Soy una persona muy cuadrada (si me conoces, sabes que no es porque haga ejercicio). Me refiero a que me encanta la exactitud. Siempre existe la manera correcta de hacer las cosas. Y así se deben hacer. Al menos, así proceso yo las cosas. Y así proceso lo que aprendo en la Biblia. Conocer más de las doctrinas bíblicas es emocionante para mí. Me gusta acomodar todo en un “esquema mental”. Al acomodarlo, al resolver el enigma teológico, me siento bien. La teología es un pasatiempo increíble.
Sin embargo, la teología no debería ser solo un pasatiempo. Si todo nuestro cristianismo es “entender” cosas, nos estamos perdiendo de mucho. Por supuesto, el cristianismo no es menos que esto, ¡pero es mucho más! Hace poco, un hermano en Cristo me enseñaba diciendo: “Dios no es un tema para ser estudiado, sino una Persona para ser conocida”. La teología tiene un calor tan personal que no debería dejar nuestra alma fría.
Por eso, quisiera darte algunos consejos para sentir tu teología.
VISUALIZA TU TEOLOGÍA
Pablo dijo que Dios nos reveló su sabiduría “para nuestra gloria” (1 Co. 2:7). Más adelante, revela cómo esa gloria se hace realidad en nosotros:
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Co. 3:18).
Toda doctrina bíblica nos está revelando la Persona de Dios. Su Voz debería resonar como una personalidad tangible en nuestra alma. Cuando leemos la Biblia, deberíamos contemplar al glorioso Dios que nos salvó. Si solo conocemos más y más —sin conocerle más y más— estamos perdiéndonos la mejor parte. Estamos viendo un Ferrari sin manejarlo. Estamos oliendo un delicioso pastel sin saborearlo. Estamos leyendo la letra de una canción que no escuchamos.
Así que, cada vez que leas algo en la Biblia, visualiza a Dios en ello. No estás pensando en algo. Estás pensando en alguien. Te doy algunos ejemplos:
- Visualiza la paciencia que tiene contigo. Piensa en cómo, vez tras vez, Él decide perdonarte. Observa sus brazos abiertos que nunca se vuelven contra ti. ¿Cómo te ve Él? ¿Está harto de ti o tiene compasión? Sus ojos te miran compasivamente como Jesús veía a las multitudes sin pastor (Mt. 9:36). Él te entiende y siempre te perdona pacientemente.
- Visualiza la santidad de Dios. Piensa en cómo nada se le compara. Colócalo junto a cualquier otra persona en tu vida y nadie será tan valioso como Él. Piensa en tu corazón pecaminoso y ahora medita en cómo Su corazón jamás ha contenido nada maligno. Él es santo y brilla como nadie más. Nada ni nadie es mejor que Él.
- Visualiza la ira de Dios. Contempla la actitud de Dios hacia el pecado. Él aborrece la maldad más que nadie. Desea destruirlo. Y lo hará. Tiene el poder para hacerlo. Él no es indiferente con todo el sufrimiento que ocasiona el pecado. Él se entristece por ver a su creación bajo el pecado (Gn. 6:6). Su ira acabará con el pecado algún día, y esa es nuestra esperanza.
Recuerda esto: conocer sobre Dios —sin conocer a Dios— no es cristianismo.
VIVE TU TEOLOGÍA
Si fuera suficiente “conocer sobre Dios”, cualquier demonio podría hacerse llamar cristiano:
“Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan” (Stg. 2:19).
¿Puedes verlo? Los demonios también tienen teología. Conocen la doctrina. Eso no es suficiente para ser un cristiano. Jacobo es muy claro:
“Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Stg. 2:26).
Puedes entender todas las doctrinas bíblicas y estar muerto espiritualmente. La fe verdadera es mucho más que conocer sobre Dios. La fe verdadera es conocer a Dios —contemplar su gloria— y ser transformado por ella. Si te jactas de definir correctamente palabras como “justificación”, “redención” o “gracia” y eso solo provoca orgullo en ti, realmente no entendiste nada. Necesitas visualizar tu teología hasta que te cambie. De nuevo, te doy algunos ejemplos de cómo vivir la teología que ya visualizaste:
- ¿Entiendes la gracia? Entonces, darás de gracia (Mt. 10:8). No solo “entiendas” que no mereces nada y todo es un regalo. Aprécialo. Mereces ser castigado cada instante de tu vida. En su lugar, Dios se ha deleitado en perdonarte y restaurarte. ¿Qué harás la próxima vez que tu hijo haga un berrinche? ¿Y si tu amigo te dice algo hiriente? ¿Darás gracia o querrás repartir castigo?
- ¿Entiendes el amor de Dios? Entonces, ama a tus hermanos (1 Jn. 4:7–8). No basta con “saber” que Dios te ama. Visualízalo hasta que te conmueva. Él mató a su amado Hijo para darte vida. Vio cada segundo de la agonizante crucifixión y decidió dejar a Cristo allí para salvarte. ¿Qué harás la próxima vez que alguien necesite ayuda? ¿Estás dispuesto a sacrificar tiempo, dinero o descanso? ¿Ofrecerás el mismo amor que recibiste o justificarás tu falta de sacrificio?
- ¿Entiendes la gloria de Dios? Entonces, vive para su gloria (1 Co. 10:13). Si lo contemplas, te darás cuenta que nada se le compara. Él es el mayor deleite. Es el mejor amigo. Es tu plenitud. Es tu sabiduría. Es la mejor versión de Él que podríamos imaginar. ¿Qué harás la próxima vez que anheles algo fuera de Él? ¿Faltarás al culto dominical para ver un partido de fútbol? ¿Pasarás más tiempo con esa persona especial en lugar de tener tu devocional? ¿Tu vida proclamará a los demás que Él es lo más glorioso o continuamente dejarás que otras cosas tomen el primer lugar en tu vida?
CONCLUSIÓN
Si eres como yo y disfrutas la teología, ¡no dejes de disfrutarla! Pero llévalo más allá. No basta con entender las cosas. Necesitas asimilarlas en tu corazón. Medítalas. Platica sobre ello con otros. Permite que tu alma se llene con la teología que has conocido. Visualiza esa teología hasta que cobre vida. Mira a Dios cara a cara. Deléitate en su incomparable ser hasta que quieras ser como Él. Ruégale que te transforme y vive tu teología. Sé una doctrina andante. Que los demás vean que Dios no es algo, sino un Alguien a quien conoces personalmente.
Andrés Constantino nació en la ciudad de Xalapa, Veracruz. Actualmente, reside en el estado de Nuevo León, donde graduó con la licenciatura en Teología Pastoral. Disfruta servir en la Universidad Cristiana de Las Américas y en el ministerio de Palabra y Gracia.