¿Qué pasa por tu mente cuando escuchas la palabra “modestia”? ¿Algo como esto?
1. Te imaginas a una mujer con ropa holgada y anticuada, cabello largo recogido, sin nada de maquillaje.
2. Piensas que es algo que se debe practicar cuando uno va a la iglesia o cuando el pastor llega de visita a la casa.
3. “¡¿Otra vez lo mismo?! ¿Qué te importa lo que yo me ponga? ¡No te concierne!”
¿Sabías que la palabra “modestia” es un término bíblico? 1 Timoteo 2:9-10 dice así:
“Asimismo, que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor y modestia, no con peinado ostentoso, no con oro, o perlas, o vestidos costosos; sino con buenas obras, como corresponde a las mujeres que profesan la piedad”.
1 Timoteo 2 y 3 describe cómo se vive conforme al Evangelio en la adoración y oración, y en la vida de los pastores y diáconos. En medio de este contexto, Pablo habla de las mujeres y cómo pueden adorar, o estorbar la adoración.
¿Por qué es tan importante notar este contexto para entender la modestia? Si deseamos, como jóvenes cristianas, glorificar a Dios en cada área de nuestras vidas, y contribuir a la adoración y oración en la iglesia, debemos poner mucha atención a esto. Según este pasaje, la modestia no es solo una cuestión de presentación personal, sino del corazón de la mujer. Dios no busca adoradores que solo hagan ruido y lleguen a la iglesia bien arreglados. Dios desea que sus hijas sean motivadas a adorarle fervientemente por un corazón modesto.
Me da mucha tristeza que el concepto de la modestia tenga tan mala fama entre las mujeres jóvenes, porque su rechazo de la modestia les hace perder el privilegio de participar de la adoración como Dios desea. Pero entiendo que este rechazo puede ser, en parte, por no haber recibido una enseñanza bíblica sobre este tema. La modestia no es ninguna de las cosas mencionadas arriba. No es un reglamento de vestimenta, ni cubrir cierto porcentaje de piel.
La modestia es la adoración del corazón humilde expresada en conducta y apariencia.
Es una condición del corazón que resulta en cierto comportamiento externo. Es importante notar que lo que agrada a Dios es primero la adoración del corazón, con una actitud humilde, seguida por cierta presentación humilde.
ADORACIÓN
A primera vista, puede resultar extraño hablar de “adoración” y “modestia” en la misma frase. Si eres como yo, tu mente no hace fácilmente la conexión entre la adoración y tu presentación personal. ¿Qué es la adoración? Es culto o reverencia a un ser divino. ¿Puedes decir que tu corazón rebosa tanto de un deseo de rendir culto y reverencia a Dios, que estás dispuesta a mostrar esa reverencia en cada área de tu vida, incluyendo tu persona exterior? El corazón que adora profusamente al Dios que le salvó, buscará adorarle en sus acciones y actitudes.
HUMILDAD
Si buscas la definición de la palabra “modestia” en un diccionario, encontrarás esta palabra “humildad” como parte de su significado, o incluso como sinónimo. Esto significa que cuando pensemos en “modestia”, debemos asociarla automáticamente con “humildad”. ¿Te acuerdas cómo contestaste la pregunta introductoria arriba? ¿Cómo cambiaría tu enfoque sobre este tema si cada vez que ves, escuchas o piensas en el concepto de modestia, viniera a tu mente “humildad”? La humildad no busca exaltarse a sí misma, no alardea, no se preocupa por lo que piensan de ella porque ella simplemente no piensa en sí misma. No desea ser la estrella, la que llama la atención, la que atrae miradas, la que deja huella, o la que todos buscan. La atención de la joven modesta está puesta en el Dios al que adora fervientemente, y desea desviar la atención de sí misma, apuntándola hacia Él.
PRESENTACIÓN
Cuando una persona adora a Dios con una perspectiva humilde de sí misma, ¿qué resultado habrá en su presentación personal y sus acciones? 1 Timoteo 2:9 pide “ropa decorosa” que se debe usar con “pudor y modestia”. Implica vestirse con dignidad y humildad, con honestidad, demostrando quién soy. No me pongo ropa que miente acerca de mi identidad. Soy adoradora de Dios y deseo traerle gloria a Él. Así que, mi ropa, mi joyería, mi peinado, mis movimientos corporales, mi maquillaje y mis palabras deben contar una historia honesta y verdadera de que soy. El Dios que adoro, y la humildad que Él ha producido en mi corazón, resultan en decisiones diarias que apuntan hacia Él, desviando la atención de mí.
- Deseo cubrir más mi cuerpo para no distraer a mis hermanos en Cristo durante el culto en la iglesia, porque deseo que ellos adoren a Dios.
- No necesito conseguir la última moda tan pronto salga para mantener una imagen “fashion” delante de mis amigas, porque yo no soy el centro de atención.
- Cuando me paro delante del espejo en la mañana, o antes de salir a un evento social, ya no me imagino cuál muchacho se va a fijar en mí, sino que me pregunto si así glorifico a Dios y comunico honestamente mi relación con Él.
- Dejo de hacer insinuaciones sexuales, movimientos coquetos con mi cuerpo y expresiones faciales provocadoras para atraer la atención de un hombre.
1 Timoteo 2:10 nos dice cuál debe ser nuestra vestimenta principal: “sino con buenas obras, como corresponde a las mujeres que profesan la piedad”. Si invirtieras el mismo esfuerzo y tiempo que inviertes en tu presentación personal en hacer buenas obras, ¿cómo se vería tu vida?
Una versión de este artículo fue publicado en Aviva Nuestros Corazones.