Buenas noches a todos los que nos acompañan en esta anhelada celebración. En nombre de la generación 2017-2021, tengo el privilegio de comenzar dando gracias a Dios porque reconocemos que es Él quien nos ha permitido llegar a este, nuestro tan ansiado día de graduación. Queremos agradecer públicamente a todas las personas que Él ha puesto para caminar junto a nosotros durante todo el recorrido. Damos gracias a Dios por nuestros padres y a ellos por cada uno de los sacrificios que han hecho para invertir en nuestros futuros. Gracias a nuestros maestros por enseñarnos más allá de las aulas, gracias por impactar nuestras mentes con sus conocimientos y nuestros corazones con sus vidas. Gracias a todo el personal administrativo por su incansable esfuerzo. Gracias a los que ya no están con nosotros, pero cuya visión nos permite estar aquí y sigue hablando por ellos hasta hoy. Gracias a cada uno de ustedes por alentarnos con sus palabras y por inspirarnos con sus ejemplos. Gracias por todo lo que han hecho por nosotros, aun por aquellas cosas de las que no nos dimos cuenta, gracias.

Queridos compañeros, no es fácil estar aquí de pie y sentir la ausencia del calor de sus cuerpos, eufóricos, ansiando lanzar el birrete al aire y escuchar que la palabra “graduados” se emita mientras pronunciamos juntos sonidos incomprensibles.

Todos sabemos que expresar un discurso siempre es difícil. Sin duda, hacer que el sentir de estas palabras viaje cientos de kilómetros hacia diferentes ciudades y que incluso recorra miles para lograr traspasar fronteras hasta llegar a sus corazones no es nada sencillo.

Antes de que nos despidamos, hoy, 09 de julio de 2021 quiero invitarte a un recorrido por el tiempo que nos permita revivir nuestro primer día de universidad. 1418 días han transcurrido ya desde aquel lunes 21 de agosto de 2017, momento que fue para la mayoría su primer día como universitarios. Procura hacer memoria y recuerda cómo Dios, en Su Providencia, orquestó cada detalle para traerte a este lugar. ¿Recuerdas el día en que metiste toda tu vida en un par de maletas y emprendiste este viaje? ¿Recuerdas la sensación de tu corazón palpitando mientras experimentabas nervios mezclados con emoción y te aventurabas hacia lo desconocido? Haz memoria e inmortaliza sabores, personas, olores, lugares, sonidos, momentos y detalles. Llévate contigo todo lo que has vivido aquí y atesóralo, pero no vivas de tus recuerdos. Medita en todo lo que has aprendido durante tu estancia aquí y ponlo en práctica en el lugar en donde estés.

¡Es increíble cómo aquél primer día ha llegado a ser el último en un tan solo un abrir y cerrar de ojos! Hoy no estamos juntos, pero los recuerdos de todo lo vivido entrelazan nuestros corazones en un mismo sentir.

Sé que lo parece, pero créanme que no es pérdida haber estado separados una tercera parte de nuestras carreras si hoy nos queremos y extrañamos mucho más que aquel día en el que nos despedimos pensando que en tan solo unas semanas volveríamos a vernos. El anhelo, e incluso la esperanza de un reencuentro se fue intensificando con los días, y se hizo casi insoportable con los meses. Sin embargo, Dios determinó que a partir del viernes 13 de marzo de 2020 ya no habría más abrazos, ni desayunos juntos, y que ya no compartiríamos aulas para llenarlas con el sonido de nuestras risas. A pesar de todo, el tiempo ha demostrado que hay algo que nos une que no tiene que ver con el correr de los días, ni tampoco depende de la distancia.

Sé que muchos iniciamos este viaje y tomamos las maletas sin saber que por delante nos depararían turbulencias, nubes negras atiborradas de confusión que nos han hecho cuestionarnos si realmente ha valido la pena emprender esta aventura.

Me gustaría poder decirte que hemos llegado al final de nuestra travesía y que todo lo que viene por delante va a estar bien, pero lamento mucho tener que comunicarte que esta es solo una escala en nuestro viaje, aún no hemos llegado nuestro destino. Nuestro Capitán nos ha anticipado ya un vuelo lleno de dificultades, sufrimientos y complicaciones. Por favor, confía en Él a pesar de que muchas veces durante nuestro trayecto parezca estar en silencio, ten por seguro que Él no nos dejará varados en medio del camino. No te desalientes al escucharme decir que todavía tendremos que atravesar mucha neblina por delante. Desearía tener palabras que fueran capaces de mitigar el dolor causado por todos los quebrantos que te sobrevendrán en lo que resta del viaje, pero, compañero, pase lo que pase, no te conformes a vivir lo que resta de esta aventura como un pasajero más cuya vida es consumida por actividades sin sentido. Vívelo como un peregrino que anhela profundamente llegar a su hogar celestial. Por favor no tomes la salida de emergencia, el Capitán nos ha asegurado que nos llevará hacía nuestro destino final a pesar de lo severas que parezcan ser las turbulencias. Él no solo nos ha anticipado que el trayecto será amargo, sino que nos ha comprado y garantizado el destino más dulce y hermoso de todos en el cual estaremos por siempre a Su lado. Ansiemos el día en el que cada una de nuestras lágrimas derramadas por el dolor y la tristeza, el sufrimiento y la pérdida, la muerte y todas las cosas que son parte de un mundo caído sean hechas nuevas por Cristo. Nuestro destino es una Ciudad en la cual la noche, los lamentos, la oscuridad y la pérdida se convertirán en una gloria eterna y en un gozo sin fin.

Entonces, ya sea que obtengas el trabajo de tus sueños o que lo pierdas, que te cases con el amor de tu vida o que te quedes soltero hasta que Cristo venga; no dejes que un título, un anillo, una posición, una persona o cualquier otra posesión terrenal determine tu felicidad. Recuerda siempre que Dios no se limita a moldearnos en un lugar en específico y que Él siempre va a utilizar tus circunstancias particulares para cumplir los propósitos Eternos de Su Reino inconmovible. Para Él no hay eventos fortuitos, tampoco hay casualidades ni detalles insignificantes en Su Plan. Su sabio, bueno y eterno Plan que no puede ser frustrado por nada ni por nadie. Así que si hemos llegado hasta esta parte del recorrido no ha sido por nuestra habilidad ni tampoco por nuestra competencia, tan solo somos una pequeña parte de Su Gran historia.

Hasta pronto, compañeros, ha sido un placer compartir esta parte del viaje con ustedes. Puede que aquí no volvamos a vernos nunca. Puede ser que nuestras miradas jamás vuelvan a cruzarse, pero sé que, aunque nuestros caminos permanezcan en rumbos diferentes, y que quizás el día de un futuro reencuentro nunca llegue, nuestro destino es el mismo. Llegará el día en el cual en el cual volveremos a reunirnos del otro lado del sol, en el país de los reencuentros en donde no hay más separaciones ni despedidas, y ese día perdurará por toda la eternidad. Mientras tanto, disfrutemos al máximo cada momento de lo que resta del trayecto.

¡Felicidades, generación 2017-2021! Vivamos cada día de lo que resta del viaje apasionados por Jesús.