo 4:8: ‘En paz me acostaré y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado’”. 
  • Dios es poderoso. Yo no. Entonces, respetaré las limitaciones de mi debilidad humana y confiaré más en su todopoderosa deidad en vez de estirar esas limitaciones hasta que se quiebren.

¿Ves que cuándo y cuánto dormimos dice algo enorme sobre lo que creemos acerca de Dios y de nosotros mismos?

¿Qué de los puritanos?

Un pastor desgastado me confesó que se había estado privando de sueño por años porque “eso es lo que hacían los puritanos”. Si ellos lo podían hacer, ¿por qué él no? Después de finalmente aceptar que su fragilidad humana necesitaba descanso, me dijo:

“Con tal de que estemos trabajando duro cuando trabajemos y estemos durmiendo lo que nuestro cuerpo requiera, estamos honrando al Señor. De hecho, yo estaba deshonrando a Dios al decir, ‘Sé que me dices en el Salmo 127 que el sueño es un don, pero, vamos, ¿por qué no se lo das a otra persona? Alguien que realmente lo necesite. Alguien que no es un superhéroe. Un mero mortal, de quien no dependa tanto el mundo’.

También estaba abusando del café para compensar. En papel era calvinista, pero en secreto era un pelagiano, trabajando más por ley que por amor. Trabajar es bueno, pero solamente es bueno si se ancla totalmente y está condicionado por la gracia. Ahora, estoy recibiendo gracia y recibiendo la gracia del sueño. Porque mi Padre es bueno y yo estoy necesitado”.

Muchos cristianos piadosos que han intentado seguir las prácticas de los reformadores y puritanos en cuanto al sueño han muerto tan jóvenes como murieron la mayoría de ellos.

Bomberos con fe

Espero que esta guía sobre cómo reemplazar la teología falsa con teología verdadera en el tema del sueño te anime a atacar otros incendios que te estén quemando por dentro. Después de la falta del sueño, los tres incendios más grandes y comunes que he observado en las abrasadas vidas de aconsejados son el descuido del reposo semanal, la intoxicación digital y la identidad falsa.

En cuanto a este último, las identidades falsas más comunes con las que me he topado son “Yo soy mis hijos” (principalmente mujeres) y “yo soy mi carrera” (principalmente hombres). No es de sorprender que Dios, conociendo que se suscitaría este problema, estableció maldiciones específicas a estas áreas para los géneros para garantizar que nunca pudiera saciar o llenarnos (Gn. 3:16-19). Pregúntate qué creencias falsas están alimentando estos y otros fuegos, y qué verdades bíblicas pueden extinguirlas en tu corazón.


David Murray es autor de Exploring the Bible: A Bible Reading Plan for Kids [Explorando la Biblia: Un plan de lectura bíblica para niños] y Reset: Living a Grace-Paced Life in a Burnout Culture [Reinicio: Viviendo al ritmo de la gracia en una cultura de desgaste]. Está casado y tiene cinco hijos, siendo profesor de Antiguo Testamento y teología práctica en Puritan Reformed Seminary y pastor de Grand Rapids Free Reformed Church.


Este artículo fue publicado en Desiring God. Traducido y usado con permiso.