Hoy se celebra el día del niño y le voy a regalar a mi hijo un balón de básquetbol. ¡Eso le emociona tanto! Toma el balón y, al estar en la cancha, se esfuerza por saltar y lanzar la pelota hacia arriba. Pero mi hijo tiene un año y medio. ¿Cuántas canastas podrá encestar? No muchas, pero eso no importa porque él es feliz solo con tener su balón.
Esa es la imagen que queremos de los niños: sonrientes y felices, corriendo y jugando. No obstante, muchas veces no sucede así.
¿Cuál es el problema? Como sociedad y como padres, no tenemos una perspectiva bíblica de los niños.
VEMOS A LOS NIÑOS COMO PRODUCTOS
Nuestra sociedad gira en torno a la productividad. Un ejemplo de esto son las competencias,[1] ya que han transformado el enfoque de la educación en algo meramente laboral. Debido a esto, nuestros niños se han convertido en un producto para la sociedad. Desde pequeños se ven forzados por el sistema a desarrollar todo su potencial con la finalidad de ser productivos para la sociedad.
Muchas veces, los padres tienen el mismo enfoque. Sin darse cuenta, su prioridad es que sus hijos puedan llegar a ser exitosos, que tengan un buen trabajo y la calidad de vida que ellos siempre desearon. Entonces, los niños tienen una agenda apretada debido a sus clases de piano, karate, inglés, entre otras cosas y su tiempo libre llega a ser interactuar con una tablet.
VEMOS A LOS NIÑOS COMO ESTORBOS
Vivimos en un mundo demasiado acelerado, resultado de la búsqueda constante de la productividad y el deseo de una mejor calidad de vida. Los padres se empeñan en darles tanto a sus hijos que realmente no les dan lo más importante. Están tan ocupados trabajando que quieren que otros se encarguen. Creo que esa es la razón principal por la que los niños han dejado de ser niños.
También existen familias de escasos recursos, donde los niños dejan de ser niños a una muy temprana edad. Tristemente, encontramos niños en la calle con tantas carencias, limpiando el cristal de los carros, vendiendo chicles o simplemente estirando la mano esperando que alguien les dé una moneda. Algunos padres los ponen a trabajar como si fuesen esclavos. Por esto, los niños no tienen la instrucción que necesitan ya que, a muy temprana edad, tienen que estar trabajando o hacerse cargo de sus hermanos.
Nuestra sociedad ignora a estos niños. Aunque algunas casas hogares y orfanatos cumplen un lugar fundamental, la realidad es que la sociedad ha desechado a muchos niños. No obstante, en gran medida es porque sus padres lo han hecho primero.
Entonces, ¿qué perspectiva debemos tener de los niños?
LOS NIÑOS SON UNA RESPONSABILIDAD
La Biblia pone en los padres la responsabilidad de criar a sus hijos “en disciplina y amonestación del Señor” (Ef. 6:4). Aquí, Pablo usa tres palabras para describir nuestra responsabilidad con nuestros hijos:
- “Criadlos”: Esta palabra se refiere tanto al alimento como a cuidar de ciertas cosas en su vida. ¿Cuáles? Las siguientes dos palabras nos lo explican.
- “Disciplina”: Esta palabra es usada para describir a niños y se refiere a la instrucción y corrección que requieren. Incluso, puede ser traducida como entrenamiento. Dios demanda de los padres que entrenen a sus hijos según los criterios de Dios.
- “Amonestación”: Esta palabra indica dos componentes: la instrucción y la advertencia. Los padres han sido puestos por Dios como los responsables de instruir a sus hijos en la voluntad de Dios y advertirles sobre lo que puede ser dañino para ellos.
Para realizar estas tres demandas existe una condición muy clara y simple: Estar ahí. El que los niños sean niños requiere tratarlos como tal. Para eso necesitamos estar ahí, y ellos lo saben. Necesitan de su papá en el recital de piano y en el juego de fútbol. Anhelan que sus padres se sientan orgullosos de sus calificaciones y de todos sus logros por más mínimos que sean.
No me malentiendas. No digo que sea malo que los niños tengan diferentes actividades deportivas o culturales. Los niños necesitan desarrollar sus habilidades. Eso es parte de la disciplina —entrenamiento— que el Señor pide. Pero no deben ser actividades con el único propósito de mantenerlos ocupados porque los papás no tienen tiempo o porque solo quieren su éxito material.
LOS NIÑOS SON UN REGALO
Muchos padres ven a sus hijos como un estorbo para sus planes. Incluso, la responsabilidad de criar al producto de sus entrañas se convierte en una obligación pesada. La Biblia nos da una perspectiva diferente. El Salmo 127:3 dice que los hijos son “herencia de Jehová” y “cosa de estima el fruto del vientre”.
La Nueva Traducción Viviente nos ayuda a tener una perspectiva correcta:
“Los hijos son un regalo del Señor; son una recompensa de su parte”.
Verlos como un producto o un estorbo daña su niñez.
ALGUNOS CONSEJOS
- “Papá, trabaja lo necesario”: Es momento de considerar nuestras prioridades. Muchas veces, los niños no pueden ser niños —disfrutar de jugar y reír— porque sus papás siempre están ocupados. Una tablet, la televisión por cable o las clases deportivas no son una buena calidad de vida. Considera lo que tus niños realmente requieren de ti. Considera tu trabajo. Considera qué es más importante.
- “Papá, pasa tiempo conmigo”: A veces, el problema no es que estemos ocupados. Estamos ahí, pero no estamos ahí para ellos. Llevarlos a un juego o saber que van a una fiesta no es suficiente. Debemos involucrarnos en su vida por más simple que nos parezca. Parece que la vida adulta es más importante que la suya y por eso menospreciamos el nombre de la maestra de nuestros hijos o cuándo es su próximo partido. Toma tiempo para salir con tus niños a jugar y platicar sobre lo que aprendieron hoy y cómo se sienten.
- “Papá, hazme sentir amado”: Ellos sienten. No basta con estar presente. Necesitamos ser cariñosos. Ellos identifican tu rostro y tu disposición. Desde muy pequeños identifican si te agrada algo o no. Son tus hijos y te conocen. Pero ¿de qué manera les haces sentirse amados? Un abrazo comunica mucho más que un videojuego. Un “te amo” trae más sabor a su vida que un helado. No podemos reemplazar el cariño por los regalos. Necesitamos hacerles saber a nuestros pequeñitos que los amamos.
Hoy es día del niño. Recuerda, ¡ellos son tu regalo! Disfrútalos. Dios te los dio. Cuídalos. Él te los demandará. Hazles saber que los amas tanto como Dios a ellos.
Y no solo pienses en llevarlos a comer o comprarles un regalo. Debes recodar que ¡tú eres su mejor regalo! Deja que disfruten de tu tiempo, tu presencia y tu atención. Así tendrás una perspectiva bíblica de los niños.
[1] Las competencias son parte de la reciente reforma educativa en México. Entendido desde el punto de vista educativo y laboral como el conjunto de conocimientos, habilidades y valores que puede tener una persona.