En algún momento de nuestras vidas, casi todos tendremos la experiencia de cuidar a un padre u otro pariente mayor. Puede ser triste que la persona que una vez te cuidó a ti ahora necesita que tú la cuides. Es posible que tú seas quien ahora tiene que llevarlo a sus citas, cocinarle, ponerle su ropa, peinarle el cabello o, incluso, cambiarle los pañales. No es fácil.

Te comparto algunos pensamientos que pueden ser de ánimo para ti en esta etapa de tu vida:

1. Lo que estás haciendo es la voluntad de Dios.

A Dios le importa muchísimo cómo tratamos a nuestros padres. Uno de sus primeros mandamientos es “Honra a tu padre y a tu madre” (Éx. 20:12). Cuando tomas el tiempo para atender a tus padres, los estás honrando. Dios abunda en este mandato: “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová” (Lv. 19:32). Salomón considera que el sabio sigue el mandato divino: “Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies” (Pr. 23:22).

2. Dios condena a los que no cuidan a sus padres.

Jesús condena a los fariseos cuando pusieron pretextos “escriturales” para no cuidar a sus padres (Mr. 7:9–13). Pablo dice que “si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” (1 Ti. 5:8). Ya sea financiera o físicamente, Dios espera que cuidemos a nuestra familia, y tus padres fueron la primera familia que Dios te dio.

3. Estás siguiendo el ejemplo de Jesús.

Mientras sufría un dolor insoportable en la cruz, Jesús estaba pensando en su madre y en quién la cuidaría después de que Él se fuera:

“Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa” (Jn. 19:26-27).

No estamos seguros del porqué Jesús encomendó su madre a Juan, cuando María tenía otros hijos además de Él.[1] Pero de esto no hay duda: sus palabras demuestran el amor que tenía por su madre, y el hecho que Él tomó en serio su responsabilidad como hijo.

4. Dios puede usar esta circunstancia difícil para tu bien.

Como mencioné, cuidar a los padres mayores no es fácil. Pero, como con cualquier prueba, Dios tiene la intención de usarla para santificarnos. Al cuidar a los ancianos, es probable que enfrentemos frustración, cansancio, confusión, tristeza y decisiones difíciles. Pídele a Dios que te ayude a crecer a través de estas experiencias para llegar a ser más como Cristo (Stg. 1:1–5). Permite que esta experiencia produzca en ti “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, [y] templanza” (Gá. 5:22–23). Al cuidar a una persona mayor, tendrás una gran oportunidad para desarrollar estos frutos.

5. Pide a Dios que te use para ser de testimonio a ellos.

Algunos tenemos padres creyentes y otros no, pero de cualquier manera podemos ser luz en su hogar. Tu manera de cuidar a tus padres puede abrir puertas para que te escuchen hablar de Dios, aun si se han resistido por mucho tiempo. Y, aunque sigan resistiendo tus palabras, la Biblia puede obrar con el tiempo en su corazón, o puede que ¡“sean ganados sin palabra por la conducta” paciente y amorosa que les demuestras![2]

6. Si tu familiar sufre de demencia, enfrentarás retos especialmente difíciles.

La persona que has conocido toda tu vida puede actuar de manera extraña y hasta aterradora. Recuerda que esto no es su culpa. Es útil recordar que algún día tú podrías ser el que esté inexplicablemente confundido, olvidadizo o enojado. ¡Y alguien deberá tenerte paciencia! Recuerda: el amor “todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Co. 13:7). Por difícil que sea, el Espíritu de Dios habita en ti dándote el amor que necesitas mostrar (1 Jn. 4:16–17). Si es difícil para ti saber cómo sobrellevar la situación, busca ayuda para aprender la mejor manera de manejar la situación con gracia y paciencia.

7. No cargues sus cargas sin ayuda. Busca apoyo.

Ser el único cuidador es agotador. Primordialmente, debemos buscar apoyo en los demás hijos (tus hermanos) u otros miembros de la familia que puedan hacer el sacrificio. De lo contrario, busca el apoyo de tus hermanos en Cristo en la iglesia, de los servicios en tu comunidad si están disponibles, y de los profesionales si tienes la posibilidad. No puedes hacerlo solo. “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante” (Ec. 4:9–10).

Conclusión

Cuando vemos a otros pasar por el proceso difícil de envejecimiento —¡y cuando empezamos a experimentarlo nosotros mismos!— nos hace clamar con Juan: “¡Ven, Señor Jesús!” (Ap. 22:20). También, decimos con Pablo: “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús […] el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Fil. 3:14,21). Cuida a tus padres, confiando en Aquel que ha decidido cuidar de ti por la eternidad.


[1] Posiblemente fue porque los hermanos de Jesús todavía no eran creyentes (Jn. 7:5), o porque Jesús simplemente quería asegurar que su madre sería atendida y amada (y confiaba en Juan para ello). Podemos especular sobre ello, pero la Biblia no nos lo dice con claridad.

[2] Pedro usa esta frase en su instrucción a las esposas en 1 Pedro 3:1: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa”. Aunque no es el sentido primario del pasaje, se sobreentiende que una conducta cristiana puede tener mucho impacto en la vida de cualquier familiar o amigo.


Wendy Latham creció cerca de Chicago, IL. Se casó con Jonathan en el 1995, y ambos tienen una hija que nació en el 2005. Han sido misioneros en África, España y México, llegando a Monterrey en el 2008. Trabaja como ama de casa y sirve en diversos ministerios de mujeres, además de apoyar con la música en su iglesia.