“No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual” (2 R. 23:25).
¡Impresionante descripción! ¿No? ¿Te gustaría ser recordado de esa manera? Espero que sí, pero ¿cómo llegar a ello? Esta es la descripción del rey Josías. Un rey cuya vida nos puede brindar una gran lección.
Al leer este versículo, posiblemente te imaginas el obituario de Josías el día de su muerte. Tal vez, viene a tu mente la imagen de un rey anciano, sabio y lleno de experiencia. Sin embargo, el gran rey Josías ¡murió a los 39 años de edad! Es decir, ¿qué logras con esa edad? ¿Cómo alcanzar esa clase de testimonio ante tu familia, tus amigos o tus compañeros de trabajo en tan poco tiempo?
Aún más sorprendente, ¡Josías llegó al trono con tan solo ocho años! ¿Qué puedes esperar de alguien tan joven? Al leer 2 Crónicas 34 y 35 quedé sorprendido. A diferencia del rey Joás (2 Cr. 24), quien también ascendió al trono siendo un niño, ¡Josías no parece haber tenido a alguien que aconsejara su camino!
¿Cómo es que este pequeño se convirtió en un rey memorable? Lo que guía nuestro entendimiento es que, Josías, “siendo aún muchacho, comenzó a buscar al Dios de David su padre” (2 Cr. 34:3). Nota dos aspectos importantes aquí:
En primer lugar, David no es el padre biológico de Josías. De hecho, al leer las generaciones en 1 Crónicas 3, podemos contar 15 generaciones de diferencia. Sin embargo, David es su referente. Y es que, en este libro, ese es el punto: David es el referente de todo rey bueno, de cualquier rey que busca a Dios y que desea lo mismo que Dios desea (Hch. 13:22).
En segundo lugar, el objetivo de Josías no era ser como David. Su objetivo era buscar al Dios de David. El mismo Dios que trajo bendición al pueblo de Israel y a la casa de David. El Dios que cumplió sus promesas a Abraham y a David, y que ahora permitía que un niño de tan solo ocho años pudiera estar en el trono de David. El Dios Todopoderoso de Abraham, el Dios de los Ejércitos de David, ahora era el Dios de Josías.
¡Esa es la clave! Buscar a Dios. Para tener una vida memorable necesito conformar mi vida a los deseos de Dios.
Todo lo que Josías hizo reflejaba su deseo de conformarse a los deseos de Dios. Él reformó la nación, quitó los lugares altos, destruyó los ídolos, restauró el templo y celebró la pascua (2 Cr. 34-35). Josías fue un rey memorable porque buscaba a Dios como David: buscaba vivir conforme a lo que Dios quería.
Una vida realmente memorable es una vida que busca a Dios, deseando lo mismo que Él desea.Si te sientas a platicar con tus compañeros del trabajo o amigos de la escuela, notarás un factor en común en sus vidas: buscan cumplir sus propios deseos. Algunos desean alcanzar logros —ya sean económicos, sociales o de cualquier otra categoría—. Otros, desean ser felices. Sin duda, tú también tienes planes, sueños y metas, tales como buscar otro trabajo o cambiarte de localidad. Al comenzar un año, es común buscar cumplir nuestros deseos. Pero, si deseas tener una vida memorable, tus deseos deberían reflejarlo. Una vida realmente memorable es una vida que busca a Dios, deseando lo mismo que Él desea.