En los últimos años, he visto a numerosos cristianos reconocidos caer. Sus plataformas se derrumban como una pobremente construida torre de Babel. Mark Driscoll. Tullian Tchividjian. Bill Hybels. Perry Noble.

He visto amigos que supuestamente eran grandes promesas —considerados grandes recursos para el reino de Dios— autodestruirse.

La lista sigue y sigue.

Ya sea por infidelidad, abuso sexual o abuso espiritual, muchos pastores han visto cómo su plataforma se derrumba bajo la opresiva carga de sus pecados.

Las “plataformas” espirituales/pastorales (o como quieran llamarlas) realmente no son algo nuevo. Charles Spurgeon tenía una enorme plataforma que le permitía dirigirse a millones de personas por medio de sus sermones y escritos. Whitfield y Wesley reunían a numerosas multitudes. Billy Graham pasó como una locomotora por América con sus campañas evangelísticas.

Pero en los últimos años, ha habido un énfasis creciente en “influencers” cristianos que desean construir grandes plataformas. Reunir miles de seguidores en las redes sociales. Construir megaiglesias épicas con múltiples servicios. Ser bloguero, youtubero, o Instagramero como el camino a la fama. Por supuesto, todo esto se presenta como una manera de “traer más gloria a Dios”, pero es muy fácil ver al hombre detrás del telón.

Hace unos años empecé una cuenta de Twitter llamado @celebritypastor [@pastorcelebridad] para burlarme de esta moda. Aunque todavía disfruto de mofarme un poco de las máquinas de humo, el cabello súper-arreglado y el tocar “Tal como soy” (versión Nirvana) en el llamado al altar, cada vez más siento una mayor carga al pensar en crear cualquier tipo de plataforma.

Verás, hubo un tiempo cuando pensaba que sería genial tener una gran plataforma. Tener todos los seguidores en las redes sociales, compartir en las conferencias y que las personas pensaran que era importante. El panorama era realmente atractivo.

Y sí tuve algo de éxito en las primeras etapas de construir mi plataforma. Era pastor y publiqué un par de libros cuando era muy joven. Los libros fueron promocionados por personas que seguramente conoces. En mi extremadamente pequeño círculo cristiano, muchas personas me conocían. Por supuesto, esto era como ser popular en una escuela cristiana de 15 alumnos. Pero aun así, se sentía bastante bien. Era un “pez” tamaño medio en un pequeñísimo estanque con peces pequeñísimos.

Entonces, por la misericordia de Dios, todo se desmoronó. Gracias a Dios, no fue por infidelidad, abuso espiritual, fraude o algún pecado de este tipo. Simplemente, me encontré en un contexto eclesiástico extremadamente enfermizo de la cual tenía que salir.

Y cuando me fui…

…me quedé sin nada.

Era lo peor y lo mejor que me pudo haber pasado. Todo lo que yo era y pensaba que conocía me fue arrebatado. De repente, yo era un “Don Nadie”, y no tenía ninguna posición de influencia.

Por un tiempo, me sentí deshecho y desorientado, como si no supiera quién era. Era como Jason Bourne en Identidad Desconocida, sin la parte del lavado de cerebro por las operaciones clandestinas de la CIA y la capacidad de matar a personas con un solo golpe y correr un kilómetro sin perder el aliento.

Pero con el paso del tiempo, ha llegado la claridad. Me doy cuenta de que muchas cosas me importan menos y que pocas cosas me importan mucho más.

No quiero construir una plataforma, y no estoy impresionado por iglesias y pastores ostentosos. Muy pocas personas tienen el carácter necesario para sostener una gran plataforma, y estoy muy seguro de que yo no lo tengo. No puedo más que pensar en lo que dijeron las personas cuando edificaron la torre de Babel:

“Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra” (Gn. 11:4).

Intentar hacerte un nombre es un asunto peligroso, y existe una probabilidad muy alta de que Dios termine luchando en tu contra.

Ahora, ya no quiero hacer “grandes cosas” para Dios (en el sentido que comúnmente se comenta). Yo quiero hacer cosas fieles para Dios (sí, entiendo que eso suena a un fanático de Jesús).

Quiero…

Ser un fiel esposo y padre.

Perseguir fielmente las disciplinas bíblicas.

Servir en una iglesia normal, que no sea ostentosa.

Usar mis limitados dones de cualquier manera que Dios me permita, ya sea en el ministerio de tiempo completo o como un miembro ordinario de una iglesia.

Quiero ser un tipo “ordinario” sirviendo en un lugar “ordinario”. Como dice Zach Eswine en su asombroso libro The Imperfect Pastor [El pastor imperfecto]:

“Si me aburren las personas ordinarias en los lugares ordinarios, ¿acaso no me aburren las cosas en las que Dios se deleita? Si creo que los límites locales de cuerpo y espacio son cosas demasiado pequeñas para una persona tan dotada como yo, ¿no me quiero escapar de lo que Dios mismo alegre y diariamente habita? Si miro a un rostro, a una flor, a un niño, o a una congregación y digo: ‘Pero, Dios, esto no. ¡Yo quiero hacer algo grande para ti!’, ¿no estoy profundamente confundido sobre lo que Dios dice que es grande?”.

Si pudiera decirle una cosa a hombres y mujeres jóvenes que arden con ambición por Dios, sería esta: sé feliz dejando que Dios edifique tu plataforma.

La mayoría nunca tendremos una “plataforma” (quizás no sea la palabra indicada, pero creo que me entienden) que se extienda más allá de nuestra familia, iglesia y empleo. Fielmente enseñaremos a nuestros hijos sobre Jesús, guiaremos un estudio bíblico o serviremos en el grupo de alabanza, y haremos nuestro trabajo diligentemente. Y eso es algo glorioso y hermoso.

Si Dios te da una audiencia más grande, anda con cuidado y en oración. No luches siempre por construir una torre que llegue hasta el cielo. Echa raíces. Rinde cuentas en tu iglesia local. Y no te creas todos los halagos.

Créeme cuando te digo que serás mucho más feliz sin todo el esfuerzo, el ajetreo y el desgaste.

Sin duda, yo lo soy.


Stephen Altrogge es esposo y padre. Es autor de libros como Untamable God. Le apasiona el café y la saga de Star Wars.


Publicado originalmente en www.theblazingcenter.com. Este artículo ha sido traducido y usado con permiso.