Un nuevo año es emocionante. Empezar “desde cero” con “una hoja en blanco” es una idea muy atractiva. Proyectos sin terminar se quedan atrás. Errores del pasado se pueden olvidar. Hay una nueva oportunidad para hacer las cosas bien.
Pero hay un gran obstáculo que muchas veces ignoramos. El cambio de año no produce un cambio de esencia. Yo soy la misma persona en el 2019 que fui en el 2018. Haber pasado el calendario del 31 de diciembre al 1 de enero no cambió el hecho de que soy una pecadora perezosa, egoísta, y orgullosa. No cambió el hecho de que soy una esposa insumisa, y una madre enojona. No me quitó mi tendencia de dejar proyectos a medias y seguir a la siguiente idea emocionante.
El 2019 no será mejor que el 2018 a menos que Alguien intervenga.
Dios es el único que puede transformarme en el 2019. Solo Dios puede producir un cambio en mí que me haga más productiva, más paciente, más disciplinada, y más obediente. Por esta razón, más que listas de metas y libros de productividad y pensamiento positivo para el 2019, necesito más dependencia en Dios. Necesito más oración.
Te comparto una lista de peticiones bíblicas para este nuevo año. Estoy totalmente segura de que Dios quiere contestar cada una de estas peticiones para mí en el 2019. Sé que son su voluntad para mí, y por eso puedo orar con certeza y confianza por estas cosas.
- Dame un corazón que aprenda a conocerte íntimamente, adorarte, servirte, y buscarte con todas sus fuerzas.
“Y tú, Salomón, hijo mío, aprende a conocer íntimamente al Dios de tus antepasados. Adóralo y sírvelo de todo corazón y con una mente dispuesta. Pues el Señor ve cada corazón y conoce todo plan y pensamiento. Si lo buscas, lo encontrarás; pero si te apartas de él, te rechazará para siempre” (1 Cr. 28:9 NTV).
- Examina mi corazón y muéstrame todo pensamiento y conducta ofensiva y dañina.
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan. Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna” (Sal. 139:23-24 NTV).
- No me permitas ceder ante la tentación.
“Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal” (Lc. 11:4).
- Ayúdame a deleitarme en tu Palabra. No me permitas olvidarla, sino que sea mi guía diaria.
“Me deleitaré en tus decretos y no olvidaré tu palabra” (Sal. 119:16 NTV).
“Tu palabra es una lámpara que guía mis pies y una luz para mi camino” (Sal. 119:105 NTV).
- Quita mi confianza en mí misma, y dame confianza absoluta en ti.
“Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento” (Pr. 3:5 NTV).
- Hazme ver mis faltas con claridad y humildad, y las de los otros con gracia y amor.
“¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mt. 7:5).
- Líbrame del amor al dinero, y ayúdame a valorar e invertir en lo que refleja tus valores.
“Porque raíz de todos los males es el amor al dinero (…) Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre” (1 Ti. 6:10-11).
- Lléname con tu Espíritu para que produzca su fruto en mí.
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gá. 5:22-23).
“Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu” (Ro. 8:5).
- Enséñame mi rol en el hogar, y capacítame para desempeñarlo para tu gloria.
Esposo: Amar tiernamente y guiar espiritualmente a mi esposa.
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia (…) para santificarla (…) Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos” (Ef. 5:25-28).
Esposa: Respetar y someterme a mi esposo como al Señor.
“Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor” (Ef. 5:22).
“Y la mujer respete a su marido” (Ef. 5:33).
Padres: Criar a nuestros hijos en la disciplina y amonestación del Señor.
“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Ef. 6:4).
Hijos: Obedecer y honrar a mis padres.
“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre” (Ef. 6:1-2).
- Permíteme ser fiel en asistir a mi iglesia local, edificando, exhortando, y estimulando a las buenas obras a mis hermanos en Cristo.
“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos” (He. 10:24-25).
- Hazme reconocer mi falta de sabiduría y concédeme sabiduría en cada área de mi vida.
“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe” (Stg. 1:5-6).
- Satisfáceme completamente en ti para que no desee nada en la tierra más que a ti.
“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra” (Sal. 73:25).
“Porque sacia al alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta” (Sal. 107:9).
Orar la Biblia es orar conforme a la voluntad de Dios. Si te gustaría aprender más sobre esta disciplina, te recomiendo leer Orando la Biblia, por Donald Whitney.
Si nunca lo has hecho, un año nuevo es una excelente oportunidad para empezar tu lista de oración o diario de oración. Puedes tomar una libreta y escribir estas peticiones a través de siete páginas, para los siete días de la semana. En cada página, puedes anotar algunos versículos de alabanza y agradecimiento para adorar a Dios cada día. Reparte entre las siete páginas nombres de familiares, miembros de la iglesia, misioneros, e inconversos. Así, cada día tienes una sencilla lista de peticiones. La oración es un privilegio y una disciplina. ¡No la desatendamos!