Escribí la siguiente carta a un consiervo, un pastor que pedía oración porque estaba pasando por una depresión. Como es muy común en estos casos, él no quería que nadie supiera de su lucha. Publico esta carta con el deseo de que sea de ayuda y apoyo a cualquier otro que esté en esta situación.
Querido pastor,
Vi su petición ayer en el grupo de los pastores y quería escribirle en persona para decirle que sí, estamos orando por usted.
Mi esposa sufría de vez en cuando de una depresión «leve» en la preparatoria, y luego tuvo un episodio de depresión fuerte en la universidad que la sacó de sus estudios un semestre entero. Después del nacimiento de nuestra hija, le pasó una tercera vez, y se puso tan mal que tuvo que ir con un neuropsiquiatra. Esa tercera ocasión es la razón por la que ya no estamos en el campo misionero donde comenzamos. Así que tenemos algo de experiencia con esto.
Además, en múltiples ocasiones pastores se han acercado conmigo en confianza para «confesar» que sufren depresión.
Entonces, además de orar por usted, quiero decirle que lo que está pasando es mucho más común y normal de lo que uno pensaría. Pero, como muchos no entienden este tipo de sufrimiento, con frecuencia culpan a la persona deprimida de falta de fe, inmadurez espiritual, o pecado personal. Es cierto que podría ser la causa, pero es igual de cierto que no siempre es.
Como el mundo secular siempre atribuye la depresión a causas físicas y no contempla causas espirituales, los cristianos tendemos a ir al otro extremo: ¡atribuir toda depresión a causas espirituales y nunca considerar nada físico! Pero creo que los cristianos maduros, entregados al Señor, incluso los pastores, sí pueden pasar depresión sin que sea causada por «fallas» espirituales.
Se lo digo para que sepa que no está solo.
Tengo que confesar que antes de pasar por este valle oscuro con mi esposa, yo no entendía qué era la depresión ni cómo enfrentarla. Yo hubiera dicho mucho de lo que dicen los demás.
Un médico cristiano me contó lo siguiente:
“Un día vino a verme una hermana deprimida. Mientras la escuchaba, agarré una hoja y escribí dos palabras. Sin que las viera volteé la hoja. Le pregunté si ella había consultado con pastores sobre su caso. Me dijo: ‘Sí, claro que sí’. ‘¿Y qué te dijeron?’, le pregunté. ‘Ayuno y oración’, contestó.
Volteé la hoja con las palabras que yo había escrito. Decía “Ayuno y oración”.
La hermana gritó: “¡¿Cómo sabías?!”. No sé si pensaba que era yo un profeta o brujo. Pero le expliqué: “Son pastores. Es lo único que saben recetar. Yo soy médico. Creo que yo sí puedo ayudarte”.
Quiero aclarar que este hermano médico también trata posibles causas espirituales como la culpa, el pecado no confesado, y la desconfianza en las Escrituras. Pero hay ocasiones cuando el pastor deprimido debe buscar al médico, al psiquiatra.
Un alumno mío cuestionó esta aseveración. Me preguntó: “¿Dónde está la justificación bíblica? ¿No contradice eso la doctrina de la suficiencia de las Escrituras?”.
Le dije que la respuesta está en Génesis 2:7 (como en muchos otros textos). “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. El hombre está compuesto de una materia terrenal y una parte inmaterial. No es solamente cuerpo (como los psiquiatras seculares a veces piensan). Tampoco es solamente espiritual (como los cristianos a veces pensamos). Los problemas mentales pueden tener múltiples causas, incluyendo las causas físicas.
Cuando se me cayó encima la moto, no necesitaba consejería bíblica. Necesitaba ketorolaco para el dolor y árnica para los músculos. Bueno, también necesitaba versículos para dirigir mi pensamiento en medio de la prueba, pero los problemas físicos requieren ayuda física. La mente humana está “conectada” al cerebro físico. Insistir en que todo problema mental es solamente por causas espirituales es negar la antropología bíblica: somos materiales e inmateriales. De igual manera, insistir que todo problema mental es solamente físico —como lo haría un psiquiatra ateo— también niega la antropología bíblica. No debemos ir a un extremo ni al otro.
Entonces esta es mi recomendación si estás padeciendo depresión (en ese orden):
- Evalúa tu estado espiritual. ¿Hay áreas de tu vida que no has entregado al Señor? ¿Hay rebelión e incredulidad en tu corazón? Ponte a cuentas con Dios. Busca consejería y apoyo bíblico. Tal vez, con eso baste. Pero, como hemos dicho, no siempre es así.
- Cuida tu estado físico. ¿Estás trabajando demasiado? ¿Haces ejercicio? ¿Tienes una dieta saludable? ¿Estás durmiendo el tiempo adecuado? Haz cambios si es necesario. Tal vez, eso sea suficiente para que mejores.
- Busca apoyo médico. Si sigues sufriendo a pesar de cuidar tu estado espiritual y físico, y especialmente si te es imposible dormir, busca un médico (de preferencia cristiano) que pueda coordinar un tratamiento con quien está ayudándote con tu vida espiritual.
Pocos entienden la profundidad del sufrimiento emocional de estos trastornos. Pero Dios es soberano y Él usará esta circunstancia para hacerte más como su Hijo. Hay esperanza. También hay ayuda que Dios ha permitido que el hombre descubra en la medicina. Busca ayuda médica confiando en que no es más que un medio que Dios puede usar para sanarte porque Él es tu verdadera esperanza.