Me pregunto cómo se vería el ministerio de Jesús si estuviera sobre la tierra durante esta generación. He estudiado su estilo en los Evangelios, y estoy convencido de que no reflejaría lo que la mayoría de los seminarios, conferencias y paquetes de ministerio eclesiástico venden hoy.

Estoy seguro de que Jesús no tendría la actitud de un ejecutivo de élite, ya que claramente recalcó a sus discípulos que no imitaran la forma de gobernar que tenían los gentiles, sino que tuvieran la actitud y la postura de uno que sirve a los demás. La idea de la servidumbre no es más deseable el día de hoy que lo era entonces. Aun los discípulos de Jesús tendían a buscar su propia gloria sobre todo lo demás (y el ministerio era un simple vehículo para hacerles llegar a su meta). Nuestra perspectiva del éxito suele ser totalmente contraria a lo que Jesús enseñó y ejemplificó (Mr. 10:35-45).

No encontramos algún caso de Jesús emocionándose por muchas de las cosas que emocionan a los líderes cristianos el día de hoy. Por ejemplo, proyectos de construcción. Quizás es porque Jesús sabe que muchos de sus hijos alrededor del mundo viven en pobreza extrema y están siendo perseguidos por causa de su nombre. La fascinación religiosa con edificios no es algo nuevo (Mr. 13:1-2).

No veo a Jesús emocionado por una gran asistencia a cultos dominicales en los suburbios mientras otros nunca han escuchado su nombre ni una sola vez. Nuestra fijación está más en las sillas vacías y en vender nuestra particular filosofía de ministerio que en las almas que pasarán la eternidad en algún lado. “¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído?” (Ro. 10:14). Cristo dejó el cielo por pecadores, entonces sospecho que pasaría de largo en una tierra donde las personas piensan ser ricos, saludables y prósperos y que no tienen necesidad de nada, para alcanzar aquellas personas que son miserables, dignas de conmiseración, pobres, ciegas, desnudas y necesitadas de un médico espiritual. Jesús se acercaba a “los más pequeños de estos” cuando él estuvo sobre la tierra, y supongo que así lo haría dondequiera que fuera a ministrar.

Me pregunto si las personas, después de experimentar su liderazgo, saldrían ofendidas porque no les gustaban los cambios que quería realizar (fue rechazado por los líderes religiosos y echado de la sinagoga), su énfasis en la predicación y enseñanza, su preferencia de hombres simples y humildes para el liderazgo, sus aplicaciones radicales, su confrontación directa al legalismo. “Muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no caminaban con él” (Jn. 6:66-67). Cuando su popularidad decaía, Jesús incluso les preguntó a sus discípulos: “¿Vosotros también os iréis?” (Jn. 6:67). Las formas de medición que tantas veces usamos para el éxito no solamente son inexactas sino son antibíblicas.

Otros quizás buscarían otro maestro porque Jesús no apoyaba las ideas religiosas populares del momento. “¿Por qué come con publicanos y pecadores?”; “¿por qué los discípulos de Juan y los fariseos ayunan, pero tus discípulos no ayunan?”; “¿por qué hacen lo que no es legítimo para un sábado?”; “¿por qué tus discípulos no caminan de acuerdo a la tradición de nuestros ancianos, sino que comen con manos impuras?”

Otros se sentirían ofendidos por la aparente pasividad en su estilo de liderazgo al alejarse de multitudes grandes para predicar en otras ciudades (en contra de la recomendación de sus discípulos), sus reservas de meterse en las guerras de adoración (“los verdaderos adoradores adoran al Padre en espíritu y en verdad”), y por rehusar honrar a los ricos y poderosos y dar la bienvenida a los marginados y menos privilegiados que estaban a su alrededor (a propósito, así se debería ver la iglesia).

Estoy convencido de que cuando las personas abandonaban a Jesús por algún malentendido o desacuerdo, Él los trataba con humildad, mansedumbre, compasión, y amor. El corazón de Jesús por el joven rico, que se alejó de su instrucción, es evidente en Marcos 10:21. “Jesús, mirándole, le amó.

Me pregunto si el ministerio de Jesús de enseñanza, compasión, confrontación, entrenamiento descentralizado, y oración dejaría a los cristianos modernos poco impresionados y buscando algo más atractivo y sensacional. Me pregunto si Jesús siquiera sería seleccionado como pastor de muchas de nuestras iglesias o si lo invitarían a ser ponente en nuestras conferencias. Me pregunto cómo todo esto me debería influir en mí que soy su siervo. Me pregunto.

Un discípulo maduro y experimentado que no desconocía el fracaso dijo: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 P. 5:2-3). Fue a Pedro a quien Jesús restauró después de su fracaso y durante el proceso le dijo: “Apacienta mis corderos […] pastorea mis ovejas […] apacienta mis ovejas (Jn. 21:15-17).

“Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 P. 5:4).


Steve Hafler. Pastor de Highlands Baptist Church in Centennial, Colorado, Steve y su esposa Toni tienen seis hijos y fueron misioneros en África por 12 años. Su mayor deleite es predicar la Palabra de Dios, discipular a otros y verles crecer en la gracia y el conocimiento de Jesucristo.