No hace falta que el diablo me asedie para dejarme en ceros. Basta con una sola persona agotadora.

Mi vida contiene una buena ración de personas problemáticas. Sabes de quiénes hablo: personas que quieren más de lo que puedes darles. Toman más de lo que puedes ofrecerles. Algunas personas te rejuvenecen. Otras de dejan vacío. Con el tiempo, te das cuenta de algo: te están afectando.

¿Personas tóxicas?

¿Quiénes son estas personas tóxicas? Un hombre me explicó que las personas tóxicas son los que no apoyan tus sueños. De hecho, según él, yo era tóxico. Él quería ser un famoso cantante cristiano, y yo le dije que primero debía ser un miembro sano de la iglesia. Porque no apoyaba su sueño, yo era el problema. Otros son tóxicos porque te irritan; te hacen enojar; te frustran. No importa quiénes sean, sabes que son tóxicos si ellos parecen impedir que crezcas y alcances tus metas.

Los colmillos no solo duelen. Parece que su veneno ya está en tus venas. Tu vida cae en picada. Has perdido tu gozo. Te cuesta dormir. Estás enojado. A tu parecer, esta persona tóxica es cianuro en tu refresco. Te ha envenenado. Él es el problema.

¿Cuál es la solución? Elimínalos.

Elimina-personas tóxicas: ¿Un falso evangelio?

Muchas frases llamativas se vuelven populares en conversaciones sin sentido. A veces no lastiman, y solo son hashtags sobre cómo tener una vida sana. Pero creo que esta es diferente.

Es diferente porque las personas presuponen que esas personas problemáticas son el problema. Es diferente porque he escuchado a conocidos pastores usar esta frase “Elimina las personas tóxicas” en sus sermones. Lo predican, no como una mera aplicación, sino como el punto principal de sus sermones. Es diferente porque los cristianos han sido llamados a amar a sus enemigos y orar por los que los persiguen (Mt. 5:43-44). Es diferente porque Jesús se rodeó personas tóxicas y les sirvió. Somos llamados a seguirle.

Pero lo encontramos presente, a veces de manera implícita, en la predicación moderna: “Fuiste creado para algo mejor”, pudiera decir un predicador. “Existen personas en tu vida que no creen en ti. No creen en tus sueños. No te apoyan. Quizás sea el momento de cortar con algunos de estos supuestos amigos”.

Elimina-personas-tóxicas es un miserable evangelio que no salva. Antes de identificar su problemática, permíteme presentar la narrativa de este «evangelio». Elimina-personas-tóxicas comienza con la creencia de que la sociedad fue creada con algunas personas tóxicas y otras personas puras. Los que se creen estar entre las personas puras adoptan este evangelio. Según este falso evangelio, la Caída sucede cuando personas puras permiten que individuos tóxicos les afecten negativamente. Sucede cuando están rodeados de personas venenosas. La redención se encuentra en eliminar a las personas tóxicas. La restauración final se alcanza viviendo una vida de tranquilidad y paz.

Las amistades importan

Primero, debo decir que las amistades sí importan. Una mirada rápida al libro de Proverbios nos recuerda: “No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos” (Pr. 22:24). Una amistad cercana con un enojón influirá en ti. Proverbios 13:20 contrasta los efectos de una buena amistad con una mala: “El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado”.

Pablo compone su propio proverbio en 1 Corintios 15:33: “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres”. Santiago va más allá, demostrando las consecuencias infernales de las malas compañías: “Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Stg. 4:4b). 

Los cristianos son una nueva comunidad y deben tener amistades cercanas con otros cristianos del mismo pensar. Claro que un cristiano puede tener amigos no-cristianos, pero sus amistades más cercanas y profundas deben ser con la gente de Jesús. El problema con el evangelio Elimina-personas-tóxicas no es que diagnostica erróneamente la importancia de las amistades. El problema con este falso evangelio es que mantiene una perspectiva orgullosa de uno mismo, una perspectiva superficial del pecado, ofrece un remedio inútil y una esperanza mundana.

Una perspectiva orgullosa de uno mismo. Nadie jamás se ha preguntado: “¿Soy una persona tóxica?”. El problema de esta cosmovisión es que, porque uno se ve puro, no puede ser el problema. En mi propia vida, una evaluación detenida de un problema relacional siempre ha demostrado que la culpa yace en ambos lados. Yo puedo ser el problema y necesito ser honesto conmigo mismo. Dios dice: “La soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco” (Pr. 8:13).

Una perspectiva superficial del pecado. El problema más grande no es un individuo tóxico, sino el pecado. Una persona no nos hace pecar. El pecado viene de nuestros deseos pecaminosos. Que una persona me lleve al desánimo, a la pereza o al enojo es culpa mía, no de ellos. Tengo que entender que, por el pecado, yo soy tóxico. Aun si no lo fuera para otros, sí soy tóxico para mí mismo.

Un remedio ineficaz. Entonces, Elimina-a-personas-tóxicas nos lleva a un remedio ineficaz. Debes arrepentirte no solo de malas amistades, sino de tu propia participación en el mal. El arrepentimiento no es eliminar a alguien (aunque en ciertas situaciones pudiera ser parte del arrepentimiento). El arrepentimiento es una tristeza por tu participación en las tramas del mundo. El remedio no es simplemente restar, sino añadir. Uno encuentra una nueva amistad. Juan 15:13 nos dice: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”. Este amigo es Jesús, y Él puso su vida por personas tóxicas —y eso me incluye a mí.

Una perspectiva mundana de la esperanzaElimina-a-personas-tóxicas nos dice que la vida placentera se encuentra cuando cortas con personas. Seamos honestos: si has tenido una larga amistad, en algún momento la has sentido tóxica. Nuestra esperanza no está en la tontería de bloquear números telefónicos y eliminar perfiles en las redes sociales. Nuestra esperanza está en el cielo. Un día, la paz vendrá a la tierra. Un día, Jesús juzgará a los impíos y su pueblo morará en paz.

A dónde mirar

Entonces, mira a Jesús. Escoge cuidadosamente a tus amigos. Rodéate de personas que te edificarán en Jesús, no que te edificarán en tus sueños. Pero ama a los quebrantados y perdidos. Recuerda: Jesús se relacionó con los marginados, perdonó a los pecadores y sirvió altruistamente a los demás.

Siguiendo su ejemplo, Pedro dice: “Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones. Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 P. 4:8-10).


Nota del autor: esta pequeña serie explorará los sutiles falsos evangelios que permean el contexto de un ministerio urbano (y otros). Aunque pudieran existir cientos de evangelios falsos, estas simples evaluaciones buscan inspirar a ministros y obreros a descubrir, diagnosticar y destruir los evangelios falsos de cualquier comunidad.

Puedes leer en inglés la parte uno aquí y la parte dos aquí.


Publicado originalmente en www.20schemesequip.com. Este artículo ha sido traducido y usado con permiso.


Joel Kurz es pastor de «The Garden Church» en Baltimore, Maryland, y el director de ONE HOPE. Está casado con Jess y tiene cuatro hijos.