Cuando estaba soltero, decidí que usaría mi tiempo lo mejor posible, y traté de disfrutar mi soltería al máximo. No quería desperdiciar mi vida, mucho menos mi soltería. Puedo decir sinceramente que, así como ahora disfruto estar casado, disfruté también estar soltero. Seguramente no quieres desperdiciar tus años de soltero anhelando un futuro que no ha llegado. El tiempo es del Señor, y todo tiene su tiempo. Así que quisiera darte algunos consejos que otros me dieron a mí, y que me ayudaron a no desperdiciar mi soltería.
1. Prioriza tu relación con Dios
El tiempo más ocupado de mi vida fueron los años en el seminario. Cuando estaba por comenzar, mi pastor me dio unos sencillos consejos que, para ser sincero, no esperaba:
“Come bien, duerme bien, y no descuides tu relación con Dios”, me dijo.
Algunos de los problemas más grandes que tuve durante ese tiempo fue por no seguir uno de esos tres consejos.
Tu relación con Dios es fundamental, debes cuidarla por encima de todo. Enfócate en profundizar tu conocimiento y relación con Dios. No hay nada más hermoso que tener una comunión cercana con Dios cuando estás soltero.
¿Cómo hacerlo? Ten tiempos de lectura y meditación. Aprende a orar. Comprométete con la iglesia. Lee buenos libros. ¡Usa bien tu tiempo!
2. Tómate en serio la vida
No caigas en la tentación de pensar que la juventud es para jugar, y ser adulto para trabajar. El tiempo es corto (1 Co. 7:29), pasa como neblina (Stg. 4:14), y hay que redimirlo (Co. 4:5).
Normalmente la juventud se caracteriza por la fuerza, sin embargo el profeta Isaías escribe que “los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen” (Is. 40:30). No confíes en tu fuerza física, ni siquiera en tu fuerza emocional. Son “los que esperan en el SEÑOR” quienes “renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán” (Is. 40:31).
Comienza a planear. Ponte metas. Establece prioridades. Cuando empieces a interesarte emocionalmente en una persona, asegúrate de hablar claramente con ella. El tiempo es demasiado corto como para gastarlo jugando, mucho menos con la vida y las emociones de una hermana o hermano en Cristo.
Si es la voluntad de Dios (1 Co. 7:8-9), encontrarás a la persona con la que te casarás. Ora por esa persona, cuida tu vida emocional, mantente puro, pero ten mucho cuidado de pasar tus años de soltero anhelando tanto casarte que desperdicies del tiempo que Dios te ha dado ahora.
No seas como aquel creyente que pasó la primera mitad de su vida planeando la segunda, y cuando finalmente llegó esa segunda, todo lo que hizo fue lamentar lo que no hizo en la primera.[1]
3. Estudia todo lo que puedas
Esto no será posible para todos, ya que las circunstancias de la vida y otros factores —como finanzas, o situaciones familiares— a veces impiden poder continuar estudiando formalmente. Sin embargo, si tienes la posibilidad, estudia todo lo que puedas. No olvides que hoy en día puedes estudiar en línea, a tu propio paso.
Recuerda que invertir dos años extra estudiando una maestría va a impactar el resto de tu vida laboral, la cual puede extenderse hasta 40 o 50 años. Invertir dos o más años de estudios de posgrado marcará una diferencia significativa el resto de tu vida. Aprovecha tus años de soltería para estudiar diligentemente.
Un profesor cristiano me dijo en una ocasión: “¿Quieres saber cuál es la voluntad de Dios para ti en este momento? Estás en la universidad, por lo tanto, Su voluntad es que estudies”. Independientemente si cursas el bachillerato, licenciatura, maestría, o doctorado, hazlo como para el Señor y no para los hombres (Co. 3:23), pues todo lo que hacemos debe ser para Él (1 Co. 10:31).
4. Viaja, pero con propósito
A decir verdad, me gusta más haber viajado que viajar. Los viajes pueden ser muy pesados, y no hay nada como dormir en tu propia cama. Pero sin duda alguna viajar es emocionante, y quizá tengas más oportunidad de hacerlo mientras estés soltero.
No estoy hablando de viajar por el mundo para encontrarte a ti mismo, o para tomarte selfies en alguna famosa catedral. Si tienes los recursos para viajar por placer, excelente.
Pero ¿has considerado viajar con propósitos espirituales? ¿Visitar un misionero y ayudarlo por unas semanas? En una ocasión visité a unos misioneros que habían salido de mi país a otro continente. Me dijeron: “Más que ayudarnos, nos gustaría que hablemos juntos, que compartas tiempo con nosotros”. ¡Los misioneros también extrañan su país!
Aunque los viajes misioneros a corto plazo tienen sus desventajas, en mi caso fueron de gran ayuda espiritual. Conozco a varios compañeros que ahora son misioneros cuya pasión por las misiones se despertó en un viaje a corto plazo.
Si hablas con tu pastor probablemente podrían organizar uno. Recuerdo con mucho cariño esos viajes aventureros, en carros, camionetas, motocicletas, y en una ocasión, ¡en avioneta! Con mis compañeros visitamos lugares remotos, tuvimos pláticas interesantísimas (con una bruja, en una ocasión), nos quedamos atascados en el lodo, y dormimos a la intemperie.
No estoy seguro de que haría algunas de esas cosas hoy. ¡Pero cómo disfruté haberlo hecho!
5. Disfruta de la vida
No, la vida cristiana no es aburrida. Dios quiere que disfrutemos de todos los maravillosos regalos que nos da (Stg. 1:17). Haz amigos, ríe con ellos, encuentra nuevos pasatiempos, sorpréndete de la creación de Dios, no te enfrasques en tu celular, comparte con otros lo que es vivir en Jesucristo.
No desperdicies tu vida”, escribe John Piper. No lo hagas. La vida es demasiado corta como para pasarla amargado, enojado con otros, suspirando por el futuro distante. Disfruta de cada etapa de tu vida, incluyendo la soltería. Dios te ha creado para que disfrutes de Él, y al disfrutar de Él podrás disfrutar de todo lo demás.
[1] Leí esta ilustración en Lo primero, por Francisco Palafox.
Este artículo fue publicado en Coalición por el Evangelio. Usado con permiso.