“Todo estará bien”.

“Tranquila, Dios está en control”.

“Estoy orando por ti”.

“Confía en Dios. Él tiene un plan detrás de todo esto”.

Permíteme contarte un poco sobre mí. Nací con displasia de cadera (una malformación en la cabeza del fémur). Operación al primer año de edad. Fisioterapias dos veces a la semana. Segunda operación a los 16 años.

Siendo honesta, no recuerdo la cantidad de veces que he escuchado frases como las del inicio. Todas ellas están cargadas de verdades bíblicas, pero muchas veces me fue difícil creerlo, especialmente cuando Dios me llevó por el valle más oscuro y no podía hacer nada para cambiarlo.

Quisiera compartir contigo cómo atravesé la oscuridad de este valle, aferrándome a la luz de la fe en la Palabra.

CONFÍA EN SU PLAN

Como mencioné, a los 16 años tuve mi segunda operación de cadera. Te confieso que nunca me sentí tan popular. Cuatro semanas antes de la cirugía e incluso minutos antes de entrar al quirófano, ¡mi celular no dejaba de sonar! Llamadas, mensajes, publicaciones y videos sobre mi operación circulaban en redes sociales. Me sentía tan feliz y honrada de ser amada por tantas personas.

Sin embargo, algo cambió en mí cuando el doctor autorizó que fuera a casa. De pronto, toda mi felicidad y alegría cambiaron en tristeza y miedo. Mi oración de gratitud a mi Padre celestial por ser tan bueno y fiel conmigo se convirtió en quejas y reclamos porque no entendía por qué permitía que su hija pasara por algo así, si era un Dios tan bueno y fiel.

En medio de tanta amargura en mi corazón, recuerdo que Dios me regaló una visita especial. Esta persona, antes de decir cualquier otra cosa, solo me leyó este versículo: “Aun cuando pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado” (Sal. 23:4, NTV), y seguidamente me dijo: “Confía en Dios. Él tiene un plan detrás de todo esto”. No tienes idea de cómo ese versículo y esa frase cambiaron todo mi panorama. El mismo Dios bueno y fiel, que estuvo conmigo en verdes prados y arroyos tranquilos, es el mismo que estaba acompañándome en ese valle oscuro, susurrándome al oído: “Confía en mí. Tengo un plan detrás de todo esto”.

No pretendo decir que lo que pasó ese día cambió automáticamente mi perspectiva errónea. Pero sí puedo decir que marcó un antes y un después. Cuando entiendes que dentro del plan de un Dios bueno y fiel también está el dejarnos pasar por el valle más oscuro, podrás decir “no temeré, porque tú estás conmigo” y esto te sostendrá aun en los días de color gris.

TEN PACIENCIA EN LA OSCURIDAD

Parte de mi recuperación consistía en pasar tres meses en cama con un yeso que me cubría desde el abdomen hasta los tobillos. ¿Te imaginas pasar por esto en verano? La verdad es que yo solo quería quitármelo y no volver a ponérmelo jamás. ¡Era muy incómodo!

Como ya lo habrás notado, definitivamente mi actitud no era la mejor. No solo estaba quejándome y reclamándole al Señor, sino que también estaba desperdiciando el tiempo de descanso que Él me dio. Vivía cada día con quejas y reclamos, deseando que esos tres meses que Dios me dio se terminaran.

En medio de todo, Dios me regaló otra visita especial. (¿Notas cómo Dios sigue siendo bueno aun cuando soy tan ingrata con Él?). Cuando esta querida amiga llegó a mi cuarto, me saludó, me abrazó y me dijo: “Tengo algo para compartirte”. Ella me leyó otro versículo: “Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración” (Ro. 12:12, NVI). Esta vez fue claro lo que Dios me estaba enseñando: paciencia. Mi impaciencia me impedía confiar en que aun en medio del valle oscuro que estaba atravesando Dios no se había olvidado de mí. Él aún no había acabado conmigo.

CONCLUSIÓN: UNA CONFIANZA PACIENTE

Cuando junté las dos verdades que Dios me enseñó, mi perspectiva de estar tres meses en una cama cambió (y también la manera de ver mi enfermedad). Entendí que estar con un pantalón de yeso, acostada en una cama, era justo el lugar donde Cristo me quería. Esa era su voluntad para mí en ese momento. Él quería que estuviera a solas con Él para conocerlo no solo como el Dios bueno y fiel que está conmigo en verdes prados, sino también como el Dios en quien puedo estar segura aun en el valle más oscuro.

Recuerda: Dios sigue en control aun cuando crees que no lo está. Él usa tanto los verdes prados como los valles más oscuros de nuestra vida para hacernos más como Cristo y susurrarnos al oído: “Confía en mí. Tengo un plan detrás de todo esto”.


Kharen Gómez nació en Lima, Perú. Actualmente estudia la licenciatura en Pedagogía en la Universidad Cristiana de Las Américas. Le encanta el café, los libros y la redacción. Disfruta servir en el ministerio Palabra y Gracia.