Una molécula invisible al ojo humano ha puesto patas arriba al mundo entero. Algo que no podemos ver, que no podemos controlar, y que no podemos prevenir, está invadiendo los cuerpos de personas desconocidas, conocidas, y en algunos casos, queridas por parte de nosotros. Es desconcertante en muchos niveles.

Pero para el creyente, hay una realidad, que también es invisible al ojo humano, pero que supera mil veces la realidad de un virus. El Dios eterno, Creador del universo, Salvador íntimo y personal de su pueblo, tiene a su Espíritu que está presente en todo momento y en todo lugar. Él controla todo, lo sabe todo, y maneja todo. El hecho de que este virus sea resultado del pecado no niega el hecho de que también es obra de Dios.

¿Cuál debe ser la respuesta automática y continua, entonces, del pueblo de Dios ante los acontecimientos actuales? ¿Cuál es la actividad espiritual que cada creyente debe practicar en todo lugar, sin importar si está solo y sin contacto con ningún otro ser humano, o si está encerrado solamente con su familia?

Orar.

Creo que, a la mayoría de nosotros, jamás en la vida se nos ha presentado una oportunidad tan apremiante para profundizar nuestra comunión y dependencia sobre Dios. Por eso, te comparto un plan de oración basado en pasajes bíblicos. Recuerda: el primer objetivo de estas peticiones es tu comunión, dependencia, y deleite mayor en el Señor.

  1. Revela mi pecado escondido y permite que yo lo reconozca, confiese y abandone (Sal. 51). La presión de las circunstancias adversas e inusuales trae a la luz el pecado previamente escondido. No me permitas ignorarlo o excusarlo. Deseo un corazón limpio y gozoso delante de ti.
  2. Produce en mí el fruto del Espíritu Santo (Gál. 5:22-23). En medio de situaciones que revelan el egoísmo, la impaciencia y la inquietud de mi corazón, que el fruto de amor, paciencia, y paz sea más y más evidente en mis palabras y acciones diarias.
  3. Hazme correr a tu Palabra, deleitarme en ella, y confiar en ella como fuente inagotable de sabiduría (Sal. 1; 19). Tu Palabra es viva y eficaz, suficiente para suplir cada necesidad espiritual, y es deleitosa para el alma. Yo soy falto de sabiduría, necio de corazón, y necesitado de conocimiento. Ayúdame a escuchar más tu voz en la Palabra que las voces que tanto claman por mi atención.
  4. Llévame más y más a ti en oración, reconociendo que tú eres el Dios todopoderoso, soberano, y justo que permite cada acontecimiento para tu propia gloria y el bien de tus hijos (Rom. 8). Produce una dependencia más profunda que me impulse a llevar cada inquietud, preocupación y desilusión a ti. Que las dificultades no me alejen de ti, sino que me recuerden cuánto te necesito.
  5. Produce sumo gozo en mí a través de esta prueba (Sant. 1). Toda prueba es una herramienta en tus manos para producir paciencia en mí. Que hoy mismo esa paciencia tenga su efecto completo en mí para que yo sea maduro y sabio.
  6. Aumenta mi amor sacrificial por los miembros de mi familia (1 Cor. 13; Ef. 5:15–6:9). Estamos pasando un tiempo más extendido juntos. Úsalo para darnos relaciones más profundas, conversaciones más significativas, y más paciencia y amor entre nosotros. Haznos esposos, padres, e hijos más sabios y cumplidos en nuestros roles para que tú te lleves la gloria en nuestra familia.
  7. Prepara y dirige a los pastores y líderes de las iglesias locales (2 Tim. 4:2; 1 Tim. 3:2-5). Están enfrentando grandes retos para seguir pastoreando a sus miembros. Que persistan en predicar la Palabra, aunque no sea oportuno, corrigiendo, reprendiendo y animando con mucha paciencia (2 Tim. 4:2). Protégelos de pecado para que sean intachables y respetables. Dales sabiduría para gobernar bien sus casas y, así, puedan seguir cuidando bien de la iglesia de Dios (1 Tim. 3:2-5). Dales creatividad, y provee los medios para seguir predicando tu Palabra.
  8. Preserva fiel a tu pueblo en medio de la crisis, manteniendo la unidad de la fe y del conocimiento de Cristo para que nos conformemos más y más a la imagen de Cristo (Ef. 4:13-16). Que no seamos niños fluctuantes, influenciados fácilmente por cualquier enseñanza, sino que crezcamos en la verdad y vivamos esa verdad en amor. A pesar de estar físicamente distanciados, que nos edifiquemos en amor, sosteniéndonos unos a otros en oración y servicio.
  9. Guía a nuestros gobernantes en sus decisiones diarias y haznos ciudadanos obedientes y respetuosos (Rom. 13:1-10). Da dirección en cuanto al manejo de ayuda médica, restricciones de movimiento, y provisión de necesidades. Que los líderes políticos sean instrumentos en tus manos para el avance del Evangelio. Que nosotros contribuyamos de la mejor manera a la seguridad y bienestar de nuestra sociedad, recordando que nuestra confianza no está en el hombre.
  10. Permite oportunidades para compartir el Evangelio con los inconversos (Mat. 5:11-16). Ayúdanos a ser sensibles a cualquier apertura de parte de familiares, compañeros de trabajo, vecinos, y amigos que sienten temor y ansiedad y buscan en quién depositar su confianza. Que modelemos una tranquilidad que hace atractiva la fe que se nos ha regalado en tu Hijo.

Pasa tiempos extendidos en oración, reconociendo el soberano control de un Dios omnipotente y bueno. Permite que tus familiares a tu alrededor vean que tu primera repuesta a la adversidad es correr hacia Cristo.