¡Qué agradable es recibir buenas noticias! Noticias como el compromiso de una buena amiga, el embarazo de una prima o el escuchar que alguien amado ha superado el cáncer. Como creyentes, al escuchar esta clase de noticias, casi en “automático”, de nuestra boca surgen expresiones como:

“¡Gracias a Dios!

“¡Qué bueno es el Señor!

“Bendito Dios. Él es bueno”.

Te comparto las mías, tomadas directamente de mi diario, el día que me enteré de que mi esposo y yo esperábamos a nuestro primer bebé.

“¡Aún sigo sin creerlo! … Gracias, mi Señor, por permitirme vivir este milagro”.

Esas palabras reflejaban mi asombro, gozo y alegría. ¿Han salido de tu boca palabras similares? Tal vez no por un embarazo, pero quizás por la noticia de recibir un empleo, una promoción en el trabajo o una oración contestada por la que habías estado esperando por años.

Cada mayo, vuelvo a leer esa página de mi diario, pero no porque en mayo fue escrita, sino porque en este mes me enteré de que Dios había decidido llevarse a nuestro primer bebé con Él, con tan solo unos meses de gestación en mi vientre. Honestamente, no podía creerlo, por varios años, mi esposo y yo creímos que quizás nunca seríamos padres biológicos, pero entonces Dios nos da un bebé y a tan solo unos meses decide llevárselo. Parecía que nada tenía sentido.

Aquel 15 de mayo cuando al hacer la ecografía el ginecólogo, nos dijo que ya no había latido, el Espíritu Santo trajo a mi mente las palabras de Job:

“Jehová dio, Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito (Job 1:21).

Este fue el primer pensamiento en mi mente, junto con frases como:

“Dios sabe mejor”.

“Él es siempre bueno”.

Pero seré sincera, las horas y los días que siguieron fueron muy difíciles, pues, aunque la Palabra me consolaba, también comenzaron a llegar pensamientos como:

“¿Por qué a mí?

“¿Dios, acaso estás jugando con nosotros, contestando nuestra petición de un hijo y luego llevándotelo?

Mayo del 2017 no fue un mes fácil, pero la gracia de Dios nos sostuvo. Un año después, en mayo de 2018, nació nuestro bebé Andrés, un precioso niño de cabello castaño y ojos grandes. Los meses con él han sido preciosos y de mucha enseñanza. Es por este contraste de circunstancias, que he catalogado al mes de mayo como el mes en que aprendí que nuestro Dios es quién da y quita según su soberana voluntad.

Quiero compartirte tres verdades que Dios ha usado para sostener mi vida cuando Él decide quitar algo o alguien que amo y que a su vez me dan gracia en momentos de suma alegría al recibir una bendición:

  1. Dios da y Dios quita para mi santificación.

Aunque el recibir bendiciones me llena de alegría y gozo, tengo que recordar que no fui creada para ser feliz. Fui creada con un propósito más sublime, el de reflejar a quién redimió mi alma: Cristo. Y aunque suena muy romántico, no es algo fácil. Dios usará los medios de gracia y las circunstancias (agradables y desagradables a mis ojos) para esculpir la imagen de Su Hijo en mí y así exaltarle.

Romanos 8:28-29 nos dice:

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”.

Dios usa las circunstancias difíciles para muchas veces revelar los ídolos que hay en nuestro corazón, tales como ser madre, ser esposa, seguridad financiera o salud. No es que estas cosas sean malas en sí mismas, pero muchas veces las hemos dado un valor que no deberíamos, y Dios en su misericordia derriba esos ídolos para que le atesoremos exclusivamente a Él.

Dios también usa las circunstancias agradables y bendiciones para purificarnos y crear un corazón agradecido, que no se enfoca en tales bendiciones y se aferra a ellas, sino un corazón que se predica que “…toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces…” (Stgo. 1:17).

¡Qué consuelo saber que Dios ha prometido terminar su buena obra en nuestras vidas y en ese proceso usará circunstancias de todo tipo!

2. Dios da y Dios quita para que le conozca mejor.

Es precioso recordar cuál es uno de los propósitos principales de nuestra vida: conocer a Dios. Lo conocemos a través de su obrar en su Palabra primeramente y también en su obrar diario en nuestras vidas.

Desde la niñez supe que Dios era bueno, suficiente, amoroso y consolador. Pero fue en la muerte de mi hijo, que pude experimentar más claramente su suficiencia cuando mis brazos estaban vacíos; su bondad al recordar que yo desearía retener a mi hijo conmigo, pero Él voluntariamente entregó al Suyo para darme vida eterna y consuelo cuando ninguna palabra me satisfacía sino solamente las suyas.

Y de esto se trata realmente la vida, de conocerle. “Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová…” (Jer. 9:24).

Dios usará circunstancias de todo tipo, buenas y “malas”, para acercarme a Él y así conocer y experimentar más de su amor, paciencia, misericordia y bondad en medio de mi gozo o mi sufrimiento más profundo.

3. Dios da y Dios quita para su gloria.

Casi al mismo tiempo que me enteré de mi embarazo de Andrés, mi segundo bebé, una amiga muy querida se enteró también de su embarazo en medio de muy pocas posibilidades. Sin duda, muchos sabíamos que Dios estaba obrando para su gloria, pues todos veíamos tan claramente su mano.

Cuando Dios contesta peticiones, hace milagros y realiza cosas que parecían imposibles o muy difíciles, creemos que Él está obrando para su gloria. Pero es así también cuando Dios no sana de esa enfermedad terminal a alguien que amamos, decide llevarse a uno de nuestros padres, permite que esa relación de noviazgo termine, o hace que nuestra iglesia experimente un fuerte dolor.

Dios siempre está obrando para su gloria por difícil que parezca creerlo. Romanos 11:36 nos dice:

Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén”.

Dios está llevando a cabo su plan de redención en la humanidad que le trae gloria y ¡qué privilegio es ser parte de él, aún si ello implica pasar por sufrimiento! En el sufrimiento y en el gozo, Dios está obrando para su gloria.

Te comparto algo más que escribí en mi diario el día que me enteré de mi primer embarazo:

“Ruego que uses este embarazo para hacerme más como Cristo, para incrementar mi dependencia de ti, y para vivir una vida de fe, amor y confianza en tu Hijo Jesús”.

Jamás creí que Dios contestaría esta oración al llevarse a mi hijo unos meses después. Pero aún esa acción tan dolorosa para mí fue parte de su plan soberano, amoroso y bueno que estaba diseñado para traerle gloria.

Quizás en tu caso Dios no te ha quitado algo. Tal vez no te ha dado algo que has anhelado por mucho tiempo, como tener un hijo o contraer matrimonio. 


Si el Señor se ha llevado algo o alguien de tu vida, consuélate en estas verdades y predica a tu corazón que Dios tiene propósitos buenos en medio de tu dolor.

Y, si Dios te ha bendecido y te permite estar experimentado un momento de gran gozo, no te centres en la bendición y te aferres a ella, sino que recuerda que tal bendición es parte de su plan para transformarte y llevar gloria a Él.

Cuando Jehová da y también cuando Jehová quita, “sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21).


Andrea Ruiz, originaria de Guanajuato, salió de su hogar a los 15 años para estudiar la preparatoria y posteriormente la licenciatura en la Universidad Cristiana de las Américas. Durante sus estudios conoció a Julio Salgado, quién ahora es su esposo. Actualmente ambos, junto con su bebé Andrés, sirven en la Iglesia Bautista Genezareth y disfrutan colaborar en el ministerio de educación. Le apasiona la enseñanza, la oratoria y la redacción.