Ayer me escribió un hermano para obtener detalles sobre nuestra próxima conferencia. Con gusto, le pasé la información para que se inscribiera. Ansío verlo pronto a él y a todos los demás que nos visitarán dentro de poco.
Pero quisiera darte una advertencia: es sabio entender las posibles trampas de las conferencias.
Quiero ser muy claro. No estoy en contra de las conferencias. Es más, con frecuencia ¡soy conferencista! Las conferencias son útiles y pueden ser de mucha bendición. Pero una conferencia no es como asistir a la iglesia. Mucho menos la sustituye. Entre otros peligros, quisiera destacar este: una conferencia puede crear expectativas falsas que tu iglesia local no puede cumplir.
Tu iglesia no puede y no debe competir con las grandes conferencias. Comparemos un poco a la iglesia con las conferencias para que detectemos los peligros que las conferencias pudieran representar para nuestras iglesias.
SERMONES DE CONFERENCIA VS SERMONES DE IGLESIA
En una de las últimas conferencias que asistí, el predicador compartió en dos o tres sesiones la esencia de un fantástico libro que escribió. Lo escribió hace 20 años. Entonces, el sermón fue el resultado de más de 20 años de pensar y meditar. Si el pastor de tu iglesia predicara un solo sermón cada 20 años, ¡tal vez sería más llamativo! Además, no es la primera vez que aquel conferencista comparte ese tema. Lo ha hecho docenas de veces. Si tu pastor predicara su sermón en 15 otras iglesias y luego lo predicara en tu iglesia, seguro ya lo tendrá muy refinado.
En una de mis últimas conferencias, el pastor anfitrión me preguntó: “¿Cómo puedo hacer mejores ilustraciones?”. Mi sarcástico y gran consejo fue: “Predica una vez cada dos o tres meses. En ese tiempo ya tendrás muchas ilustraciones impactantes”. Eso no es realista. Ni el conferencista mismo, en sus sermones semanales en su iglesia, puede “competir” con sus sermones “de conferencia”. Si escucharas el sermón dominical de cada semana de tu conferencista favorito, ¡con seguridad sus sermones ya no serían tan llamativos!
Las conferencias pueden crear demasiadas expectativas en cuanto a los sermones que nadie puede realizar.
CONFERENCISTAS VS PASTORES
Un hermano me invitó a una conferencia y me dijo que los conferencistas debían ser pastores con años de experiencia en el ministerio y con un doctorado. Está bien. Tiene mucho sentido al hablar de una conferencia. Pero ¿cuántas iglesias pueden pedir eso? Muchos pastores ni siquiera pueden darse el lujo de dedicarse al ministerio a tiempo completo. Si tu iglesia no le provee para que se prepare tanto, ¿cómo podría tu pastor conseguir un grado académico tan alto?
Hace años, un amigo llevaba a un conferencista al aeropuerto junto con su esposa. Mi amigo notó mucha fricción entre los dos. La esposa le confió que era una pesadilla vivir con él. ¡Qué triste! En la conferencia lo ven desde lejos. Por el contrario, en una iglesia local conocemos de cerca a nuestro pastor. Parte esencial de su ministerio es tener un buen testimonio. Y, aunque no sea perfecto, si es un buen pastor nos está brindando un “sermón” con su vida diaria. Hay mucha diferencia entre un conferencista y un pastor.[1] Las conferencias necesitan conferencistas. La iglesia es un rebaño y necesita a un pastor.
Las conferencias pueden hacernos pensar que la iglesia necesita a un conferencista y no un pastor.
MÚSICA DE CONFERENCIA VS MÚSICA DE IGLESIA
Cuando yo preparo una conferencia quiero a los mejores músicos. Conozco a un pastor llamado Mario que es un pianista profesional. Si él puede venir, ¡es ideal! Su hermana toca en la orquesta sinfónica de Monterrey. Si ella está disponible, ¡genial! También quiero que cante Kristin, una hermana en Cristo con una dorada voz de miel derretida. Pero ¿qué iglesia tiene músicos de este nivel? Ninguna. No es malo tener la mejor música posible, pero entendamos que no se puede tener este nivel musical cada semana en nuestras iglesias locales.
Las conferencias pueden hacernos desear que la música semanal de nuestra iglesia sea tan buena como la de nuestra conferencia favorita.
TRABAJO DE CONFERENCIA VS TRABAJO DE IGLESIA
Tengo varios alumnos del seminario que hace poco no hicieron sus tareas porque estaban en una conferencia. Eso lo entiendo. También he faltado a clases para estar en una conferencia. Pero ¿por qué no cubrir con tus responsabilidades y después ir a la conferencia? Con facilidad, la participación en la “actividad grande” opaca el cumplimiento de las responsabilidades cotidianas. Si eres pastor, maestro o sirves en tu iglesia local, quiero animarte a considerar si tu iglesia —o instituto bíblico— está siendo desatendida porque estás más preocupado en “actividades grandes”. Seamos fieles en lo poco antes de buscar lo grande.
Las conferencias pueden hacernos desviar nuestra fidelidad a nuestro ministerio rutinario hacia las actividades llamativas.
CONGREGACIÓN DE CONFERENCIA VS CONGREGACIÓN DE IGLESIA
Parte de la atracción de una conferencia es ser parte de un grupo tan grande. Tampoco está mal eso. Pero regresar a tu propia iglesia después de la conferencia puede hacer que tu congregación se sienta pequeña y sin importancia.
Una docena de hermanos estaban confirmando conmigo los detalles para asistir a la conferencia. Manejarán unas 22 horas si no se detienen en el camino. Algunos vienen hasta de otros países a veces. Al escribir este artículo, estoy en Costa Rica para una conferencia. Sí, a veces hacemos un gran esfuerzo para asistir a una conferencia. Pero a veces los mismos hermanos que viajaron un día entero para la conferencia no pueden llegar al culto dominical. ¿Te imaginas el ambiente de tu propia iglesia local si hiciéramos los mismos sacrificios para el culto de la iglesia que el que realizamos para las conferencias? ¡Emociónate con tu iglesia!
Las conferencias pueden hacer que nos emocione más la comunión con muchos hermanos desconocidos que la participación cotidiana con los hermanos de mi iglesia local.
CONCLUSIÓN
Entonces, ¿no debemos ir a las conferencias? Podemos disfrutar de las conferencias, pero debemos ir preparados. Vamos para disfrutar de sus beneficios, pero debemos cuidarnos de que la conferencia genere expectativas inalcanzables para nuestra iglesia local. Y si tienes que escoger cuál es el centro de tu vida cristiana, en cuál ser fiel, sé fiel en tu iglesia local.
[1] No estamos afirmando que todos los conferencistas sean pésimos cristianos en sus hogares. El punto aquí es resaltar que es fácil pararse en un púlpito donde nadie te conoce. Por otro lado, ser un pastor de una iglesia local es una entrega diaria donde tu testimonio es de gran valor.