Se acerca el 14 de febrero y comienza una enorme expectativa. Esperas que todos aquellos a quienes aprecias te consideren un amigo lo bastante importante como para mandarte un regalito o, por lo menos, un mensaje que diga cuán valiosa es tu amistad. Pero esperas algo más. Esperas que ese día sea tu oportunidad de hablarle a esa chica que tanto te gusta —a la que nunca le has hablado, pero que piensas conocer todo de ella—, y que todas tus fantasías románticas se concreten con alguien que probablemente ni sabe de tu existencia.
Y ¿en qué acaba? Un chico con el corazón roto. Tener un “crush” parece ser bastante normal, pero invertir tus pensamientos y sentimientos en una persona con la cual nunca podrás tener una relación no es algo saludable. Eso lo sabe incluso la psicología.
Pero ¿qué dice la Biblia? ¿Esto es pecado? Quiero decirte que puede serlo.
TUS DESEOS Y TU CRUSH
Seguramente, has escuchado muchos sermones acerca de la pureza sexual, atendiendo a la necesidad de alejarte del sexo y defender el “lecho sin mancilla” (He. 13:4). No obstante, la fornicación no solamente involucra el tener relaciones sexuales, sino que también incluye al corazón. El pecado de la fornicación no es solamente la satisfacción de estos deseos, sino también el deseo de satisfacerlos fuera de tiempo y con la persona equivocada. Jesús dijo:
“Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mt. 5.27–28).
La palabra griega que la Reina Valera traduce como codiciar significa codicia, anhelo o deseo. Eso nos hace ver que la esencia del mandato no radica únicamente en la acción sino también en el deseo. De hecho, la Nueva Traducción Viviente traduce la palabra como pasión sexual. Sin embargo, cabe aclarar que Jesús no señala el deseo sexual como pecado en sí mismo, sino el que ese deseo sea hacia alguien que no es tu cónyuge.
Pero ¿qué tiene que ver esto con tener un crush? Todo.
El matrimonio es el único lugar donde alguien debe satisfacer sus deseos legítimos de ser amado y de disfrutar del sexo con la persona indicada (su cónyuge). De ahí que podamos ver el error que puede ser tener un crush. La razón por la que tener un crush puede ser pecado es porque puede alimentar un deseo legítimo de manera carnal.
LA IDOLATRÍA Y TU CRUSH
Es interesante notar que Pablo incluye la avaricia al lado de la fornicación, la impureza y los malos deseos (Col. 3:5), mencionando que esa avaricia sexual es, en esencia, idolatría. Cuando un joven entrega su corazón a cualquier pasión ilegítima —sea sexual o emocional—, es idolatría.
He aquí el pecado del crush. Muchos jóvenes cristianos guardan su cuerpo hasta el matrimonio, pero dejan que su corazón sea destrozado una y otra vez porque lo entregan a alguien que les gusta antes del tiempo indicado —el matrimonio—. Por eso, el joven que desea acercarse a una señorita porque quiere sentirse amado es un idólatra. Se trata de alguien que, al no serle suficiente el amor que recibe de Dios, codicia el amor de una señorita para llenar ese vacío en su corazón. Cuando tu enfoque está en tus propios deseos, para Dios es tan malo satisfacerlos teniendo relaciones sexuales ilícitas como codiciando el amor de otra persona.
¿Cómo se llena, entonces, ese vacío en mi corazón? Salomón, un hombre con amplia experiencia en mujeres, concluye que la búsqueda de la satisfacción en cualquier relación terrenal termina siendo vana, es decir, inútil (Ec. 2:10-11). Por lo tanto, haríamos bien al oír al salmista Asaf, quien nos dice que es un error buscar la felicidad en cualquier otro lugar que no sea la presencia de Dios (Sal. 73:25). La satisfacción del creyente solamente se encuentra en Cristo (Col. 2:10).
ALGUNAS APLICACIONES PRÁCTICAS
- Evalúa el motivo y la meta de tu atracción
Recuerda que no hay nada de malo en que quieras una amistad. Pero si te estás acercando a una persona solo porque quieres tener una “relación especial” con ella, entonces eres un idólatra. Una persona que busca un crush por codicia solo está interesada en saciar sus propios deseos. Cuando te acercas a otra persona, deberías ofrecerle una verdadera amistad. La Nueva Versión Internacional traduce así el proverbio: “Hay amigos que llevan a la ruina, y hay amigos más fieles que un hermano” (Pr. 18.24 NVI). La verdadera amistad debe ser fiel a la persona, no a sus propios deseos.
- Ten cuidado con lo que todos piensan
Que todos hagan algo no quiere decir que eso esté bien —incluso si los que lo hacen son cristianos—. Recuerda lo que Dios piensa al respecto. Por algo le llaman crush. Es un anglicismo, es decir, una palabra que hemos tomado ‘prestada’ del inglés que significa aplastar, estrujar o destrozar. ¡¿Lo ves?! En realidad, eso es lo que muchos buscan y saben: al final de toda su devoción, su corazón será hecho añicos. Esto no es lo que Dios quiere para tu corazón (Pr. 4:23), y tampoco es lo que tu esposa querría. Así que, cuídalo.
- Recuerda que tu deseo proviene de Dios
¿Eres un chico al que le gusta una chica? ¡Qué bueno! Eso es normal. Dios puso esos deseos en ti. Sin embargo, esa atracción, aunque natural, no es incontrolable. Debemos someter nuestros deseos a Dios, y reservarlos para una sola persona. Claro, podemos equivocarnos. Tal vez, los dos parecían muy comprometidos con buscar una relación, pero al final Dios no lo permitió. Deja que Dios guíe tus sentimientos por medio de su Palabra y de los guías espirituales que ha puesto en tu vida.
CONCLUSIÓN
Por último, te animo a que puedas realizar un compromiso. El apóstol Pablo dijo que él llevaba todo pensamiento cautivo a Cristo (2 Co. 10:3-5). Hazlo tú también. Permite que Dios te guíe. Pon delante de Él lo que hay en tu corazón, y permite que te dé la satisfacción que encierra todo deseo y pensamiento en Él (Fil. 4:6-7).